Aborto, iglesia católica y moralina sexual -- Gustavo Vidal Manzanares

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El Plural

Durante años, el amancebamiento de la iglesia católica con el poder político cavó un precipicio de pobreza, oscurantismo y sufrimiento. Hoy, en el asunto del aborto, algunas ladillas sociales suspiran por volver a aquellos episodios lúgubres.
Por consiguiente, conviene recordar qué sucedía cuando el lobby Vaticano manipulaba las palancas del poder.

De manera tétrica, el aborto estaba prohibido, pero se practicaba, aunque huérfano de garantías sanitarias: el perejil introducido en las entrañas, las lavativas, la mostaza, aguardiente alemán ingerido en ayunas por infelices que apenas ganaban para comer dos platos de sopa al día?? Era frecuente que algunas jóvenes recurrieran a las brutales agujas de punto y acabaran su vida sobre charcos de sangre o tras las rejas de un presidio.

Algunos parecen suspirar por volver a ese horror. Tal vez porque las ?familias bien?? y de derechas de toda la vida siempre podrán mandar a sus hijas a abortar a Londres.

Frente a aquello, el vigente Código penal dio el primer paso despenalizando el aborto en varios supuestos: 1) cuando sea necesario para evitar un grave peligro a la vida o la salud física o psíquica de la embarazada, 2) cuando el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo de violación, practicándose dentro de las doce primeras semanas de gestación y habiendo sido denunciado el hecho y 3) cuando se presuma graves taras físicas y psíquicas, siempre que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas.

No obstante el avance que supuso, ha llegado el momento de modernizar esa normativa. La postura más sensata y realista es, a mi juicio, la reflejada en Holanda. Junto a una ley de plazos y la adecuada planificación familiar sustentada por el Estado, gozan de formación sexual en las escuelas.

De este modo se evitan muchos embarazos entre adolescentes y no menos enfermedades de transmisión sexual. Son frecuentes en aquella nación las amplias campañas divulgativas en televisión sin que talibanes de sotana clamen desde púlpitos o detrás de pancartas.

Así, una política de educación sexual beneficia la salud de los ciudadanos, y la ley de plazos disminuye el número de abortos, pues donde se conjugan estos factores la cifra de interrupciones voluntarias del embarazo es tres veces menor que la media comunitaria y retroceden las enfermedades de transmisión sexual.

Pero no nos llamemos a engaño. Esto a la iglesia católica y a sus ladillas mediáticas les importa un comino. El aborto forma parte de su cóctel de moralina. Reniegan de la educación sexual en los colegios, rechazan los métodos anticonceptivos, incluso el preservativo, y consideran que el sexo fuera del matrimonio puede acarrearnos una condenación donde sufriremos lo indecible por los siglos de los siglos.

Resulta incalculable el dolor que estas posturas católicas han debido causar a millones de personas durante generaciones.

Por el contrario, la próxima reforma de la legislación del aborto, combinando una normativa de plazos con las siempre oportunas campañas de educación sexual, contribuirán no sólo a incrementar la seguridad jurídica sino a reducir el número de abortos.

Evidentemente, esto perturba la moralina de algunos. Pero el bien de la sociedad está por encima de ideas apolilladas y anatemas de altar e incienso.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

gvidalmanzanares@gmail.com