Enrique Ángel Angelelli, hijo de inmigrantes italianos, nació el 17 de junio de 1923 en Córdoba, Argentina. En octubre de 1949 es ordenado presbítero de la Iglesia Católica Romana. En agosto de 1968 asume como Obispo de la Rioja, el mismo día en que se iniciaban las deliberaciones del Episcopado Latinoamericano en Medellín. El 4 de agosto de 1976 es asesinado en Punta de los Llanos de La Rioja.
Nadie dudó del asesinato. Nadie creyó la versión de la Dictadura de que fue un accidente. Tampoco la jerarquía de la Iglesia Católica Romana, aún cuando oficialmente aceptó la «historia del accidente automovilístico». El entonces Cardenal Juan C. Aramburu negó la versión del crimen. Igual postura mantuvo la dirigencia eclesial en un juicio llevado a cabo en La Rioja diez años después.
La Conferencia Episcopal de la ICR creyó tomar coraje cuando en 2001, oficialmente, comunicó que «la muerte (de Angelelli) lo encontró mientras completaba una ardua misión, acompañando a la comunidad herida por las muertes de sus pastores» Tibio. Merecedores del juicio que el «ángel» del Apocalipsis lanza sobre la Iglesia de Laodicea porque no son ni fríos ni calientes. También de la sentencia de Martin Luther King quien asignaba a los tibios el rol más peligroso en su lucha por la integración racial.
A los 30 años de ingresar al martirologio, de quien plasmó para siempre aquella frase de «un oído en el evangelio y el otro en el pueblo», le llegó el reconocimiento oficial desde el Gobierno Nacional. El entonces presidente de Argentina, Néstor Kirchner, el 2 de agosto de 2006, firmó el decreto que declaraba el 4 de agosto día nacional de duelo por el Obispo Ángel Enrique Angelelli. El reconocimiento se extendía hacia «los religiosos que fueron víctimas del terrorismo de Estado»
En ese aniversario, a la jerarquía de la ICR se le ocurrió que era un acto de valentía recordar a Angelelli con una misa-homenaje en la Catedral de La Rioja. En ella, el cardenal Jorge Bergoglio desgranó adjetivos sobre la personalidad del «ropero», como se le conocía en Córdoba por su gran y fuerte físico.
Bergoglio olvidó lo inolvidable, referirse al asesinato. Otra interpretación es que no lo olvidó sino que lo omitió recubriéndolo con la cita de Tertuliano sobre «la sangre de los mártires».
Hoy, en nuevo aniversario del día en que las oscuras fuerzas de los asesinos sesgaron la vida del predicador de la vida, hay que reconocer el esfuerzo de algunos medios que se refieren a esta fecha. Pocos. Entre ellos desde La Rioja que detallan los homenajes del pueblo a su obispo, con una concurrencia de la mayoría de los sacerdotes. Lindo, se incluyó una bicicletada de 120 niños y niñas que remató con una representación, a cargo de la niñez, de la vida y muerte de Angelelli teatralizada en la ruta 38, donde ocurrió el asesinato.
También del diario Río Negro, que días atrás dio a conocer el comunicado de la Pastoral Social local, a cargo del sacerdote Rubén Capitanio, que se refiere al recordatorio de Monseñor. Enrique Angelelli.
En los grandes medios editados desde Buenos Aires se encuentra la nota de Washington Uranga, en Página 12, del 4 de agosto. Uranga rescata el comunicado del Obispo de Neuquén, Marcelo Melani, quien recuerda esta fecha y la amplia con el recuerdo de todos los mártires latinoamericanos.
Uranga también da su opinión sobre que «pocos son los pasos institucionales que la Conferencia Episcopal ha dado para impulsar, tanto el proceso judicial reabierto en la justicia riojana para investigar los detalles del asesinato, como el proceso eclesiástico que reconozca la muerte martirial de Angelelli, pese a que esto es reclamado por muchas comunidades católicas».
No debe asombrar las poquísimas menciones de los medios sobre Angelelli y, prácticamente, el ocultamiento desde de los grandes consorcios mediáticos. «El campo» y las noticias relacionadas a él -la rural, Julio César Cobos, Alfredo de Angelis- ocupan el lugar privilegiado.
Giros de la historia. Los representantes de la Dictadura del 76 en su versión 2008 quieren sepultar en el silencio a Enrique Angelelli y a todo lo que él representa. Olvidan lo que debemos recordar, el vuelo de las águilas está muy por arriba de estas miserias. Angelelli fue, es y seguirá siendo un águila.
* Ecupres: Agencia de Noticias Prensa Ecu