Una religiosa desde Myanmar: «Aquí sólo hay muerte y destrucción» Mandalay

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Fuente: Observatorio eclesial
Dramático testimonio de la hermana Benedetta, superiora de un convento en Mandalay, la zona más afectada por el terremoto, donde lugares de culto,
edificios y casas han quedado completamente destruidos mientras el número de muertos sigue aumentando.
«Nuestro convento, que se derrumbó en parte, es ahora inhabitable. Aquí hace falta de todo, pero todavía no hay ayuda».

«Ahora nuestro futuro es incierto, no sabemos cómo
podremos reanudar nuestra misión. Vivimos cada día
que pasa con total dolor y parece que hemos perdido la
esperanza». Es el terror de las secuelas del terremoto
que asoló Myanmar, golpeando también el convento del
Buen Pastor de Mandalay, a las 12.50 horas del 28 de
marzo.

«Acabábamos de terminar de comer -explica sor Bene-
detta, superiora de la Congregación de Nuestra Señora
de la Caridad del Buen Pastor- cuando mis hermanas y
yo sentimos un fuerte temblor, largo e intenso, que de-
bió durar más de dos minutos. Todas gritamos y nos
refugiamos bajo las mesas. Poco después, todo volvió
a temblar, más fuerte y terriblemente que antes».

Dolor y susto

La religiosa relata asustada a los medios vaticanos que
su mayor temor en ese momento era que el edificio se
hubiera derrumbado por completo y que bajo los es-
combros pudieran estar no sólo sus queridas herma-
nas, sino también las niñas que son acogidas en el
marco de algunos programas de ayuda social. «Afortu-
nadamente, nadie perdió la vida ni resultó herido. Pero
nuestros corazones estaban llenos de angustia y sen-
tíamos que nos moríamos por dentro».

Temblores continuos

Desde entonces, nada ha sido igual: las hermanas tu-
vieron que abandonar la estructura, que había sufrido
varios derrumbes y numerosas grietas profundas que
ponían en peligro su estabilidad, y se vieron obligadas a
trasladarse al local del primer piso de un antiguo salón
de belleza situado a pocas manzanas de su convento.

«Todavía estamos todos muy conmocionados, ya no
podemos dormir por las noches. Las réplicas se suce-
den sin interrupción, incluso cinco o seis veces al día, y
no saber cuánto durará nos mantiene en pánico».

Daños ingentes

Esta desesperación también se vio ali-
mentada por el hecho de que en todo Mandalay, epi-
centro del seísmo, la mayoría de las iglesias y lugares
de culto cristianos sufrieron grandes daños. «No sólo
eso -explica la monja- el monasterio budista U Hla
Thein también se derrumbó, al igual que la mezquita y
otros numerosos edificios, carreteras y puentes. El nú-
mero de muertos es trágicamente alto, mientras la gen-
te duerme en la calle sin que le quede nada».

Necesidad de todo

Mientras la Iglesia local, a través de Cáritas y otras or-
ganizaciones solidarias, intenta ayudar alojando a los
desplazados en sus propias estructuras que han que-
dado en pie, la Hermana Benedetta hace un llamamien-
to a la comunidad internacional para que envíe alimen-
tos, agua, medicinas, kits de higiene y ropa lo antes po-
sible: «Pero, hasta ahora, aquí no ha llegado absoluta-
mente nada».

(vaticannews.va) 02/04/2025