Diario de a bordo: Sin papeles expulsados de una iglesia -- Jacques Gaillot

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Partenia

Ahí estábamos todos en aquella pequeña iglesia de las afueras, esperando el fallo del tribunal. El obispo había solicitado la expulsión. Al mediodía, llamaron los abogados: el tribunal dio razón al obispo. Cayó entonces un gran silencio sobre la asamblea. Fue una decepción. Una desaprobación. Pero la actitud fue digna y responsable. En las intervenciones no hubo cabreos, no hubo gritos. Desde el 21 de abril, ocupaban esta iglesia por la noche ¡y el resultado fue la expulsión!

Junto a mí, un hombre tiene lágrimas en los ojos.
Estas mujeres y hombres aman nuestro país y no quieren dejarlo. Sus hijos están escolarizados.
Recibieron el apoyo de cargos políticos, de organizaciones, de sindicatos, de asociaciones y de feligreses.

Me parece escandaloso que un obispo pueda solicitar la expulsión de los extranjeros que vinieron a buscar apoyo y protección dentro de su iglesia.
Cuando se expulsa a extranjeros de una iglesia, se desacraliza la iglesia.
A penas seis horas después de la decisión del tribunal, un centenar de policías con armas y cascos se presentaron allí. Una expulsión enérgica que conmovió a los habitantes del barrio. A penas seis horas para poner en ejecución la orden del tribunal. Seis meses para examinar los expedientes en la prefectura. ¡Y esos expedientes siguen en lista de espera!
Los sin papeles no pierden su determinación. La lucha sigue, difícil e incierta.