El Rey a Milans el 23-F: «Quien se subleve estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello»
«Te ordeno que digas a Tejero que deponga su actitud», conminó Juan Carlos al capitán general
El Rey envió en la noche del 23-F un télex al capitán general Milans del Bosch en el cual le advertía de que «quien se subleve, estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello», y le ratificaba las órdenes que le había dado antes por teléfono para que retirara sus tropas de Valencia.
Los tanques salieron a la calle en Valencia por orden de Milans del Bosch.
El golpista Armada cree que el Rey estaba informado de la preparación del 23-F
El acta oficial de la sesión del Congreso del 23 de febrero de 1981, en PDF
El contenido preciso de este télex figura en la transcripción taquigráfica de la comparecencia secreta celebrada ante el pleno del Congreso el 17 de marzo de 1981 por parte del entonces ministro de Defensa, Alberto Oliart, para informar de la intentona golpista, y a la que el Congreso ha permitido acceder hoy por vez primera.
La relación pormenorizada de sucesos, según el relato oficial hecho a los diputados por el ministro, reseña varios momentos clave que explican el fracaso del golpe, el cual atribuye en buena parte a las intervenciones «decisivas» del Rey, a su «rapidez de reflejos» y a su «firmeza en mantener el orden constitucional».
El télex que Juan Carlos envió a Milans a las dos y media de la madrugada consta de cinco puntos, y en uno afirma: «Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España. Quien se subleve estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello». En la misma comunicación, remitida tras su mensaje en la televisión, el Rey ratifica su «rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente» y añade: «Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás». Además, incluye su famosa frase de que «cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey», y otra en tono solemne: «Hoy más que nunca estoy dispuesto a cumplir el juramento a la bandera».
«Por España primero, y por la Corona después»
El Monarca ordena al general sublevado retirar las tropas y anular su manifiesto que imponía el toque de queda en Valencia, y le señala que aunque no duda del «amor a España» de los generales, le conmina «por España primero, y por la Corona después» a obedecerle. También incluye otra orden más concreta: «Te ordeno que digas a Tejero que deponga su actitud».
Alberto Oliart expuso a los mismos diputados que 20 días antes habían sido secuestrados por Tejero y 200 guardias civiles «confusos, dudosos y temerosos» por su acción, que los servicios de información no habían podido anticipar la intentona porque sus autores «antepusieron la seguridad a la eficacia». «Buscaron esa seguridad en la participación de muy pocas personas, hasta el mismo día del golpe, lo que explicaría que no se detectara por los servicios de información», reseña el documento. Eso sí, Oliart reconoce que desde algún tiempo el Gobierno disponía de «indicios» de una «conspiración», pero no de datos concretos para vaticinar que iba a ocurrir de aquella manera.
Precisamente, estas afirmaciones son las que más preguntas de los diputados suscitaron en el turno posterior a su discurso, también recogidos en el acta. Oliart les apuntó, por ejemplo, que Tejero –que previamente había sido condenado por su implicación en la golpista operación Galaxia– no estaba sometido a vigilancia porque no tenía fuerza a su cargo.
También negó disponer de datos fiables sobre la posible relación de los golpistas con el entonces presidente de EEUU, Ronald Reagan, «o su equipo» y aseguró desconocer qué políticos y partidos iban a formar el Gobierno que el general Alfonso Armada propuso a Tejero constituir para solucionar la crisis.
Previsión de una reacción en cadena
Oliart consideró que los golpistas «partieron de la convicción gratuita» de que tras el asalto al Congreso «se produciría una reacción en cadena» en las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad del Estado. Y remarcó que no contaron con la «enérgica e inequívoca actitud del Rey, que destruyó el efecto causado en un primer momento por la utilización del nombre de Su Majestad de forma dolosa», afirmó. En este sentido, subrayó que el teniente general Milans del Bosch anunció a otros mandos un «acto de fuerza» del que «tiene constancia el Rey». También les comunicó que el general Armada le había dicho que el Monarca «estaba al corriente de todo» y que esperaba que este general acudiera al palacio de la Zarzuela, algo que nunca sucedió.
Dentro de su relato, aparece como un momento clave cuando Armada acudió al Congreso para negociar con Tejero y le propuso un Gobierno presidido por el propio general y formado por representantes de los partidos, a lo que el teniente coronel de la Guardia Civil se negó. Tejero abogó por una Junta Militar encabezada por Milans del Bosch, quien sin embargo le comunicó por teléfono que no quería «ser protagonista de nada» y le dijo a Tejero que obedeciera a Armada, lo que no hizo.
El fracaso del golpe, poco después de la una de la madrugada
Alberto Oliart situó el fracaso del golpe a las 1.23 horas de la madrugada del día 24, justo después del mensaje televisado del Rey. «El golpe está ya prácticamente sofocado y reducido a la ocupación del Congreso», subrayó en su comparecencia, donde contó los pormenores de la ocupación del Parlamento. Tejero, reveló el ministro de Defensa, tras tomar el Congreso le había dicho al director de la Guardia Civil, el general Aramburu Topete, que estaba «dispuesto a todo» y que antes de entregarse le mataba para luego pegarse él mismo un tiro.
La tensión en los primeros momentos del asalto fue tal que Aramburu echó mano a su arma, pero su ayudante le retuvo porque vio como los guardias montaban sus armas.
También detalló Oliart los movimientos del director de la Seguridad del Estado, Francisco Laína, que actuó como jefe del Gobierno mientras Suárez y los ministros estaban secuestrados. En su despacho, el general Armada le había dicho: «El Rey se ha equivocado»; «el Rey ha comprometido a la Corona divorciándola de las Fuerzas Armadas»; «este es un asunto militar y tenemos que resolverlo los militares», cuando Laína se había negado a aceptar la «solución anticonstitucional» que le proponía.
Antes de terminar sus explicaciones, el ministro de Defensa reiteró sus elogios a Juan Carlos por su «ejemplo de ejercicio de la suprema magistratura de un Estado y de respeto a la soberanía popular».