Enviado a la página web de Redes Cristianas
El pasado 3 de Septiembre, con un calor asfixiante y un entusiasmo a la misma altura, más de 150 personas de casi todo el espectro social y político de lo que podríamos llamar, campo ciudadano y alternativo, se reunió para dar el pistoletazo de salida al proyecto Ganemos Sevilla.
Ya sé que no es ninguna idea innovadora, ni el término, ni la propuesta política que se pone encima de la mesa. Pero para deleite de mucha gente sensata, desde la moderna Barcelona, no sólo llegan aires de nacionalismo de difícil comprensión en este sur profundo, sino ideas fuerza que nos inundan de optimismo y refundación democrática.
La idea es tan simple como atractiva, no se trata de poner una nueva marca en la palestra política, ni unas nuevas siglas para añadir en el ya muy nutrido panorama partidario. Se trata de crear una corriente de unidad, confluencia y aire de renovación y regeneración política ante el reto de las elecciones municipales del mes de Mayo.
Federico Noriega durante una intervención en la asamblea en la que nació la plataforma Ganemos Sevilla
Mucha gente se preguntará, ¿no tenemos ya a Podemos para generar esa sinergia renovadora?, pues la verdad es que Podemos, en la que participo modestamente pero con mucho entusiasmo, es la herramienta política más potente que se está preparando para una cambio profundo del Régimen del 78.
Cada momento histórico tiene sus actores, su público y su guión. En esta segunda Transición que ya comenzó con el movimiento 15M, quizás antes con embriones locales, como los Foros Sociales o las plataformas ciudadanas, pero que sin duda estalló de forma global y poderosa ese 15 de Mayo de 2010, el fenómeno Podemos será sin duda alguna uno de los actores principales para interpretar el guión que la ciudadanía indignada está escribiendo cada día, en cada marea, en cada oleaje de movilizaciones y a golpe de ágora asamblearia.
Yo diría que, más que una segunda transición, se está escribiendo la ruptura democrática pendiente desde la caída del régimen dictatorial franquista. Si el 25 de Mayo pasado fue el terremoto que ha removido todos los sillones bien instalados del régimen bipartidista del 78, incluida la dimisión del anterior Monarca, las elecciones municipales tienen una tradición de inicios constituyentes en nuestro país, que nadie ignora.
Grandes rebeliones populares, cantonalismo obrerista del siglo XIX, caída de la monarquía, etc. Razón por la cual el partido más conservador de este régimen seudo democrático y gobernante en la actualidad, se ha puesto las pilas de forma inmediata proponiendo reformas en las elecciones municipales, que retrasen lo que parece inevitable, para ver si son capaces es espantar los fantasmas que amenazan con barrer toda la casta, la caspa y la corrupción en la que están inmersos hasta las cejas.
Es ahí donde la iniciativa Ganemos Sevilla, y el resto de iniciativas en toda la piel de toro, tienen un protagonismo fundamental. Si las encuestas dicen que Podemos se encuentra entre el 20 y el 25% de intención de voto, lo que es un logro increíble para un movimiento político de menos de 10 meses de existencia, no nos llega para desalojar a la casta, y sobre todo para sacar a muchos ayuntamientos de los circuitos de la corrupción en que se han convertido. Tampoco podemos olvidar que las mismas encuestas hablan de un amplísimo apoyo electoral a una hipotética alianza de Podemos, IU, EQUO, etc.
Si de verdad queremos desalojar a la vieja política, dar un golpe de efecto fulminante, y arrancar con un proceso imparable de ruptura democrática en el camino de un nuevo Proceso Constituyente, las elecciones municipales hay que tomárselas muy en serio. No basta con tener muchos concejales dando la vara y denunciando en los plenos. Hay que crear una verdadera ola purificadora.
Podemos es una herramienta en construcción, con un congreso constituyente en Noviembre, casi sin tiempo para generar por si sola el proceso necesario para crear miles de candidaturas municipales en todo el estado, con peligros evidentes ya que aún no tenemos mecanismos de control efectivo que prevengan aprovechados y listillos que al calor de los nuevos vientos, puedan crear más problemas que beneficios.
No creo que forzar el paso de Podemos para tener a punto la máquina electoral municipal sea el mejor comienzo. Mucha gente no tenemos tanta prisa, creemos que Podemos necesita su tiempo, porque como dice uno de los lemas del 15M “vamos despacio, porque vamos lejos”.
Y tampoco olvidemos, que no todo el panorama social o político es Podemos, aunque sea el fenómeno más importante de la actualidad. Hay gente válida en otras formaciones políticas, y sobre todo en colectivos sociales que son la primera fila de la lucha contra los recortes y que pueden incorporarse a este movimiento de confluencia. Sin hablar de miles de ciudadanos y ciudadanas que están esperando una oportunidad clara para dar el golpe de timón definitivo, y que aún no están ni en Podemos, ni en IU, ni en EQUO, Partido X, etc., pero con los ojos muy abiertos a todo lo que pasa a su alrededor. Ésa es la ciudadanía que va permitir e incluso a impulsar aunque sea de forma tímida los cambios que los tiempos requieren.
Si de verdad queremos ganar de largo, dar un giro de 180º a las políticas antidemocráticas, prisioneras de la Troika y el neoliberalismo canalla y criminal que se nos está imponiendo desde instancias internacionales y foros financieros, debemos ser mucho más ambiciosos.
No debemos tener miedo, ya que la propuesta en ningún caso va funcionar, ni a seguir adelante si el apoyo de la ciudadanía no es suficientemente grande, tampoco tendría sentido competir con las opciones más poderosas en estos momentos, y Podemos es la alternativa con más empuje ciudadano.
Pero la oportunidad está a nuestro alcance, nada de lo que se propone desde las iniciativas Ganemos va en otra dirección de las que proponen los nuevos movimientos políticos y sociales con Podemos a la cabeza. Primarias abiertas, proceso transparente y limpio de debate del programa político con toda la ciudadanía, articulación organizativa por la base, en barrios y pueblos, código ético estricto, y tronco común en lo que se refiere a políticas ciudadanas de democracia participativa y directa.