El pasado 31 de enero de 2007, la fracción legislativa de ARENA presentó una pieza de correspondencia a la Asamblea Legislativa para que se otorgue en forma póstuma la distinción de «Hijo meritisimo de El Salvador» a Roberto D’Aubuisson Arrieta, que como todos y todas sabemos es el asesino de nuesto Arzobispo Oscar Arnulfo Romero.
Esta iniciativa ha sido aprobada por la Comisión de Cultura y Educación, ya fue emitido el dictamen favorable y quizá sea presentada en la Sesión Plenaria de este jueves 15 de febrero.
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Informe de la Comisión de la Verdad
Sobre la autoría del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, la Comisión de la Verdad estableció::
«El ex – Mayor Roberto D’Aubuisson, el ex- – Capitán Álvaro Saravia y Fernando Sagrera estuvieron presentes el día 24 de marzo de 1980 en la residencia de Alejandro Cáceres en San Salvador. Llegó el Capitán Eduardo Ávila y aviso que el Arzobispo Romero oficiaría una misa ese mismo día. El Capitán Ávila opinó que ésta era una buena oportunidad para asesinar al Arzobispo. El ex ? Mayor D’Aubuisson ordenó que se hiciese y responsabilizó al ex ? Capitán Saravia del operativo. Al observar que se requería un francotirador, el Capitán Ávila afirmó que él se encargaría de contactarlo por medio de Mario Molina. Amado Garay fue comisionado para transportar al asesino hasta la Capilla.
El parqueo del Hotel Camino Real sirvió de punto de encuentro antes de dirigirse a la Capilla. En ese lugar el tirador barbudo, junto con el arma asesina ingresó a un Volkswagen rojo de cuatro puertas, que conducía Garay. Cuando menos dos fueron los vehículos que desde el Hotel Camino Real se dirigieron al lugar del crimen. El asesino disparó desde el vehículo, frente a la entrada principal de la Capilla, una sola bala que ultimó al Arzobispo Romero.
El ex ? Mayor D’Aubuisson ordenó la entrega de 1.000 colones a Walter Antonio «Musa» Álvarez quien, junto con el asesino de barba, recibió el pago correspondiente. Álvarez fue secuestrado en el mes de septiembre de 1981 y se le encontró muerto poco tiempo después».
En sus conclusiones generales de la Comisión de la Verdad, señaló:
«1. Existe plena evidencia de que:
(a) El ex-Mayor Roberto D’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como «escuadrón de la muerte» de organizar y supervisar la ejecución del asesinato.
(b) Los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron una participación activa en la planificación y conducta del asesinato, así como Fernando Sagrera y Mario Molina.
(c) Amado Antonio Garay, el motorista del ex-Capitán Saravia, fue asignado y transportó al tirador a la Capilla. El señor Garay fue testigo de excepción cuando desde un Volkswagen rojo de cuatro puertas, el tirador disparó una sola bala calibre 22 de alta velocidad para matar al Arzobispo.
2. Hay suficiente evidencia de que Walter Antonio «Musa» Álvarez, junto con el ex-Capitán Saravia, tuvo que ver en la cancelación de los «honorarios» del autor material del asesinato.
3. Hay suficiente evidencia de que el fallido intento de asesinato contra el Juez Atilio Ramírez Amaya fue una acción deliberada para desestimular el esclarecimiento de los hechos.
4. Hay plena evidencia de que la Corte Suprema asumió un rol activo que resultó en impedir la extradición desde los Estados Unidos, y el posterior encarcelamiento en El Salvador del ex-Capitán Saravia. Con
Informe Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Sobre la responsabilidad del Mayor Roberto D’Aubuisson en el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, la Comisión Interamericana estableció en su Informe de Fondo sobre el caso de fecha 13 de abril de 2000, concluyó lo siguiente:
«56. El artículo 4(1) de la Convención Americana establece que «toda persona tiene derecho a que se respete su vida…nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente». El artículo 27(2) de la Convención Americana consagra este derecho como uno de los que no pueden ser suspendidos en caso de guerra, peligro público u otras amenazas a la independencia o seguridad de los Estados partes en dicho instrumento internacional.
57. Según se ha establecido supra, el Arzobispo de San Salvador fue asesinado con la participación intelectual y material del Mayor Roberto D’Aubuisson y los capitanes Alvaro Saravia y Eduardo Avila. También participaron los civiles Fernando Sagrera, Mario Molina y un «asesino profesional» de identidad desconocida. D’Aubuisson es la persona responsable de la orden de asesinar a Monseñor Romero, y de impartir instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, quienes actuaron como integrantes de un escuadrón de la muerte en operativo de la ejecución extrajudicial. [58]
La Comisión Interamericana también estableció:
«61. A fin de ubicar el fenómeno de los escuadrones de la muerte en el debido contexto, debe recordarse el golpe de Estado perpetrado en 1979, que alteró profundamente el escenario político de El Salvador. En esa oportunidad fueron pasados a retiro aproximadamente ochenta oficiales de la Fuerza Armada y cuerpos de seguridad, entre ellos el Mayor Roberto D’Aubuisson. Dicho militar retirado se transformó en el líder de una corriente que pretendía cerrar el paso a los grupos armados disidentes, y que se oponía a todo tipo de apertura política o negociación con éstos. Ciertos sectores percibían al grupo liderado por D ‘Aubuisson como la única corriente nacional capaz «de impedir el proceso izquierdista para tomar el poder» [65].
62. Roberto D’Aubuisson obtuvo el apoyo de sectores financieros poderosos de la sociedad civil que temían que sus intereses resultaran afectados por las reformas anunciadas por la Junta de Gobierno y por una posible insurrección marxista. [66] A este respecto, la Comisión de la Verdad recibió muchos testimonios de que ricos terratenientes y empresarios proporcionaron sus fincas, casas, vehículos y guardaespaldas para apoyar la acción de los escuadrones de la muerte, especialmente los dirigidos por D’Aubuisson. [67] ?ste también contó con el apoyo de sectores de las Fuerzas Armadas, a través de los cuales logró el acceso a informes de inteligencia que utilizó para sus fines. La filtración de información contó con el conocimiento o la tolerancia del Estado Mayor de la Fuerza Armada, a través de cuya actuación «inclusive se dirigió calculadamente el acceso a los datos». [68]
63. La organización política que lideraba D’Aubuisson incluía entre sus actividades la ejecución de atentados individuales, raptos, «recuperación de fondos» y sabotajes. [69] Uno de los atentados individuales exitosos de su organización fue, precisamente, la ejecución extrajudicial del Arzobispo de San Salvador.
Por ello, invitamos a todas las organizaciones de Derechos Humanos, iglesias, grupos solidarios, comunidades de salvadoreños en el exterior y amigos de la causa de la Patria Grande a pronunicarnos en contra de este acto de ofensa a la dignidad de Monseñor Romero y de todas las víctimas del Pueblo Salvadoreño.
Multipliquemos este boletín electrónico reenviándolo a nuestros contactos y mantengámonos a la expectativa de una próxima acción o movilización para expresar nuestro total repudio a esta iniciativa arenera.
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