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8. CIUDAD DEL VATICANO.
Santidad. Soy Victoriano Martí Gil, de 75 años. Sacerdote secularizado y casado de la Diócesis de Cartagena-Murcia-España. Maestro se Enseñanza primaria jubilado, Pedagogo y Psicólogo en Ejercicio.
De nuevo me dirijo a usted para insistirle en el tema, a mi parecer muy importante, necesario, urgente y de justicia para abordarlo definitivamente: LA OPCI?N VOLUNTARIA DEL CELIBATO SACERDOTAL.
Hoy, 26 de julio, festividad de Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María, al despertarme a la seis de la mañana, sin ser consciente de ello, mi primer recuerdo ha sido para mis padres, ya fallecidos, Ana y Pedro. He mantenido una conversación con ellos agradeciéndoles haberme traído a la vida, los esfuerzos y atenciones que tuvieron conmigo para cuidar de mi frágil salud, el mimo y detalles para educarme en valores humanos y en la fe cristiana, por cómo atendieron mi crecimiento y autoestima, lo mucho que confiaron en mí y la importancia, respeto y alegría con la que vivieron mi decisión de ser sacerdote.
Paralelamente a ello he recordado parte del texto de la carta que dirigí a su santidad el día 15 de junio pasado de las cual le transcribo un fragmento:
?Ante la ley del celibato se están dando estas diferentes reacciones y comportamientos:
1) Hay sacerdotes que, poseedores del carisma del celibato, son capaces de cumplirlo y de ser fieles a él. Me parece digno de reconocer, de alabar y de potenciar.
2) Hay otro sacerdotes que, incapaces de cumplirlo, sin renunciar al ejercicio ministerial, tienen esta doble reacción, cargada de riesgos, de culpabilidad y de sufrimiento para ellos y para las otras personas, y que, al ser conocidas, producen escándalo, indignación y decepción en creyentes y no creyentes, con los consiguientes perjuicios para la misión evangelizadora de la Iglesia:
o tienen aventuras sexuales puntuales con la misma o diferentes personas para satisfacer sus necesidades, practicando, a veces, la pederastia o la homosexualidad;
o mantienen una relación de amor verdadero y permanente con una persona y, por cualquier razón, no dan el paso al compromiso matrimonial, compaginándola con el ministerio.
3) En tercer lugar está el grupo de sacerdotes que hemos optado por el amor y la relación de pareja frente a la ley del celibato y hemos renunciado y renuncian aún al ejercicio del ministerio. De entre ellos, hay algunos que, en caso de derogarse la ley del celibato, tal vez con algunas condiciones, optaríamos por compaginar la vida matrimonial y familiar con el ejercicio sacerdotal. ?
Me refiero aquí al segundo grupo de sacerdotes, razón y clave de lo que le solicito, basándome en lo que creo que está ocurriendo y la información directa que tengo de varios casos.
Estos sacerdotes están viviendo una dualidad, dicotomía y esquizofrenia vital, psicológica y espiritual que está siendo una gran fuente de sufrimiento, desilusión, escándalo, traición y culpabilidad, no sólo para ellos, sino también para las personas con quienes mantienen relaciones heterosexuales u homosexuales estables o esporádicas, sin permitirse la opción y el compromiso. Más doloroso aún si practican la pederastia
Pero, además, en el plano religioso y servicio a la Iglesia, se conozca o no su comportamiento, muchos de ellos son un obstáculo: han caído en la rutina, el aburrimiento y la desmotivación. Han perdido la ilusión, son meros funcionarios litúrgicos y administrativos. Se han situado en el quicio de la puerta y ?ni entran ni dejan entrar??, Son, según Jesús, como ?niños que en la plaza ni bailan ni lloran, no son fríos ni calientes, sino templados a los que Dios los vomita de su corazón.??
Su Santidad conoce. como yo, el tipo te expresiones que Jesucristo dirigía a los hipócritas escribas, fariseos y sacerdotes: rígidos en la moralidad aparente y externa, pero laxos en sus comportamientos en lo oculto; buscadores de los primeros puertos; abusadores y explotadores de su poder; sepulcros blanqueados por fuera, pero por dentro llenos de podredumbre y gusanos; raza de víboras; que filtraban un mosquito y se tragaban un camello; que aparentaban cuidar de las viudas y huérfanos y abusaban de ellos; que ponían cargas insoportables a los demás y ellos no levantaban un dedo. A ellos los expulsó del Templo de su Padre.
¡Cuánto estancamiento, parálisis, daño y sufrimiento están haciendo a sí mismos, a otras personas (incluidos niños y niñas inocentes) y a la Iglesia los sacerdotes del segundo grupo! ¡Cuándo bien haría a todos eliminar de la Iglesia esa segunda franja de sacerdotes tan cargada de toxicidad, contaminación y enfermedad contagiosa y letal!
He pedido a mis padres, por el amor y el cariño que me tuvieron, que intercedan ante el Espíritu Santo para que ilumine a Su Santidad en el afrontamiento definitivo, progresivo y liberador de la obligatoriedad del celibato para ejercer el Ministerio. Así lo deseo y pido a Dios y a usted, Papa Francisco. Un abrazo cariñoso.son un obstáculo,, la desmotivaci desmotiaci caido , son un obsta que dirigmi frun tema muy importante