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18-21 de Octubre 2012, en Frankfurt
El Concilio Vaticano II fue el inicio de un inicio: la Iglesia católica inicia su entrada en el mundo moderno y plural ? un mundo en el que el abismo entre ricos y pobres no cesa de crecer. Descubre nuevamente el rostro de Jesús ? en los temores y las esperanzas de las personas, en especial de los pobres y acosados. El Concilio también fue el tiempo de un empezar a caminar de una Iglesia que quería superar el clericalismo. Pero las estructuras eclesiales obsoletas siguen obstaculizando una proclamación creíble de la Buena Nueva.
50 años después cristianas y cristianos en parroquias y federaciones, en agencias eclesiales, grupos de base y organizaciones de reforma proseguimos este camino: denudando y alumbrando nuevamente el ardor del inicio conciliar. Como Pueblo de Dios migrando a través de las tribulaciones y los conflictos de nuestro tiempo nos une la voluntad de vivir hoy el legado del Concilio y del proceso conciliar por la justicia, la paz y la preservación de la creación; de reconocer los ?signos de los tiempos?? y practicar alternativas a la dominación de la avidez neoliberal de capital y lucro.
La Asamblea conciliar evidenció que hay muchos grupos cristianos e iniciativas que realizan pasos concretos para hacer posible en nuestro mundo una vida digna para todas las personas y respetuosa con la naturaleza. Se resisten aún z pensar y actuar en el ámbito de la política y la economía que nos quiere hacer creer que no hay alternativa al orden global capitalista. La certidumbre que otro mundo es posible concuerda, a nuestro parecer, íntimamente con el Mensaje del Reino de Dios anunciado por Jesús y que el Concilio despertó nuevamente en nuestra conciencia. Este otro mundo de Dios aparece como un signo cuando las personas comparten lo que es necesario para una vida digna.
Nos anima la promesa de Jesús de una ?Vida en plenitud?? (Jn 10,10) para todas y todos. ¡Otra Iglesia, una Iglesia profética y diaconal es necesaria y posible; otra Iglesia que convierta en realidad la igualdad entre todos los géneros y todas las formas de vida, la participación y el diálogo, la democracia radical y una conexión profunda con la naturaleza!
Somos el Pueblo de Dios en el espíritu del Concilio, cuando luchamos por una vida digna para todas y todos y proclamamos la unidad de la vida mediante el actuar en justicia y la oración.
Somos el Pueblo de Dios cuando nos unimos con muchas personas que en el mundo entero están en búsqueda, con movimientos feministas, sociales y políticos de Derechos Humanos y de democracia. Quedan incluidos entre estos los movimientos de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales.
Somos Pueblo de Dios cuando respetamos la santidad de la Tierra como creación de Dios, la cultivamos y la preservamos.
Somos Pueblo de Dios cuando respetamos la pluralidad confesional, religiosa y cultural.
El Mensaje bíblico del Dios de la Vida es para nosotras y nosotros un mensaje de aliento y de exigencia: Ser persona de otra manera en una Iglesia otra para un mundo otro.
Estas reflexiones constituyen la base para nuestro actuar futuro, en particular durante los años de conmemoración del Concilio 2012-2015 y con miras a la conmemoración de los 500 años la Reforma en el 2017.
Traducido del original alemán al castellano por Elfriede Harth