Un millón de fieles en contra del amor

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Rebelión

Dicen los organizadores que acudieron a la misa más de un millón de personas. Sólo podían ser vistas desde el cielo, será por eso que tuvieron ayuda para contarlas. La verdad es que fueron muchas, pero no tantas. El milagro de los peces que trata de emular la propaganda no parece creíble, aunque a nadie le importa. Hay un gran número de católicos en España y la mayoría de un partido contrario al gobierno, por eso esta misa tuvo un perfil más político que religioso, pero no vaya usted a decirlo en voz alta porque se le abrirá el suelo que pisa y se irá derechito al infierno, eso si no le linchan los abnegados fieles.

El caso es que la iglesia española está haciendo berrinche desde hace tiempo. Ve como su poder retrocede y se marchita y claro, no le gusta. Añora tiempos pasados, cuando las monjas desfilaban con el brazo en alto saludando al dictador. Añoran el crucifijo atornillado en la pared y obligar a los niños a rezar a base de hostias. La iglesia española busca remontar cifras, ingresos y apoyos de otras épocas y para ello ve necesario influir en la balanza electoral.

Una de las reivindicaciones de la ?manifestación?? fue declararse contrarios a la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. No lo ven con buenos ojos. Si entre dos personas del mismo sexo puede haber amor verdadero ¿por qué no darles el mismo rango que cualquier otra pareja que se quiera? No; la iglesia no permite ese tipo de amor, no lo acepta y lucha para continúe considerado poco menos que un delito. No sabemos si a Dios le importa que el amor tenga esta vertiente, será que los curas, administradores únicos del amor en todas su formas, se aferran a la palabra escrita, a la semiótica típica de fanáticos extremistas para impedir a toda costa semejante aberración. Parece que el amor encuentras barreras en los lugares más insospechados.

Claro que la ley no obliga a ninguna religión a proceder con esa igualdad. Es una cuestión legal, administrativa pura y simple. La iglesia que siga casando a la gente de la manera que crea conveniente. El problema surge cuando una religión se cree con más derecho que las demás, se siente en una posición de dominancia. Entonces la cosa cambia. Pretenden que toda la población mundial, si fuera posible, acate y siga todas las reglas por ellos creadas. Se niegan a cualquier otra posibilidad, llegando incluso a interceder el la política.

No sé muy bien si la iglesia actúa manipulada por los partidos de la derecha, o viceversa. Todo el mundo sabe que si las elecciones las ganara hoy el PP sus sagrados beneficios se multiplicarían y tendrían una capacidad de presión sobre los legisladores mucho más amplia. Seguramente la clase de religión sería obligatoria y se tumbarían leyes ya creadas y aceptadas por la mayoría y no habría nadie capaz de impedirlo. Amen.

La gente, corderitos del señor, aclama a los curas que se rebelan ?contra el gobierno socialista?? y que exigen clases de religión en los colegios o derogar la ley de matrimonio homosexual. Y son capaces de salir a la calle para evitar que dos personas que se amen puedan tener lo que ellos tienen. Pedan tener reconocimiento y libertad. No será porque entre los curas no hay homosexuales (casados con Dios) quizá haya más pederastas, pero de esto no se habla en las filas de Rouco. Será que lo ven con mejores ojos. ¡Dejad que los niños se acerquen a mí!

Es una lástima que los representantes de una religión que se basa en el amor, se dedique a prohibirlo, a censurarlo y limitarlo por géneros o por razas. Es una pena que no ande entre nosotros Jesucristo en persona, porque además de expulsar al Papa y su gente del Vaticano, cual mercaderes de antaño, probablemente oficiaría él mismo las uniones entre gente del mismo sexo enamorada. Seguro que lo comprendería al menos mucho mejor que Rouco Varela.

He de decir que estoy de acuerdo en lo de las clases de religión. De hecho, ojalá en el mundo entero fuera obligatoria. Sí, que los niños aprendan TODAS LAS RELIGIONES, que sepan de qué hablan sus profetas, de dónde vienen las distintas creencias, que los musulmanes no sean extraños, que los budistas no sean solo hyppies. Que todos los niños aprendieran la historia de todas las religiones y vieran el bien y sobretodo el mal que por culpa de ellas se ha generado en la humanidad.

Así está España, todavía debatiéndose entre el pasado y el futuro, entre abrir horizontes o tapiarlos. Entre la regresión ideológica o la amplitud intelectual. ¡Qué pena, Dios mío!