Nuevatribuna
Como todo líder de transición, se movió en terrenos inciertos, intentando no romper del todo con el pasado, pero sin resignarse a repetirlo.
A criterio personal, y desde la perspectiva de mi no adscripción a ningún dogma ni religión, considero a Francisco I como el pontífice que, desde el principio de su papado (también mucho antes) no reprimió el impulso de desafiar la comodidad del dogma hasta el extremo de comportarse más veces como una persona normal y corriente (me viene a la memoria la distendida entrevista que le hizo Jordi Évole) y no como un alto mandatario sometido a un estricto protocolo. Ver noticia original en …