Enviado a la página web de Redes Cristianas
Lizarra 2016ko uztaliaren 6’an
Amigos/as de las diferentes tradiciones presentes en el Foro de Estella:
Adjunto os enviamos las conclusiones que hemos elaborado a partir de los diálogos del Foro de Estella recién concluido. Como bien sabéis estos diálogos versaron sobre el lema del encuentro ?Abrazo de credos, abrazo de civilizaciones??. Para cualquier información adicional a propósito del contenido de estos diálogos no dejéis de contactarnos. En breve si lo deseáis también os podremos facilitar los links para poder visionar en la Red los diálogos.
Siempre agradecidos por vuestro apoyo. Disfrutad merecidamente del descanso de verano. Ongi igaro udara ta eskerrik asko bihotzez eskeini diguzuen laguntza guztiagatik:
Asociación Aroa
A lo largo de tres intensos días los diferentes exploramos cómo acercarnos. En el Convento de San Benito de Estella diálogamos cómo nuestra humanidad puede avanzar hacia el abrazo y no hacia el choque entre los diferentes. En las tres jornadas que duró el Foro Espiritual de Estella 2016 tratamos de visionar cómo construir un mundo en que la religiosidad y la espirtualidad puedan amalgamar y no separar, puedan ser nexo y no disputa. Adjunto os presentamos algunos de los pensamientos fuerza, de los pensamientos simientes más significativos que pudimos recoger en los cuatro diálogos celebrados durante el Foro.
«Lo que sea odioso para ti, no lo quieras para el otro». Así se expresa una de las tradiciones religiosas que han construido en Estella un diálogo colmado de conocimiento, sentido y fe compartidos. Tras escuchar las voces que las han representado, nos es posible afirmar que todas ellas: Budista, Hindú, Cristiana, Judía, Islámica, Bahá’í y Espiritualidad universal, pueden suscribir este precioso y preciso mensaje. Esta máxima transmite la necesidad de que la vivencia religiosa, iniciada siempre desde la persona, esté dotada de una moralidad cimentada en el desarrollo del valor interior, de la liberación de las ataduras materiales y de la atenuación de la irrupción egoíca. Llevada a la práctica nos aporta calma y paz interior, nos expande hacia fuera, nos inicia en la fraternidad y la compasión y amor hacia todos los seres.
Esta primera cuestión, basada en la acción personal, ha resultado tan unánime como la necesidad de que la práctica sea su compañera natural: «parco en palabras y abundante en hechos»; «la práctica es indispensable y debe ser una práctica transformadora»; «el servicio es la forma de adorar a Dios»; «las acciones revelan nuestros pensamientos»; «la práctica como expresión de quien se es»; «la religión debe manifestarse bajo la forma de amor». En Estella no hemos sido testigos de otra cosa que de acuerdos respecto a cuál debe ser la actitud y la actuación del ser humano en la manifestación religiosa de su vida.
«La espiritualidad debe estar presente en lo terrenal» y «un ser humano dotado de libre albedrío» tiene que «asumir la posibilidad de hacer algo, de sumarse a la responsabilidad planetaria compartida». Las tradiciones religiosas resaltan que la práctica de la espiritualidad está invitada a ir adquiriendo una visión global, comprendiendo todo aquello que el individuo hace y con lo que se relaciona: su familia, su trabajo y cualquiera de sus círculos pequeños o grandes, y por supuesto, la naturaleza. Todo ello queda expresado como su comunidad en el sentido más amplio. La voluntad se encarna entonces para hacer que «la mirada espiritual se convierta en una mirada a los ojos del otro desde la bondad». ?La práctica de la espiritualidad desde la comunidad es abrirse a la experiencia de hacer que la luz divina entre en la vida cotidiana»; «reconocer la gran importancia de los vecinos». De esta forma logramos que la comunidad pueda devenir en un agente facilitador del propio progreso: «la cultura del despertar se crea en comunidad», » la comunidad es necesaria para poder despertar nuestra conciencia».
Todas las tradiciones coinciden al afirmar que se encuentran al servicio del desarrollo de un ser moral. «Las tradiciones son diferentes caminos para despertar la santidad innata en el ser humano». Brota entonces un imprescindible espacio común. Aparece la evidencia de la multi manifestación religiosa, donde las diferencias parecen tan notorias como enriquecedoras. Las diferentes voces, las diferentes tradiciones se encuentran con una claro propósito de trascendencia: «No es importante a quién se reza sino desde dónde se hace»; «la religión no puede ser solo la forma»; «más allá de cualquier expresión de diferencia, hay una unidad subyacente».
«El abrazo como reto». Con la misma naturalidad que han brotado las coincidencias surge la convicción de que el abrazo de credos posee la característica de desafío y por ello es necesario: «abrazar para conocer y para encontrar pautas de encuentro, para reconocer la bondad en los otros»; es por tanto necesario «dialogar desde el corazón»; «acoger testimonios que nos interpelan y nos transforman». «La acogida natural desde la propia identidad» nos invita a «integrar lo diferente, porque eso también es parte mía, es el paso necesario para la unificación».
Abrazar, conocer, reconocer, dialogar, acoger, sentirse interpelado, transformar o integrar son acciones necesarias para que se produzca un avance. Este avance se encuentra listo para proseguir, cuando es empujado por una fe amplia y flexible. A menudo ocurre que abundamos en lo mismo, sólo que desde contextos culturales diferentes. El abrazo demanda transcender las formas de fe y para esa tarea se ha apuntado que no existe una posición central: «el abrazo interreligioso no tiene centro, nadie puede ser el centro». El camino se abre y para transitar sus puentes debemos dotarnos de una mirada tan amplia como abierta: «si el hecho espiritual se basa en un transfundo innombrable y renovador, los dogmas desaparecen porque es una experiencia transformadora y por tanto, transreligiosa, es una espiritualidad, sin forma.»
En Estella, un nutrido grupo de representantes de tradiciones religiosas, tan diversas como entrañables a través de sus diferentes formas y ritos, han querido orientar sus palabras hacia lo que ellas quieren y significan, a su esencia. El resultado es un renovado canto de esperanza porque sus testimonios revelan una unidad esencial, una clara convergencia en su propósito: acompañar a los hijos y las hijas de Dios en el logro de una vida buena, para que también lo sea en sus comunidades y, con todas ellas, para la Humanidad entera.
* En cursiva aparecen esas frases significativas, esos pensamientos simientes que hemos recogido en los diferentes ?diálogos?? celebrados en Estella.