El naufragio de personas migrantes en el Mediterráneo y en el río Bravo al intentar entrar en Europa y EE.UU. ha evidenciado que mares y ríos se han convertido en fosas comunes de vidas perdidas y cuerpos dañados. En lugar de unir pueblos, comunicar personas e intercambiar bienes, se han poblado de muertes anónimas. La solución no vendrá de negarles el auxilio y cerrar los puertos, ni de las expulsiones a países fronterizos y zonas desérticas, ni de convertir los pueblos vecinos en policías sino de respuestas cívicas, éticas, solidarias, políticas, culturales y religiosas. ··· Ver noticia ···
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