Derecho de la mujer a decidir ser madre -- Roser Puig F.

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Somac

En una entrevista para ZENIT, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud, decía: ?Por el mandamiento «No matarás» estamos obligados a no matar a nadie, pero al mismo tiempo a no dejarnos matar, es decir, a proteger nuestra vida. Tanto es así, que es doctrina tradicional de la Iglesia, que nunca ha cambiado, que para defender la propia vida inocente se puede llegar incluso a matar el agresor. Si el agresor tiene el virus ?bola, gripe o sida y me quiere matar, yo me tengo que defender. Si me quiere matar con el sida, me tengo que defender del sida. ¿Cómo me defiendo? Con el medio más apropiado. El que yo considere: ¿que es un garrote?, con un garrote. ¿Si es una pistola?, con una pistola. ¿Con un preservativo? Si es eficaz para defenderme, sí, en este caso de injusta agresión???? (y la entrevista seguía en ese tono).

Ante la multitudinaria manifestación que los movimientos ?pro-vida?? consiguieron reunir en Madrid el 17- O, en contra de la Reforma de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, vinieron a mi memoria estas declaraciones cardenalicias que, tiempo atrás, publicó ZENIT. Aparte de haceros reír un poco por la patochada de semejante reflexión, mi intención al traerlas a colación es la de demostrar que, incluso en la cúpula de una Iglesia dogmática y segura de estar en posesión de la absoluta verdad, no tienen más remedio que dudar en muchas ocasiones sobre si algo es bueno o malo, y utilizar de vez en cuando aquello de: ?en el caso de que????

Pienso que los obispos españoles, al oponerse frontalmente, a rajatabla y sin fisuras, a una Ley de Plazos para la interrupción del embarazo, no lo hacen sinceramente por razones éticas y en defensa de la vida del más débil, como dicen. Saben de sobras que las cosas no son siempre del todo blancas, o negras. Tienen motivos ocultos y oscuros al agitar las aguas. Motivos como es el de hacer una demostración de fuerzas, con el fin de que este Gobierno no se atreva a reformar la Ley de Libertad Religiosa (como viene amenazando) de forma que perjudique sus seculares privilegios.

Evidentemente, la gravedad de una decisión de abortar no es comparable con la de decidirse a usar preservativo o no. (el horror al condón, por parte de sus eminencias, es otro tema que daría para otro artículo). Pero hay casos límite, en el tema del aborto, en los que por ejemplo el proseguir con un embarazo puede poner en peligro la vida de la madre ¿puede la Jerarquía católica obligarla a suicidarse en nombre de Dios? Eso es lo que ocurriría si se aboliera la Ley de Aborto, como reclaman los movimientos ?pro-vida??, espoleados por la Conferencia Episcopal Española.

La Ley dice que solo la mujer puede decidir, en conciencia, si prosigue con el embarazo o no. No opinan lo mismo sus detractores. Algunos, como el ex presidente del Gobierno, José Maria Aznar, utilizan su influencia entre sus seguidores para echar para atrás una Ley que intenta regular un endémico y lamentable fenómeno existente, desde siempre, en nuestra sociedad. (Durante el mandato Aznar se produjeron más de 500.000 abortos y se aprobó la legalización y distribución de la píldora considerada, por los sectores reaccionarios, abortiva RU-486)

El que en la época en la que el PP tuvo mayoría absoluta su Gobierno se abstuviera de abolir la Ley de aborto existente desde 1984, lo explica ahora Aznar diciendo que fue ?por respeto al consenso de una norma??. ¿Cómo podemos creerle? Su respeto por la voluntad del Pueblo (90% en contra de la guerra) y las normas que exigían que consultara antes con el Parlamento, brilló por su ausencia.

Decidió, junto con Bush y Blair (foto de las Azores) invadir Irak, para apoderarse del petróleo de ese país, antes de que lo hiciera Rusia. Entonces nos mintió diciendo que ?sabía?? que en Irak había ?armas de destrucción masiva?? que podían poner al mundo en peligro. Pero el día 7 de febrero de 2007, en una conferencia en Pozuelo de Alarcón (Madrid), refiriéndose a la guerra de Irak, reconoció que ?no había armas de destrucción masiva?? y que su problema fue «no haber sido tan listo y no haberlo sabido antes??, para añadir a continuación: «Es que cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía??,
¿Es comparable una decisión de esa envergadura, tomada con esa ligereza, (cuya consecuencia ha sido la destrucción de un país y la muerte de miles de vidas humanas inocentes, que todavía continúa) con la decisión de abortar tomada por una mujer, la cual afecta solo a un ser humano?

El Papa Juan Pablo II declaró dicha guerra ?injusta?? (el si debía saber que no había ?armas de destrucción masiva??) pero no excomulgó a José María Aznar. (El Catecismo, redactado durante el reinado de JPII y aun en vigor, como recordó el cardenal Javier Lozano Barragán en su grotesca entrevista, distingue entre guerras justas y guerras injustas) En cambio, una mujer que aborta cae en excomunión. ¿Una mujer que aborta y que, según la doctrina eclesiástica, mata a un solo ser humano, es peor que un gobernante genocida?

Pues bien, a ese señor lo pudimos ver y oír el 17- O, sentenciando que ?lamentaba que se quiera convertir el aborto en un derecho de la mujer??. (Pues yo lamento que él utilice el drama de tantas mujeres para volver a coger las riendas del poder de su partido).

Los obispos están de acuerdo con Aznar pues la libertad de conciencia es algo que la ICR se ha negado a asumir, de las conclusiones del Concilio Vaticano II (Gaudium et Spes, nº 17) Ya no digamos la libertad de conciencia de una mujer que, según su antropología tradicional patrística, es un ser inferior al hombre ?en todos los sentidos?? (Santo Tomas de Aquino) por lo que debe estar dependiente y sometida al varón.