Celebro tu vida, Javier, ahora que te has ido, que te has quedado para nunca irte, que has vuelto a ser enteramente uno con la Fuente del Ser, ahora que VIVES.
La pena nos abate, sí, porque en nuestros pobres ojos ya no se encenderá la luz de los tuyos tan llenos de claridad y de ternura. Que se lo pregunten a tu querida, inseparable Maribel, a quien no hace mucho, mientras aún podías balbucir palabras, le decías: ?¡Cómo eres, Maribel! ¡Cómo me cuidas!??, fundidos ambos en la misma emoción, la misma profunda gratitud de la vida, la de quien recibiendo da y la de quien dando recibe, doble y única dicha a la que solo se accede a través de la muerte del ego. ··· Ver noticia ···
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