Y en cuanto a la religión, confieso que, a mí por lo menos, me da pena, mucha pena. Mi religión, la católica, que es la que mejor conozco, no para de protestar y quejarse, de vociferar y echarse a la calle. ¿Para qué? Los obispos dicen que ellos tienen por misión anunciar a Jesucristo. Pero la verdad es que la impresión que producen muchos de ellos es que les preocupan más determinados asuntos, relacionados con el poder político y económico, que con el Evangelio que anunció Jesús.
El resultado es que la Iglesia ya no está ni en la derecha, sino a la derecha de la derecha, o sea tan al margen que da la impresión de que no está en ninguna parte. O mejor, muchos pensamos que donde está es estorbando, impidiendo que este país funcione mejor.