En medio del empuje y dinamismo de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) de América Latina y el Caribe, nosotros, representantes de las CEBs de Brasil, acompañado por la imagen de nuestra Señora de Aparecida e impulsado por el mensaje de Pedro Casaldáliga, nos dirigimos a Honduras para participar en el IX Encuentro Latinoamericano y Caribeño de CEBs.
Fuimos acogidos/as por las Comunidades Eclesiales de Base de Honduras, con mucho cariño, en la casa de encuentros ‘Monte Horeb’, por cierto, un lugar muy hermoso, ubicado en medio de montañas, con bellísimos jardines.
Estuvieron presentes participantes de los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Alemania. Fueron invitada también, Estela Padilla, de las CEBs de Filipinas.
Estuvieron presentes dos obispos: Don Giovane Pereira de Melo, Diócesis de Tocantinópolis, acompañando la representación brasilera, (obispo referente de la CNBB para las CEBs y Monseñor Ángel Garachana Pérez, obispo de San Pedro de Sula (Honduras).
El objetivo general del encuentro fue compartir y evaluar, proyectar y celebrar la caminata de la CEBS en el continente y, así, seguir sembrando la semilla y los frutos de la nueva sociedad y de la Iglesia de cara al Reino de Dios.
El Tema ha sido: Relanzamiento de las Comunidades Eclesiales de Base.
Nuestro Lema: Las Comunidades Eclesiales de Base al Servicio de la Justicia y de la Vida.
Los primeros días, aún experimento indignación por la exclusión sufrida por nuestros amigos de Haití, a quienes impidieron participar en el Encuentro, negándoles la visa de entrada a Honduras, fueron de mucho compartir a partir de las experiencias vividas en el día a día de las comunidades, atendiendo las siguientes cuestiones:
¿Cuál es mi historia en CEBs, dónde y cómo empezamos este caminar, que nos mueve y mantiene hasta hoy? Muchos de nosotros provenimos de grupos de reflexión, de los círculos bíblicos, de la lucha por la tierra, el agua, la vivienda y otros bienes básicos.
Escuchamos historias y bellos testimonios de personas que ni sabían que es una comunidad, y hoy son discípulas/os de Jesucristo en sus países.
Varios sacerdotes, laicos/as dieron testimonio de su vocación nacida en medio de las CEBs. Entre ellos, el obispo referente de las CEBs y del laicado brasilero, Don Giovane Pereira de Melo, los padres Josivan Arruda Calixto y Benedito Ferraro. Ellos presentaron historias y compromisos de gran riqueza para la vida de la Iglesia, especialmente para nosotros los laicos y laicas. Son vocaciones nacidas en las comunidades, es decir, surgieron en medio del pueblo y continúan hoy, presentes en medio del pueblo.
Cuando la delegación del Brasil, incluyendo a Don Giovane, hizo su presentación, los participantes gritaban a una voz «queremos obispos en medio del pueblo”. Esto, para nosotros, fue un clamor del pueblo ahí presente, interpelando a nuestros pastores para estar más presentes en la vida del pueblo sufrido y olvidado. En este sentido, la presencia de Don Giovane fue muy positiva. El acompañó y participó con nosotros en todos los momentos del encuentro, lo mismo hizo el P. Ferraro. Esta presencia marcó el encuentro. Algunas personas nos decían [ a la delegación de Brasil) «esta es la verdadera iglesia de Jesús de Nazaret».
Estas presencias, la de la juventud y la de las mujeres, fueron evaluadas positivamente por el equipo continental de CEBs.
Otro momento importante de la reunión fue el análisis de coyuntura. Tomándolo como referencia nos adentramos en discusiones sobre la ecología, la lucha por la tierra, la situación de los pueblos indígenas, quilombolas, ribereños, las mujeres, la educación, la importancia de nuestra presencia en movimientos sociales y la pastoral social.
Interpelados por estos temas, continuamos reflexionando sobre nuestras debilidades y desafíos. Fueron momentos muy ricos en que nos damos cuenta que estamos más vivos que nunca, con capacidad de resistencia y no permitimos que la llama de CEBs sea apagada, o sea, la célula de las CEBs permanece viva, sin perder lo que es más sagrado de la caminada de la Comunidades Eclesiales de Base, la vivencia y la práctica del Evangelio de Jesucristo en medio de los pobres y excluidos/as.
Los obispos dijeron esto en el documento 25 de la CNBB: «Las CEBs son expresión del amor preferencial de la iglesia por el pueblo sencillo”. También sabemos que estamos viviendo una época de muchos cambios sociales y eclesiales, que dificultan nuestras acciones y nuestra identidad. Sin embargo, en este encuentro reafirmamos nuestra identidad. Y, frente a estos desafíos, instamos a todas las personas con las mismas palabras de Don Pedro Casaldáliga, pronunciadas en el mensaje de apertura del IX Encuentro Latinoamericano: «el Espíritu nos anima a transformar la hora oscura de crisis en hora luminosa de Kairós. A ser diálogo, diaconía, evangelización integral, militancia y contemplación; desde el día a día de la familia y el trabajo, de la eclesialidad ministerial y de la organización popular, de la pastoral y de la política. Tres actitudes mayores deben caracterizar para nosotros esta hora: Indignación profética, Compromiso militante, Esperanza pascual. Con esto reafirmamos nuestro compromiso con la iglesia de los pobres, de todos los pueblos, y con el medio ambiente.
Las palabras de Don Pedro Casaldáliga llenaron nuestros corazones de esperanza. Pueden quitarnos todo, menos la esperanza. Tenemos que hacer toda la materia viva, revolviendo, prometedor. Cada uno de nosotros es una célula madre, expandiendo la vida, provocando la vida. La Iglesia de la liberación está viva, resucitada, por qué es la Iglesia de Jesús. La teología de la Liberación, la espiritualidad de la liberación, la liturgia de la liberación, la vida eclesial de liberación, está profundamente enraizada en el misterio pascual, que es el misterio de la vida de Jesús, el misterio de nuestras propias vidas.
También tuvimos la misión de un día. Fuimos a visitar y conocer las comunidades de Honduras. Fue una inmensa riqueza poder conocer las comunidades. Aquella realidad no es muy diferente de la nuestra. Son muchas comunidades distantes entre sí y pocos sacerdotes. Lo que llama la atención es que las comunidades son bien organizadas y articuladas con la Diócesis y sus parroquias. Entre los líderes que son personas sencillas, predominan las mujeres.
Vivimos una experiencia muy buena en una parroquia, donde el párroco había invitado a los líderes de todas las comunidades a dar su testimonio de vida comunitaria; es decir, no fue el sacerdote quien habló de la vida de la comunidad, sino el animador de la comunidad que vive día a día en la comunidad. Para mí, fue divino percibir la valoración de las comunidades. Pudimos ver en el rostro de estos animadores la alegría de estar hablando de su comunidad y su experiencia de vida comunitaria. Quién sabe, si nosotros brasileros, también podríamos inspirarnos en este ejemplo. Pues muchas veces, los dirigentes decimos que lo vamos a hacer para una comunidad, y no fomentamos que las personas que viven allí, hablen de su propia experiencia.
En las celebraciones de la palabra y de la Eucaristía experimentamos una espiritualidad diversificada. A pesar de las diferentes lenguas, estos momentos de celebración nos unían cada vez más. Fueron momentos significativos para todos nosotros. Dicen que el Cielo es muy bueno! Yo personalmente he experimentado un pedacito de cielo. Fui seducida nuevamente por nuestro Dios.
Lo que dejamos en Honduras: Además de la imagen de nuestra Señora Aparecida y el mensaje de Don Pedro, fue nuestro canto «Peneirei Fubá”. Nosotros, brasileños, fuimos llamados varias veces para animar el encuentro con ese canto y con «El tren de CEBs”. Dejamos también nuestra experiencia, nuestra firmeza, nuestra alegría y pasión por ser parte de esta gran familia del Reino, las CEBs, nuestra amistad, solidaridad y gran cariño para el pueblo y para el equipo de CEBs de Honduras.
Lo que traemos de vuelta: más experiencias, alegría y mucha esperanza; la importancia de nuestra articulación con los movimientos sociales y la pastoral social. El sentido de pertenencia a la Patria Grande. Una inmensa gratitud al equipo de CEBs de Honduras. El compromiso con la ecología, la articulación entre el Bien Vivir/Vivir Bien y el Buen Convivir, la solidaridad con los migrantes, el deseo de fortalecer el CEBs y acoger a los jóvenes.
Termino con palabras de bien recordado Obispo Don Luciano Mendes de Almeida: «El encuentro de las CEBs es un verdadero Pentecostés. Es la fiesta de la Redención, el pueblo pobre y organizado, mujeres, hombres, jóvenes y niños, que se reúnen para bailar la danza de redención”.