Vengo de un fin de semana vertiginoso pero sumamente conmovedor en el sur de la Patria. En la ciudad rionegrina de San Carlos de Bariloche se realizó el 26° Encuentro Nacional de Mujeres los días 8, 9 y 10 de octubre, y en él participé formando parte de una delegación de 54 mujeres de la Izquierda Socialista en la cual estoy militando desde hace algunos meses.
Al cabo de una larga travesía de casi 24 horas -durante la cual hasta fuimos testigos solidarias de un piquete de pobladores de una localidad neuquina que protestaba por sus miserables condiciones de vida-, dejamos nuestras pertenencias en la escuela que nos alojaría a 8 km del centro de la ciudad, e inmediatamente nos distribuimos en algunas de las comisiones de los más de cincuenta talleres programados para que las mujeres de todo el país debatiéramos acerca de nuestros derechos y las problemáticas que nos afectan.
Las mujeres socialistas participamos en los debates de cinco talleres de vital importancia en la coyuntura actual: Mujeres y Trabajo, para fortalecer la lucha por los derechos laborales de las mujeres; Mujeres y Violencia, para sumar nuestra voz a “¡Basta de femicidios!” y toda forma de violencia contra la mujer; Mujeres y Trata de Personas, para el desmantelamiento de las redes de trata, “Ni una vida robada más”; Mujeres y Lesbianismo, para impulsar la ley de identidad de género para las personas trans y luchar contra la homo-lesbo-transfobia; y Estrategias para el Acceso al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Yo intervine en este último y me asombró la convicción unánime con la que la treintena de mujeres que formábamos la comisión nos pronunciamos a favor del aborto libre, seguro, legal y gratuito así como del derecho de toda mujer a decidir sobre su propio cuerpo, esencial para garantizar su autonomía.
Además de dejar fluir la indignación: ante la muerte o las secuelas que padecen cientos de mujeres por causa de la ilegalidad de esta práctica; por las que son condenadas a embarazos no deseados, aún cuando peligra su vida o sea consecuencia de una violación; ante las condiciones de clandestinidad y precariedad con que las mujeres pobres son obligadas a realizarla y su posterior criminalización por tratarse de una práctica prohibida; por la doble moral de quienes nos condenan: la iglesia católica y muchas otras se oponen tanto a la legalización del aborto -argumentando la defensa de la vida del niño por nacer (sin considerar los nuevos paradigmas de las ciencias respecto del comienzo de la vida humana)- como a la educación sexual y a los métodos anticonceptivos como el preservativo, y condenan de este modo a miles de mujeres a embarazos no deseados, a enfermedades de transmisión sexual como el SIDA y a la muerte.
En abierta complicidad, la presidenta Cristina Fernández y los políticos de la oposición patronal (desde Carrió a Binner) se han pronunciado en contra de la legalización del aborto y casualmente el debate legislativo de los proyectos de legalización presentados se posterga indefinidamente con absoluto desprecio por la vida de quinientas mujeres que mueren cada año. De ellas, la inmensa mayoría son jóvenes, trabajadoras y pobres que pagan con su vida el aborto clandestino.
Cuando caía la tarde del sábado asistimos a una charla-debate con la legisladora electa de la provincia de Neuquén y candidata a diputada nacional por el Frente de Izquierda y los Trabajadores, Angélica Lagunas, una maestra neuquina que encabeza desde hace años la lucha de los docentes en su provincia, y que participó de todas las actividades del encuentro, incluso la noche en la escuela en una bolsa de dormir, como todas nosotras.
Con esa mezcla de fortaleza y ternura que la caracteriza, nos trazó un panorama de la coyuntura nacional de cara a las elecciones que se avecinan, colocando en el centro las problemáticas que nos atañen como mujeres y trabajadoras. Y volvió a afirmar con convicción que es el Frente de Izquierda la única alternativa política para apoyar los derechos de las mujeres: la única lista que lleva en su programa el conjunto de nuestras reivindicaciones, vilmente ninguneadas por el kirchnerismo y la oposición patronal. “Educación sexual para decidir; anticonceptivos para no abortar; aborto legal para no morir” sintetiza la posición de las candidatas del Frente en relación a los derechos sexuales de las mujeres a lo largo y ancho del país.
Las mujeres que participamos del Encuentro decidimos apostar a una gran movilización en las calles de todas las ciudades del país para el 1 de noviembre, día en que comenzarán a tratarse los proyectos de ley en el Congreso en Buenos Aires. No podemos permitir un nuevo aplazamiento. Entonces, como es tradicional en el cierre de los encuentros, nos atrevimos a un primer ensayo por las calles de Bariloche: una multitud de mujeres cantando revoluciones con el brazo en alto y las banderas flameando en un cielo ceniciento.
Al filo del atardecer, una decena de estribillos al ritmo de tambores y carnavalitos dio cuenta de nuestra indignada rebeldía ante muchísimos turistas asombrados, hasta terminar frente a los imperturbables muros desnudos de una catedral que no dejó de mirar hacia lo alto como viene haciéndolo desde hace siglos. Acá en lo bajo y sin miedo a la escolta que la custodiaba, algunas mujeres desnudaron sus pechos como un símbolo de una liberación conquistada a fuerza de espanto y de deseo.
Más allá, los habitantes de las casuchas precarias que pueblan los altos de la ciudad empañaban las ventanas con su desesperanza; una casucha al lado de la otra, multiplicándose hacia el cielo entre gurisitos descalzos pese al frío impetuoso. En el medio, las fuerzas de seguridad mantenían la miseria a distancia prudente del centro y de las villas opulentas. Como una paradoja del progreso, la ceniza caía obstinadamente sobre todos.
Hasta la próxima, querid@s
(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)