La estrategia del sector duro del episcopado es contribuir a la derrota del Psoe en las próximas elecciones episcopales. Porque sabe que, de lo contrario, y tras tanto tensar la cuerda (ahora a propósito de la EpC), si vuelve a ganar, al Psoe no le quedaría más remedio que denunciar los Acuerdos Iglesia-Estado.
Unos Acuerdos ciertamente ventajosos para la Iglesia, a los que, hasta ahora, el Gobienro no quiso tocar por prudencia y para no desatar las iras de los católicos. Pero en el Psoe saben que el episcopado se la tiene jurada y que, llegados a este momento, la situación ya no tiene arreglo. Ya tiene que haber vencedores y vencidos.
Tan mala es la actual situación de las relaciones Iglesia-Gobierno en España que hasta los responsables episcopales más prudentes en sus
afirmaciones «ven más que probable» que, en caso de ganar las próximas
elecciones con mayoría suficiente, «el Gobierno de Zapatero denunciará,
unilateralmente, los Acuerdos de 1979».
En el seno del Partido Socialista cada vez son más los que apuestan por la «línea dura» contra el Episcopado. Hasta la fecha, Zapatero había asegurado que los citados Acuerdos no se tocarían «en esta legislatura». Pero la propuesta de fin del Concordato podría, incluso, aparecer en el programa electoral del PSOE.
La Iglesia, maestra de la negociación y del diálogo, está colocando todos los huevos en el mismo cesto (del PP). Si éste gana las elecciones, pedirá sus réditos. ¿Y si las pierde?
Ya hay voces episcopales que se están levantando contra esta excesiva radicalización eclesial. Y, desde Roma, parece que apuestan por buscar vías de salida y de negociación. ¿Surtirán efecto?