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Fuente: Observatorio eclesial
Buenos Aires., Experimentamos que se está muriendo la fraternidad en Argentina; se está muriendo la tolerancia y el respeto, y si se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una patria de hermanos, enunció el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, en la Catedral Metropolitana ante el presidente Javier Milei y su gabinete durante la misa por el aniversario de la revolución del 25 de mayo de 1810, cuando se creó la primera junta
de gobierno que comenzó el camino de la independencia de España.
García Cuerva hizo un llamado a la unidad y al diálogo,
y afirmó que ?nuestro país también sangra: Tantos
hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión;
tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico,
que en algunos barrios es un ?Estado‘ paralelo; tantas
personas que están en situación de calle; las familias
que sufrieron las recientes inundaciones; las personas
con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué
hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras
de la droga y el juego; los jubilados que merecen una
vida digna, con acceso a los remedios y a la alimenta-
ción; herida ésta que sigue abierta y sangra desde hace
años, pero que como sociedad tenemos que curarla
pronto?.
Momentos antes, el presidente, que llegó con la mayor
parte de su gabinete y saludaba a funcionarios presen-
tes, agravió abiertamente a la vicepresidenta Victoria
Villarruel, frente a quien pasó sin saludarla, dejando
además con la mano extendida a Jorge Macri, el inten-
dente capitalino, a quienes ignoró todo el tiempo, lo que
produjo una fuerte tensión.
Destacó el arzobispo que Argentina sangra en la
inequidad entre los que trabajan y los que han vivido de
privilegios alejados de la gente de a pie, no sienten su
dolor ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan
con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir ade-
lante.
Alentó con su frase de Argentina no está muerta, sino
que a veces estamos adormecidos por la indiferencia y
el individualismo, y señaló a los que difaman, despre-
cian o critican destructivamente a una persona, a una
entidad, o una obra; los que odian y justifican su des-
precio; el terrorismo de las redes, como decía el papa
Francisco.
Advirtió: hemos pasado todos los límites, pues la des-
calificación, la agresión constante, el maltrato y la difa-
mación parecen moneda corriente. A la prensa pidió no
dedicarse a la guerra de las palabras y de las imágenes.
Sin ganas de votar
En alusión a las pasadas elecciones legislativas porte-
ñas y a la abstención de casi la mitad del electorado,
expuso: ?nos hicieron perder las ganas de participar
(…) años de promesas incumplidas y estafas electora-
les nos desincentivaron de participar, nos hicieron per-
der el entusiasmo de involucrarnos, de cumplir con el
deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ?otra
vez lo mismo, nada va a cambiar‘?.
Insistió en la necesidad del diálogo a fin de frenar el
odio, de imaginar el abrazo que nos debemos los ar-
gentinos, el que negamos al que piensa distinto, o al
que tiene otras costumbres o modo de vivir; el abrazo
que no compartimos con los que sufren, incluso los
abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia
para avanzar unidos, como pueblo, más allá de las legí-
timas diferencias.
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https://n9.cl/8cy08.
(jornada.com.mx) 26/05/2025