Enviado a la página web de Redes Cristianas
La resurrección de Jesús es la prueba de que su vida y su entrega hasta la muerte
tuvieron un sentido. Cristo murió en la Cruz, pero Dios lo resucitó.
(Yo creo que hubieran tenido sentido en cualquier caso.)
Por tanto, la resurrección no es una anécdota o un episodio glorioso de la vida de
Jesús. Fue el momento culminante de su vida y lo es también de la nuestra.
(El momento culminante de su vida, quizás, pero no el de su actuación. Sus curaciones y
sus enseñanzas valen muchísimo más que su resurrección.)
Dios quiere que vean en nosotros cara y corazón de Domingo de Pascua y no de
Viernes Santo.
Pues con todo el respeto, sobre todo atendiendo al hecho de tratarse de la voz de la parte
esperanzadora de la vieja Iglesia española, me permitiría exponer mi deseo de que, hoy y
cualquier día, nos vieran con cara ni de Viernes santo, ni de Pascua, sino con cara
cotidiana de compañeros, de solidaridad y de exposición horizontal del Mensaje. // Todo el
texto de mons. Omella, todo, es un fiel reflejo de una manera de entender y de exponer el
Mensaje que está más basado en "la exaltación de la vida y de los valores", que no en el cuidado y la defensa de la vida, la de las personas de carne y hueso, la de cada día. /
Pareciera que se predica, se enseña, se vive, más la Vida que la vida (se entiende,
¿verdad?) Que se promocionan más las ilusiones (sí, sí, por supuesto que muy reales y
existentes, pero más bien "elevadas") que la realidad de cada día y, sobre todo, de cada persona del mundo. // Y eso, a la gente normal, no le atrae. (A mí tampoco me atrae, pero yo sé muy bien que se trata de otra cosa, y esa sí me trae, y atraería a muchos. Es lo que intento hacer ver a quienes puedo.)