Is 6,1-2a.3-8: Aquí estoy, mándame
Salmo responsorial: 137 Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
1Co 15,1-11: Cristo murió y resucitó
Lc 5,1-11: Dejándolo todo lo siguieron
Primera lectura
El autor ubica la escena en un tiempo concreto, año 740 a.C. que corresponde a la muerte del rey Osías (740 a.C). El relato se divide en dos partes: la visión (vv. 1-4) y la reacción del profeta (vv. 5-8).
Una tercera parte ha sido excluida en nuestro texto (vv. 9-13) que cuenta la misión que recibe el profeta. Realmente todo el capítulo 13 forma una unidad literaria. Por su similitud con los relatos de vocación de Jeremías y Ezequiel, que tienen estas mismas tres partes, algunos consideran este relato como de vocación. Sin embargo, el contenido nos lleva a pensar en un relato de misión.
La escena comienza a desarrollarse probablemente en el templo de Jerusalén, donde el profeta recibe la visión de una liturgia celeste. El profeta ve a Yahvé con los rasgos de un rey, ejerciendo su poder. También sobresale un lenguaje de plenitud expresado en frases como “el ruedo de su manto llenaba el templo”, “su gloria llena la tierra toda”… Los serafines (serafín = ardiente), seres alados de fuego, que no son todavía los ángeles de la tradición posterior, están por encima del rey, en actitud de servicio. Los serafines entonan el canto del «santo, santo, santo». La santidad de Dios se hace visible a través de su gloria, y la gloria de Dios se manifiesta a través de sus obras en la creación y de sus acciones liberadoras a favor de su pueblo.
En los vv. 5-7 se nos muestra la reacción de Isaías ante la visión, poniendo el acento en la impureza de sus labios y los de su pueblo. Se siente perdido por que tal vez no habló en el momento que lo debía hacer, esto lo hace impuro e incapacitado para ejercer su vocación de hablar en le nombre de Yahvé. La exclamación angustiosa que expresa conversión es atendida con un serafín quien a través de un carbón encendido toca su boca para que le sean perdonados sus pecados. Isaías entonces está habilitado de nuevo como profeta, no sólo para hablar sino para escuchar la voz de Dios que busca un profeta. Pasando de la angustia del pecado a la seguridad de estar acreditado para hacer de profeta, responde de inmediato “aquí me tienes”, manifestando así su disponibilidad y pertenencia absoluta a la voluntad del Señor.
Segunda lectura
Todo el capítulo 15 de 1 Corintios tiene como eje temático la resurrección de Jesucristo, puesta en duda en el v.12: “¿cómo dice alguno que no hay resurrección de los muertos?”. Al comenzar el capítulo Pablo recuerda la Buena Nueva como el mejor regalo entregado a la comunidad de Corinto, regalo que fue recibido y mantenido con fidelidad a las palabras anunciadas. Aparece claro que el elemento común a los cristianos de todos los pueblos, culturas y tradiciones es la palabra de Dios. El contenido de la Buena Nueva lo describe Pablo citando un fragmento del primer credo cristiano que tiene como protagonista a Cristo, como testimonio de solidaridad, su muerte por nuestros pecados, como punto de referencia, las Escrituras, como respuesta solidaria humana, su sepultura, como intervención directa de Dios, su resurrección, como testigos de la resurrección, a todos los que se les apareció. El Dios de la Vida y la vida de nuestro pueblo es la razón de ser de toda vocación cristiana, que es vocación a defender y acrecentar la vida. «Para que tengan Vida y Vida en abundancia».
Evangelio
Mientras en Marcos Jesús elige sus primeros discípulos antes de iniciar su actividad misionera, Lucas presenta primero su proyecto misionero en Nazaret (Lc 4,14-30) y realiza sus primeros signos (Lc 4,31-44) para sólo hasta el evangelio de hoy elegir sus primeros discípulos. El evangelio comienza reseñando el éxito de la actividad misionera de Jesús. La gente se agolpaba para escuchar su palabra, mientras se encuentra a orillas del lago de Genesaret (significa lago del jardín de la riqueza). El mismo lago es también conocido con los nombres de mar de Tiberíades -por la ciudad portuaria que lleva este nombre- y mar de Galilea. Realmente es un lago, al que por su tamaño, sus vientos, su riqueza y el poco conocimiento que tenían los judíos del mar, desde muy antiguo lo llamaron mar. El lago tiene veinte kilómetros de largo por trece de ancho. Está ubicado a unos 207 metros bajo el nivel del mar. En tiempos de Jesús tenía a su alrededor nueve ciudades densamente pobladas.
Jesús vio dos barcas vacías, por que sus pescadores estaban en tierra lavando las redes, y utiliza la de Simón, a quien le pide que la aleje un poco de la orilla para utilizarla como púlpito de predicación. Simón debe sorprenderse por que del relato se deduce que él y los demás pescadores estaban más preocupados de sus redes que de las palabras de Jesús.
En el v. 4 Jesús ha terminado su predicación a la gente y parece centrar su atención ahora en los pescadores. Le pide a Simón que reme mar adentro y echen las redes. El uso del verbo echar en plural indica que la petición no es sólo para Simón, aunque él sea su directo interlocutor. Para las comunidades cristianas «remar mar adentro» significa la necesidad de arriesgar para salir a anunciar la palabra de Dios a otros pueblos. Y echar las redes simboliza la actividad misionera que permite “pescar” hombres y mujeres para la causa del Reino. La autoridad de Jesús debe ser reconocida por Pedro porque no pone objeción a sus órdenes. Sin embargo, la petición de echar las redes contrasta con la realidad. ¿Creer en la palabra de un hombre que recién conocen, o en su palabra de pescador, que sabe por experiencia que de día no se pesca, y menos cuando en la noche anterior ha sido inútil intentarlo?
Simón, llamándolo jefe, (algunos traducen equivocadamente maestro) se decide por las palabras de Jesús. Echan las redes y la pesca resulta abundante. Esto significa para las comunidades cristianas la necesidad misionera de anunciar la palabra para pescar personas. Lo importante es que mientras confiemos en Jesús cualquier hora es buena para la pesca. Entones llamó a sus compañeros para que le ayudaran. La misión es siempre una tarea comunitaria. Sólo entre todos podemos llenar este mundo de la palabra liberadora de Dios. Simón Pedro al ver esto reacciona llamando a Jesús Señor, antes le había dicho jefe, (título propia de las primitivas comunidades cristianas para dirigirse a Jesús resucitado) reconociendo que es un pecador, lo que significa que hasta ahora confiaba en Jesús como en alguien con autoridad, pero no que actuaba en el nombre de Dios.
Tanto Simón como sus compañeros (Santiago y Juan) se quedaron sin palabras ante tal acontecimiento. Jesús le dice a Simón, en representación de todos los discípulos, que no tenga miedo, porque en adelante serán (aquí utiliza el plural que incluye a Santiago y Juan) habladores o predicadores o pescadores de personas. Los tres pescadores lo dejaron todo para seguir a Jesús. Esto invita al desprendimiento que debe tener todo seguidor de Jesús (cf Lc 5,28; 12,33; 18,22) y que debe convertirse en distintivo de toda comunidad cristiana. Viendo el relato en su conjunto encontramos en la Palabra una de las claves centrales del relato. Al inicio la multitud se agolpa para escuchar la palabra (v.1). En el centro del relato, Pedro decide echar las redes sólo por la palabra de Jesús (v. 5). Al final Pedro se queda sin palabras (v. 9), pero Jesús lo rescata para hacerlo misionero de su palabra o pescador de personas (vv. 10-11).
Al inicio la palabra convocaba a la multitud. En el centro la palabra es fuerza y confianza para realizar una pesca extraordinaria. Al final la palabra es vocación y misión.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 14 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. LÓPEZ VIGIL. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí:
http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100014
Puede ser escuchado aquí:
Para la revisión de vida
– Probablemente en mi juventud hubo una vivencia fervorosa de vocación. Me sentí llamado/a. ¿Cómo están las ascuas de esa experiencia ardiente? ¿Como un rescoldo apagado, o vivo? ¿Necesito avivar esa experiencia, o por lo menos volver a ella, para retomar conciencia del llamado que Dios me hace?
Para la reunión de grupo
– ¿Qué es la vocación: algo que tiene un fundamento fuera de nosotros mismos, algo que reside en nuestro corazón, o en nuestra decisión?
– ¿Se puede ser cristiano sin decidir discernidamente ante Dios qué hacer con mi vida como totalidad?
– Reflexionar-dialogar sobre este pensamiento (especialmente para la reunión del grupo juvenil):
– No sé de privilegio más atractivo que éste de haber encontrado la vocación, de haberse encontrado uno a sí mismo. La mayoría de los mortales vive como descaminada. Acepta su destino con resignación pero no sin la secreta esperanza de eludirlo algún día. Sólo son felices aquellos que saben que la luz que entra por su balcón cada mañana viene a iluminar la tarea justa que les está asignada en la armonía del mundo”.
Para la oración de los fieles
– Hoy vamos a responder “Te lo/la expresamos, Señor”.
– Nuestra alegría por haber sido llamados a la existencia, a la vida y al amor… te la expresamos, Señor
– Nuestro agradecimiento por todos los que han hecho posible nuestra vida, nuestro crecimiento y nuestra felicidad… te lo expresamos, Señor
– Nuestro deseo de ser agradecidos y entregar gratis a los demás lo que gratis hemos recibido… te lo expresamos, Señor
– Nuestra voluntad decidida de que en nuestra familia y en nuestra comunidad se cree un ambiente de amor y de acogida del llamado de Dios… te la expresamos, Señor
– Nuestra voluntad de comprometernos cada día a construir un mundo más digno de Dios y de sus hijos e hijas… te la expresamos, Señor
Oración comunitaria
Dios Padre Madre, que misteriosamente nos pones en la existencia y nos haces depositarios de este caudal invaluable que es la vida, el tiempo, la posibilidad de ser y de elegir, de querer y de hacer, de amar y construir… Queremos expresarte nuestro deseo de ser cada vez más conscientes del valor de la vida que llevamos entre manos, y la alegría estremecida de saber que podemos hacer de ella, ante Ti y ante la Historia, una aventura personal, irrepetible, de amor y de felicidad. A Ti que eres amor y felicidad por los siglos de los siglos. Amén