Estamos viviendo estos días en nuestras plazas y calles un fenómeno nuevo. No es evidente cómo interpretarlo. Suscita debate y sobre todo perplejidad. Genera incomprensión y escepticismo por un lado, y por el otro grandes esperanzas. Nos encontramos ante unos brotes todavía tiernos que no sabemos qué tipo de árbol darán, pero que tienen rasgos prometedores, aunque también se pueden estropear.
1) Algunas impresiones de este movimiento
?ste es un movimiento que a primera vista cautiva a los que se acercan. Sí, cautiva porque se barrunta algo nuevo (?puedes decir que soy soñadora, pero no soy la única??, escribía una chica en un cartel). Se percibe deseo de salir del callejón sin salida del consumismo. Se percibe espíritu, se respira esperanza, se palpa humanismo. Se habla en las asambleas, una y otra vez, de que este movimiento trata, en primer lugar, de ?ensanchar la conciencia y ganar la dignidad??. En esto me parece que se sigue la línea que plantea el viejo pero esperanzador Stéphane Hessel, cuando recuerda que ?la peor de las actitudes es la indiferencia, el decir ?yo no puedo hacer nada, yo me las apaño?.
Pero también se percibe indignación en la línea constructiva y de resistencia pacífica pero vigorosa de Hessel. Crítica a un sistema que se ve cómo ha fallado, y aún más, un sistema que se ve que falla periódicamente. Nos encontramos ante un espíritu crítico -por fin, podríamos decir-, que protesta ante las graves desigualdades de nuestro mundo. Como bien dice Hessel, ?la brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda de dinero tan apasionada??. Es así. Pero frente a esto, se han formado multitud de concentraciones de personas que quieren seguir soñando. Y quieren hacerlo desde una postura no ingenua, sino participativa y desde un espíritu crítico, informado y formado.
Una de las cosas que más destacan de lo que estamos viviendo es la importancia e insistencia dada a la no violencia. Ya desde el principio esta llamada a la resistencia pacífica estuvo bien presente. Pero después del brutal ataque de los Mossos, que se puede ver en este vídeo que refleja muy bien lo injustificado de la actuación de la policía (?Los Invencibles de la plaza Cataluña??), el clima que se respiraba en la plaza esa misma tarde era Aimpresionante: gente fregando el suelo de la plaza, de nuevo pequeños grupos de diálogo, carteles que se iban colocando tranquilamente, y de noche una asamblea con mayor asistencia todavía que las anteriores, en la que el tono fue de una mezcla de reivindicación avivada, mayor indignación, y tristeza por lo vivido por la mañana. La brutalidad de la intervención policial dio un carácter épico a esta acampada. Creo que se ha vivido lo que tan bien de nuevo dice Hessel: ?hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no-violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir??.
Otra cosa que llama la atención de esta Acampada es la fuerte organización que hay, que permite canalizar a través de diversas comisiones las propuestas. Me parece una buena manera de intentar que las cosas se vayan elaborando de manera progresiva y colectiva. No se quieren líderes, personas individuales que conduzcan el proceso. ?En todo caso, un grupo??, decían algunos alrededor mío en una asamblea??
Por tanto, creo que efectivamente la experiencia de estas Acampadas tiene un aire nuevo, fresco, diría que incluso una tonalidad ?espiritual? y deseosa de humanización y de justicia para todas las personas. Se ve realmente una gran ?sed de justicia?, esa de la que nos hablan las bienaventuranzas??
2) Preguntas que van surgiendo
De todos modos, tras estas observaciones que muestran por qué creo que cautiva e ilusiona lo que se vive en las plazas, surgen una serie de interrogantes.
a.- El primero de ellos es: cuál será la evolución de las acampadas y, más aún, de este movimiento? Creo nadie tiene la respuesta. Me parece que estamos ante un sistema inestable, en el que no se puede predecir si se consolidará todo esto, si tomará consistencia, o si se deshinchará como un globo.
En efecto, se pueden ver algunos síntomas de pérdida de la ilusión inicial, de degradación que puede hacer cada vez más marginal lo que sucede en las plazas.
También empieza a haber algunas voces autocríticas (sí, la autocrítica es importante para avanzar), que se plantean el peligro de que las acampadas pierdan su vigor reivindicativo y propositivo serio, y pasen a ser más ?circos? que verdaderos ágoras que tan bien irían en nuestro momento actual. Como dice un documento que ha circulado por la plaza, ?que la acción y la construcción sea nuestra prioridad!??.
Otro interrogante que me surge al vivir y observar todo esto es el de si se tendrá la perseverancia suficiente para continuar el trabajo que se hace aquí. Claro, la primera cosa es que, al no verse éxitos inmediatos y al ver el tamaño del ?Goliat? al que se enfrenta todo esto, las personas que han ido viniendo entusiasmadas a la plaza, pueden ir cayendo de nuevo en la resignación o en el ?no hay nada que hacer?, en un ?fue bonito mientras duró?.
Pero la otra posibilidad a la que podría llevar la falta de paciencia es la de creer que lo que falla es el método de la resistencia pacífica. En este caso, se podría caer en la tentación de empezar acciones violentas o que rompieran el espíritu de consenso y de estar todos/as a una
b.- Otro gran reto que queda es el de extender lo que pasa en las plazas a las diferentes capas de nuestra sociedad, y los diversos lugares de nuestra geografía. Debe extenderse a los diversos barrios y ciudades de nuestro país?? y también de la geografía mundial, porque la realidad que se cuestiona es global. Por ello es importante aprovechar las redes sociales, hacer llegar a otros lugares las inquietudes y afanes de aquí, y compartir lo que se vive con otros rincones del mundo.
Y sobre la incidencia que puede tener todo esto, me gusta recordar una frase que oí uno de los primeros días: ?la clave es que el movimiento cale en todos los niveles; si no, será marginal??.
c.- Finalmente, quisiera recordar también la necesidad de que se consoliden ámbitos de reflexión seria sobre la realidad de nuestro sistema socio-económico-político. Pero no ya solamente una reflexión muy profunda y técnica, sino con elementos transversales, que tenga en cuenta esta dimensión social, de justicia y ?humanizadora? que hoy se pide a gritos, y que además sea creativa, que busque nuevas vías y nuevos paradigmas.
Una de las críticas y de los interrogantes que despierta todo este movimiento es el de si será capaz de tener en cuenta la complejidad de la realidad de hoy. Pero atención, que el peligro de considerar toda esta complejidad es que nos deje nuevamente parados y perplejos ante la magnitud de la realidad ante la que nos enfrentamos. ¿Cómo salir de ahí? Me parece que la única solución es cambiar nuestro paradigma, nuestra manera de entender y enfocar las cosas Adesde su raíz. Creo que ésta es la novedad que se apunta en todo este movimiento. Tal vez, desde este nuevo paradigma, las cosas sean, en realidad más simples de lo que nos parece.
3.- Como conclusión, diría que ojalá no quede todo esto en un bello recuerdo enterrado en mucha resignación, ni tampoco en el inicio de ?algo que empezó bien, donde mucha gente se sentía incluida, pero que luego se sectarizó y marginalizó???
Ojalá estas Acampadas sigan un curso positivo, que posibilite las novedades que necesitamos hoy, y que estas plazas donde se vive todo esto, sean realmente nuevos ágoras de nuestras ciudades, donde se opina libremente, donde todo el mundo se siente invitado, donde se construye ciudadanía, se tratan los problemas y se buscan soluciones constructivamente, sumando. Y que llegue esta voz crítica a los gobiernos, a los parlamentos, que no permanezcan ajenos a todo esto.
Ojalá podamos hacer caso de lo que un día se dijo en una asamblea: ?hay que ensanchar el alma y el espíritu, y no tener prisa: llegaremos lejos!??.
Galería de fotos:
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NOTA: este artículo ha salido también en http://www.periodistadigital.com