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Frankfurt / Meno 18-21 de Octubre del 2012
SESION DE INAUGURACION
A las 18h se inauguró ayer la Asamblea Conciliar en la Iglesia de San Pablo en Frankfurt sobre el Meno. Thomas Schmidt, cura obrero en Frankfurt y párroco en el barrio Gallus saludó a los y las participantes insistiendo sobre el simbolismo del lugar del evento. En el centro de la capital financiera de la Unión europea, en la ciudad de los bancos, del movimiento Occupy, del PIB por cápita más elevado y una creciente pobreza en gran parte invisibilizada, en una ciudad con gran tradición judía y burguesa en el buen sentido de la palabra, ciudad que produjo tanto a la famosa Escuela de Frankfurt como un catolicismo de izquierda, en la Iglesia de San Pablo, sede del primer parlamento alemán en 1848 y de la Constituyente en 1949, lugar de comienzos democráticos y de Derechos humanos, donde se celebra el otorgamiento del premio por la paz de los libreros alemanes pero también en el Gallus, que conoció en los años 80 las luchas por la preservación de empleos de metalúrgicos, que entretanto cedieron el espacio a compañías de servicios, barrio con una población compuesta por gente proveniente de 85 naciones diferentes, con cinco mezquitas.
En la sala comunal del Gallus, en la que sesionó el primer proceso contra los criminales de Auschwitz. Todo esto proporciona un marco perfecto para celebrar una asamblea bajo el lema de Esperanza y Resistencia. Annegret Laakmann, coordinadora de Somos Iglesia Alemania recordó que la idea de esta Asamblea surgió en un encuentro de grupos de reforma y se concretizo en muchas reuniones preparatorias.
Se quiso organizar un espacio para que una pluralidad de organizaciones e individuos pudieran aportar su contribución para la construcción de una Iglesia abierta al mundo. Hay resistencia contra la interpretación que se le da al Concilio. Contra el monólogo de una jerarquía que habla de diálogo. Se trata de buscar entre todas y todos el camino de Dios. De un Dios que no se deja manipular ni que se abuse de él. Un Dios que quiere misericordia y no holocaustos. Seremos el Pueblo de Dios bajo el signo de Jesús cuando nos convirtamos en los abogados de los excluidos. Pueblo de Dios en alianza con la democracia y los Derechos Humanos, con todas las naciones y en el respeto de la creación sagrada. Esperamos que la Asamblea sea un logro.
Enseguida se presentó un breve video recopilando noticieros históricos documentando las conclusiones del Concilio. Es increíble el retroceso que se ha dado desde entonces!
El primer invitado de la noche fue Mons. Bettazzi, obispo italiano (89 años) que participó en el Concilio a partir de la segunda sesión y fue uno de los primeros firmantes del Pacto de las Catacumbas. En una conversación con un periodista alemán que le iba formulando preguntas relató como el Concilio resultó ser una revelación para todo el obispado, ante todo el italiano.
La Iglesia no era Roma, ni siquiera Italia, era el mundo entero. Pero una Curia determinada a proteger el estatus quo y con un poder impensable, puso todo su empeño en obstaculizar los trabajos del Concilio. Habían preparado todo de antemano, se habían reservado todas las posiciones claves en las diversas comisiones. Viendo que los objetivos de Juan XXIII no se lograrían, un grupo de obispos, bajo el liderazgo de Helder Camera resolvió reunirse en por su cuenta en la Catacumba de Domitila y acordar un Pacto: que la Iglesia tomaría la defensa de los pobres.
Hay que recordar que en aquel momento el mundo estaba dominado por la oposición entre el Occidente y el Oriente, oposición que se ha convertido ahora entre una entre el Norte y el Sur, entre ricos y pobres, entre una minoría y una mayoría que no sabe cómo llegar al final del mes con lo que tiene. Pero en aquel entonces, el Papa Pablo VI estaba asustado con esa oposición entre los dos bloques y no se atrevió a asumir una opción por los pobres. La solución que le dio al dilema fue la producción de la encíclica Populorum progressio.
Mientras tanto un grupo de obispos inspirados por la espiritualidad del Padre Foucauld, la Fraternita dei piccoli monsigniori, se reunió el 16 de Noviembre de 1965, poco antes de la clausura del Concilio, en la Catacumba Domitilia, cerca al Colegio belga, para firmar lo que denominaban el Esquema 14. Pues el Concilio había producido 13 esquemas. Se comprometían a dar un ejemplo de simplicidad, de entregarle el cargo de las finanzas al laicado, de estar con los pobres. 42 obispos firmaron este documento, pero cuando circuló entre los demás se llegaron a recoger 500 firmas en total. Este debería ser el programa para la nueva evangelización para el cual el Papa ha convocado a los obispos en Sínodo en Roma en estos días.
Desafortunadamente el impulso que dio aquel Concilio se fue esfumando. Deberíamos convocar un nuevo Concilio para obtener un nuevo impulso o más bien esperar a implementar a Vaticano II?
El Cardinal Martini decía que era mejor no convocar un Concilio que quizá arrasara con lo que queda de Vaticano II, pero sí pequeños concilios que solucionasen cuestiones particulares concretas, por ejemplo en materia de sexualidad, de bioética, de pastoral de los divorciados. Se estudiaría el tema a fondo y se decidiría en colegialidad con el Papa….. Hay esperanza. Hay que proseguir con la reflexión, con paciencia y perseverancia. El Concilio fue una revolución copernicana en dos puntos. El mundo dejó de estar para la Iglesia y la Iglesia pasó a existir para el mundo, y el pueblo eclesial dejó de existir para la jerarquía porque ésta pasó a existir para el pueblo.
Enseguida tomó la palabra Hans Kung.
Empezó su alocución recordando que la unión hace la fuerza y que por eso estaba contento por la celebración de este evento. Que no se podía separar la reforma de la Iglesia de la reforma de la sociedad. Que estaba contento de hablar en la Iglesia de San Pablo, un símbolo de la democracia. ¿Cuando le llegaría su hora en la Iglesia? Era un proceso largo que hubiera podido resolver en el momento de la Reforma, y que venía de mucho más atrás, de la Edad Media y más precisamente del siglo XI, de la Reforma gregoriana.
Los tres problemas estructurales que desde entonces no se han resuelto son, el papalismo o la monarquía absoluta, el clericalismo o la dominación de la jerarquía sobre el laicado, y el celibato coercitivo o la hostilidad a la sexualidad y la misoginia. Características típicamente romanas, pero que no tienen nada de católico.
En 1054 se produjo por estas razones la separación fatal entre la Iglesia Oriental y la Occidental, no superada desde entonces. Pablo VI logró un primer encuentro con la Iglesia Oriental que logró que se levantara la mutua excomunión. Pero no se logró la comunión, porque Roma no quiso desistir de su primado. Benedicto XVI también estuvo en Constantinopla, pero también él sigue siendo un pensador de la Edad Media.
Cuando Ratzinger y él habían asistido al Concilio como jóvenes teólogos tenían el propósito de obrar por un aumento de la colegialidad, una disminución del absolutismo papal y la comunión de todos los fieles. Porque el pueblo eclesial fuera considerado Iglesia, se reintrodujera la lengua vernácula en la liturgia, se reconociera el sacerdocio de toda la feligresía, se rehabilitara la posición del laicado, se realizara lo que se dejo de hacer en el momento de la Reforma. Que se tomaran en cuenta las preocupaciones de la modernidad, la democracia, los Derechos humanos, el reconocimiento de los ministerios en las otras Iglesias y la necesidad de dialogar con las otras religiones, la afirmación de la cultura y la ciencia.
El Concilio Vaticano II fue un éxito fulminante que acrecentó enormemente la aceptación de la Iglesia, con la implementación de lo omitido en tiempos de la Reforma, el cambio de paradigma. Fue un logro único en la historia. Nunca otra religión había logrado tantas reformas tan profundas en tan poco tiempo. Pero se implementaron a medias y sin total convicción. Y esto estuvo debido a la deficiente importancia acordada al Evangelio.
Si bien el Libro del Evangelio se presentaba ceremoniosamente en la misa, se alzaba y paseaba de un lado al otro del altar, ningún obispo lo consultaba. Durante el Concilio no se hizo pues ninguna crítica del sistema del segundo milenio, de la dictadura del papa, de la preeminencia de la jerarquía sobre el pueblo, y fue prohibido hablar del celibato. La estructura de esas columnas quedó intacta.
¿Por qué no se logró una reforma más profunda? Porque la Curia determinaba el Concilio, asumían las presidencias de las diferentes comisiones y defendían sus posiciones. Los secretarios de las comisiones fueron nombrados arzobispos, resultando una masa de obispos cortesanos, de estatus igual o superior al de los obispos locales de cada diócesis. Y Pablo VI como superior autoritas intentó inmiscuirse cuando la Curia peligraba. Mediante nota brevia deslegitimaba los avances, conservando el estatus quo. Sobre el celibato publicó en solitario y sin tener en cuenta las posiciones de expertos y sus hermanos obispos una encíclica en 1967 y luego en 1968 Humanae vitae.
Muchos decretos del Concilio contenían compromisos malos que comprometían su implementación.
Por todo eso es indispensable que las fuerzas de reforma dentro de la Iglesia sigan reclamando la implementación de todo lo que quedó pendiente. La infalibilidad. El ecumenismo. La sexualidad, el matrimonio, la ordenación de la mujer, el celibato.
¿Hacia dónde va la dirección de la Iglesia católica? – Hasta ciertos católicos conservadores se lo preguntan y no entienden. A pesar de todo el brillo mediático de Juan Pablo II y de Benedicto XVI no se ha solucionado ninguna de las cinco dimensiones del problema.
1) la crisis de la fe
2) la crisis de confianza
3) la crisis de autoridad
4) la crisis de liderazgo
5) la crisis de mediación
La primera produce la segunda, de la cual resulta la tercera, que engendra la cuarta, que desemboca en la quinta. Con los escándalos de abuso sexual, encubiertos por decreto por el Cardenal Ratzinger, Vatileaks, etc… se pregunta uno, ¿puede aun salvarse esta Iglesia?
Solo si se implementan las reformas propuestas por Vaticano II puede salvarse la Iglesia. Solo si por fin se someten los tres elementos estructurales mencionados (papalismo, clericalismo, celibato coercitivo) a una crítica inspirada en el Evangelio. El objetivo debe ser reemplazar este sistema por fin, por una catolicidad genuina.
¿Cómo puede lograrse esta reforma? Después del encuentro con Benedicto XVI en Castelgandolfo hubo la esperanza de que algo sucedería. Pero Benedicto XVI no quiere reformas estructurales, solo reformas del corazón. ¿Y los obispos? – Ni un solo obispo alemán se atrevió, como ya sucedió en la Reforma, a estudiar las propuestas. Solo saben consolar, ocultar, disimular, afirmar que no es competencia de ellos sino de la Iglesia universal. Comienzan mal llamados procesos de diálogo que son contraproductivos, así como lo es la reciente declaración relativa al pago obligatorio de los impuestos eclesiales. El mal llamado dialogo actual es una farsa. Como terminó siéndolo el Sínodo de Wuerzburg de 1970, cuyas conclusiones son letra muerta.
¿Resignación? De ninguna manera. Haz que seguir con perseverancia reclamando las reformas. Sigue de actualidad lo que formuló en su tiempo Kung bajo el titulo Contra la resignación.
1) No callar – confiar en el poder de la palabra
2) Actuar – confiar en el poder de la acción. ¿Para cuándo una primavera católica?
3) Actuar en conjunto – confiar en el poder de la unión – este es el éxito de la iniciativa de curas en Austria, firmada por 500 de los 3000 curas del país
4) Buscar soluciones intermedias – confiar en el poder de la resistencia
5) No claudicar – confiar en el poder de la esperanza. El escándalo del abuso sexual y la forma de tratarlo dejó huellas los obispos. No es posible que las cosas sigan así.
Habría que hablar de muchas otras cosas…. ¿Cuánto necesita la economía moral? – Pero otros tratarán estos temas. El se quiere despedir. Será su última intervención en público, aunque seguirá activo y solidario. Y no traicionó sus tres sueños, la reforma de la Iglesia, la unidad de las Iglesias, la paz entre las religiones y las culturas.
Nota. Héctor Torres colocó las frases en negro