A la crisis globalizada y orquestada hay que gritarle: «el poder está en el pueblo» -- Juan de Dios Regordán Domínguez

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Hasta no hace mucho costaba reconocer que la división entre los hombres y las naciones era un hecho. Ahora nos están sorprendiendo otras cosas aparentemente más sutiles pero al mismo tiempo más graves. Si abrimos la prensa o vemos la televisión, se nos presenta la desunión, la desconfianza, terrorismo, crímenes, guerras, injusticias de unas personas con otras, malas interpretaciones y lo que es más grave: ?todos creen tener justificación y razón??.

Son demasiados los acontecimientos que cada ciudadano tiene que asimilar dentro de un obligado conformismo. Están cambiando el ritmo de la sociedad, sin poder dar pasos certeros hacia el futuro porque el presente está dominado por quiénes saben sacar provecho para minorías dominantes, exigentes e inhumanas. Los del ?sistema?? saben enredar el presente, desorientar, marcar los pasos a responsables políticos y adueñarse de los mejores beneficios sin compartir en un marco de justicia social.

Todo se realiza en silencioso proceso en el que casi todos los ciudadanos han caído. Se ofrecían fáciles caminos para tener cada vez más, como si existieran recursos inagotables. Los mensajes bien forzados para domesticar voluntades, para apuntalar los muros del sistema injusto. Parecía que a nadie le iba a llegar pero llegó. Los gobernantes se reúnen casi sin saber para qué porque han entrado en la ruleta de la impotencia para defender el bien de sus ciudadanos. Las deudas pueden más que las ilusiones para salir adelante. Así, cargados de mensajes pesimistas, ocultan su vergüenza en sonrisas hipócritas.

De poco están sirviendo las reuniones internacionales, los compromisos que se quedan en recortes sociales que no llevan a la solución de los problemas porque no se afrontan los causantes. La sociedad empieza a tomar conciencia de que ya no puede seguir más tiempo contemplando pasivamente lo que sucede. Le ha tocado sufrir las consecuencias de un sistema injusto que se resiste a desaparecer y que pretende poner cada vez en menos manos los destinos del mismo universo.

Se ha contagiado la inseguridad. Si el poder financiero domina al poder político y el poder político pone en peligro a la democracia que empieza a desquebrajarse, el pueblo tiene que reaccionar y gritar de una vez abiertamente que ?el poder está en el pueblo??. Se hace necesario estructurar la participación ciudadana para ir abriendo caminos solidarios y luchar contra la injusticia y arrimar el hombro para esquivar todas las consecuencias de la crisis. Unos movimientos sociales bien estructurados, favoreciendo la gestión de sus representantes es la fuerza capaz de aglutinar voluntades encaminadas al bien común.

Para salir victorioso de esta crisis, una participación activa de los ciudadanos será el respaldo básico y fundamental en el que el sistema democrático se vea fortalecido. Consecuentemente la participación activa de los ciudadanos servirá como motor para que los gobiernos y políticos ajusten su actuación a unos planteamientos más realistas y acordes con las exigencias de cada momento, sobre todo cuando se refieran a temas que, de manera muy directa, afectan y convienen a los vecinos y ciudadanos en general.

Y para garantizar que la administración esté siempre al servicio de los ciudadanos, habrá que articular una legislación y reglamentaciones adecuadas, que promuevan y faciliten una participación eficaz del movimiento asociativo a todos los niveles, de lo contrario, este derecho se podría convertir en un derecho vacío de contenido. Por ello, es necesaria la colaboración basada sobre una relación de confianza mutua y de intercambio de experiencias en temas como medio ambiente, cultura, educación, sanidad, protección social, lucha contra el desempleo, y promoción de derechos humanos.

juandediosrd@hotmail.com