Enviado a la página web de Redes Cristianas
El régimen que usa el poder que las personas les conceden, contra ellas, cuando se encuentra deslegitimado necesita desacreditar a quienes lo denuncian y reprimir violentamente a quienes ofrecen resistencia. La violencia en ese contexto hay que entenderla directamente como el ejercicio del sometimiento; cuando falla el sometimiento consentido, la violencia es el recurso y la herramienta para doblegar a los que se revelan. La violencia es un acto premeditado, que es utilizado de forma intencionada para cambiar el rumbo de las cosas, para crear unos estereotipos que favorezcan estados de opinión que permita justificar la criminalización de los que disienten, o de los que pueden alcanzar un alto grado de credibilidad en la deslegitimación del régimen.
Un régimen basado en el autoritarismo como el nuestro no puede permitirse que se desarrollen estados de opinión que evidencian la estafa que está cometiendo, un estado de opinión que incrementa la credibilidad de las persona que se movilizan, que ponen de manifiesto como movimientos como la PAH alcanzan valoraciones sociales muy por encima de la que obtienen los políticos que nos gobiernan, poniendo de manifiesto una cada vez mayor comprensión y solidaridad de las víctimas y un mayor rechazo hacia sus políticas. Esta deriva debe ser erradicada a cualquier precio, y el mecanismo para llevar a cabo este proceso ha sido largamente experimentado a lo largo de la historia, consiste en convertir a los verdugos en víctimas. El enorme éxito de la convocatoria , con la participación a lo largo de un mes de cientos de miles de personas y la mayor muestra de solidaridad y apoyo que se ha producido en los últimos años, ha quedado ocultada por los objetivos que la estrategia del régimen había diseñado, o al menos ese éxito ha quedado menoscabado. Si no analizamos lo ocurrido, si no sacamos conclusiones, volveremos una y otra vez a cometer los mismos errores, fortaleciendo indirectamente la estrategia del poder.
Por este motivo en la Escuela Política “La Guillotina” hemos considerado dedicar nuestro esfuerzo a la creación de un video y documentación que lo acompañe, que refleje nuestra aportación al análisis de lo acontecido, es el resultado del esfuerzo de todos sus componentes, ninguno profesional en estas lides y del pensamiento colectivo creado en la escuela. Su aportación y publicación tienen como finalidad exclusiva, propiciar el debate y facilitar ese pensamiento colectivo que consideramos necesario, como dice el lema de nuestra escuela “Comprender para transformar”. En la presente coyuntura no es posible comentar la infinidad de violencia ejercida en las últimas décadas, ni siquiera mencionar las múltiples formas en que esa violencia se desarrolla, o nos la presentan, siempre con un mismo elemento común quien ejerce la violencia, lo hacen en defensa propia o de los más altos valores humanos, cualquier persona, grupo o nación pueden ser declaradas objetivo militar o simplemente enemigos por el mero hecho de mostrase contrario a los intereses de los 22M – DIGNIDAD Y RUPTURAS pág. 2 poderosos y por lo tanto constituir ya, una amenaza. Los actores del 22M Los acontecimientos en torno a las marchas del 22 de marzo del 2014 tienen dos actores principales y uno secundario, que se convertirá en protagonista.
El actor principal lo forman las personas que se movilizaron, miles de personas que directamente afectadas por las políticas de un gobierno que sigue al pie de la letra los dictados de los poderes económicos, o no afectadas que muestran su solidaridad. Las movilizadas son personas, movimientos, colectivos y organizaciones que actúan en defensa de sus intereses y que consideran necesaria una ruptura con lo establecido. Las Marchas han sido convocadas para buscar reactivar y organizar la resistencia social frente a la agresión que están suponiendo las políticas de las instituciones, y frenar el cambio de modelo social que se está imponiendo con la excusa de la crisis. El otro actor fue el régimen, es decir, el conjunto de personas y estamentos públicos y privados que intentan perpetuar la situación actual.
El régimen agrupa a la clase política y sus instituciones, al aparato de estado, especialmente a la justicia y las fuerzas de orden público, pero también a las organizaciones empresariales y especialmente a las organizaciones empresariales de los medios de comunicación. La destrucción de los servicios públicos y su privatización, los desahucios masivos, el brutal incremento del paro y del porcentaje de familias sin subsidio, la reforma laboral, la corrupción política generalizada, ha dejado al Estado, ya sin tapujos, en manos de los poderes financieros e industriales y sus representantes políticos y económicos en Europa, desarrollando políticas criminales que han hecho la situación insoportable. Más allá de la estrategia de desposesión masiva para pagar las consecuencias de lustros de especulación desbocada, lo que está perpetrando el Régimen es un verdadero cambio social. Un cambio social para siempre, que cambia leyes y condiciones de vida, pero sobre todo consolida la explotación de las personas y la arbitrariedad como forma de vida…. un cambio social,…si es que se lo consentimos. El día 22 de marzo del 2014 se libró una gran batalla de esta larga guerra, como toda batalla tuvo preparativos, concentración de fuerzas y se desarrolló en el momento y lugar designado. Las fuerzas de los movilizados se agruparon bajo un principio básico: la unidad.
encima de todas las diferencias existió unidad en los contenidos y unidad en las acciones. Desde el inicio de las marchas hasta la concentración en Madrid prevaleció la cooperación, la confianza, la generosidad, en definitiva lo común junto a cada identidad. Las demandas de los movilizados eran y son irrenunciables e inapelables: No al pago de la Deuda: ilegal, ilegítima y odiosa Derecho a la vivienda para tod@s Empleo digno con derechos o Renta básica. Servicios públicos para todas las personas. El respaldo de la población a la movilización es abrumador, cientos de miles de personas y es posible 22M – DIGNIDAD Y RUPTURAS pág. 3 que más de un millón de personas, durante el recorrido por los miles de kilómetros de las carreteras españolas recorren pueblos y ciudades, recogiendo enormes muestras de solidaridad y apoyo.
Acto primero: Todo comienza escribiendo el final. El régimen se preparó y organizó su estrategia para librar esta batalla. Durante las semanas que dura este proceso, el silencio informativo en los grandes medios de comunicación es ensordecedor. Semanas y semanas sin ninguna referencia, no sólo al hecho de que cientos o miles de personas caminen por nuestras carreteras, sino tampoco a los múltiples actos de apoyo y conferencias y notas de prensa que se organizan. El silencio parece un síntoma de un esfuerzo por ignorar las Marchas, pero no es así en absoluto: se están preparando y bien preparados para aniquilarlas, para hacerlas desaparecer al minuto siguiente de su conclusión. Así ocurren los hechos. El primer paso es identificar el objetivo, en ese momento era fácil, los movilizados, cualquiera que quisiera movilizarse contra las políticas criminales del régimen. El segundo paso es calificar el objetivo negativamente y desacreditarlo, utilizando cualquier tipo de argumento por muy falaz que parezca, en cada momento los fabrican oportunamente, tenemos larga experiencia, los parados y huelguistas no quieren trabajar, los inmigrantes son una amenaza, la PAH es filo terrorista, el 15M es antisistema y solo quiere derribar el orden.
En todos los casos aparecerá la violencia. Un par de días antes del 22M comienza a hablarse de las Marchas en las tertulias de los grandes medios, para ir construyendo lo que está destinado a ser «La Verdad». Casi simultáneamente comienzan a lanzarse vaticinios tanto desde los “analistas” de los propios medios como desde las “autoridades” políticas acerca del riesgo de que la movilización devenga en desórdenes y actos de violencia. Las máximas autoridades locales de Madrid descalificaron y desacreditaron a todos los movilizados, calificándolos de neo-nazis, de extremistas de izquierda peligrosos y anunciando la violencia. La delegada del Gobierno en Madrid escudándose en informes policiales anuncia la intervención de grupos violentos que causarán desordenes. Acto segundo: Las Marchas son un gran éxito Durante todos los días que los marchantes ha recorrido las carreteras de toda la geografía española, se han producido las mayores muestras de solidaridad y apoyo que se recuerdan en los últimos tiempos, infinidad de recogidas de alimentos para darles soporte, cientos de ciudadanos movilizados para procurarles comida y albergue, numerosas asambleas en los lugares de pernocta, comidas populares compartidas con los lugareños y siempre vecinos y personal sanitario de la localidad dispuestos curar sus ampollas y atender los pies y cuerpos maltrechos por los kilómetros andados, reconfortando el ánimo de los caminantes. Temprano en el día 22 las diferentes columnas de las Marchas de la Dignidad con sus acompañantes emprenden su última etapa. Al entrar en Madrid son recibidos por los vecinos de los distintos barrios que se les suman a centenares. También se suman poco a poco las personas que han ido llegando en trenes y en autobuses.
Al cruzar las plazas céntricas de Madrid cada columna está constituida por una multitud impresionante, que desbordan Atocha y el centro al llegar al punto de concentración 22M – DIGNIDAD Y RUPTURAS pág. 4 establecido durante la primeras horas de la tarde. A las cinco de la tarde la manifestación es un gran éxito. Transcurre en tono festivo y relajado. Familias enteras, grupos multicolores, organizaciones, colectivos, amigos y conocidos progresan lentamente durante toda la tarde en el recorrido de la manifestación completamente saturado. Es una de las mayores manifestaciones en la historia de la ciudad. Cientos de miles de personas, más de un millón según algunas fuentes han desfilado por las calles de Madrid sin el menor incidente. Ni un acto de violencia de los movilizados durante las semanas que duraron las marchas, ni a lo largo del día 22 mientras todas las columnas recorren las calles de Madrid, recogiendo adhesiones y sumando infinidad de manifestantes durante cerca de las 4 horas que duró la manifestación. EL TERCER ACTOR En el curso de la manifestación por Madrid entra en acción el tercer actor: los encapuchados. Ya por la tarde se observan grupos de encapuchados que se desplazan de forma compacta o permanecen estáticos, a la espera.
Algunos tiran petardos, pero la mayoría espera en silencio. Son especialmente visibles porque el resto de los manifestantes al pasar junto a ellos, instintivamente dejan unos metros de distancia… Los encapuchados sean quienes sean son el único nexo entre los movilizados y el régimen. Los encapuchados están entre los que se movilizan pero no son como ellos, ni actúan como ellos. Los encapuchados no han participado en la preparación y organización de las marchas, al menos con esa identidad, no respetan los acuerdos consensuados y no comparten los propósitos de la convocatoria. Acto tercero: Comienzan los incidentes A las 8:30 de la tarde cientos de miles de personas han pasado por la plaza de Colón. En el escenario, se ha leído el comunicado de las Marchas de las Dignidad y vuelve a cantar la Solfónica. En la calla Génova, con un radio de cien metros las UIP han establecido un perímetro de seguridad alrededor de la sede del Partido Popular. Varios cientos de policías en formación están plantados junto a la última valla en dirección a Colón. Frente a este dispositivo pasan muchas personas que miran con curiosidad y fotografían un despliegue que parece desproporcionado, pero hay más: a esa hora un pequeño grupo de encapuchados de no más de veinte personas han permanecido en las proximidades de la valla policial en la calle Génova.
Tiran algunos petardos e increpan a la policía. De repente, y una vez más, a tiempo de que las cadenas de información emitan sus principales informativos, todas las unidades de las UIP reciben la orden de movilización. La intervención se dirige hacia el pequeño grupo de encapuchados de la calle Génova, pero paradójicamente, en lugar de ser neutralizados allí, son empujados hacia la plaza de Colón, donde irrumpe masivamente la policía, lanzando botes de humo. Rápidamente llegan caravanas de furgonetas de las UIP de todas las direcciones desde las que descienden legiones de policías provistos de sus armaduras, cascos y escudos. En la plaza cunde el 22M – DIGNIDAD Y RUPTURAS pág. 5 pánico. Muchas personas huyen por donde pueden, pero otras responden a la policía. Los encapuchados, mezclados con ellos agitan a la multitud y lanzan petardos y cohetes sobre las distintas unidades de policía, que cargan con toda su potencia sobre los manifestantes. Enseguida comienzan las piedras y los palos. Se observa en numerosos videos como los infiltrados incitan a los manifestantes. El tercer paso necesario en la implantación de la estrategia del poder ya está en marcha, convertir a los verdugos en víctimas, para ello es necesario pasar de hechos puntuales a la generalización y descalificar el objetivo completo. Hacer desaparecer la causa inicial del expolio y sus consecuencias, presentar a todos los movilizados como violentos. En toda situación de opresión se utiliza este mecanismo, para justificar y avalar moralmente la necesidad de la violencia para someter a los oprimidos.
Delegada del Gobierno aparece sonriente en directo en los telediarios: sus vaticinios se han cumplido y los manifestantes, aparentemente pacíficos, eran finalmente alborotadores rabiosos y violentos que habían atacado a la policía. Rápidamente aparecen numerosas imágenes en todas las televisiones y a la mañana siguiente en todas las portadas de los periódicos, se incrementa el nivel la violencia con falsas armas utilizadas e incautadas por la policía, que las televisiones exhiben sin escrúpulos sin comprobar su veracidad, posteriormente se demuestra que todas son falsas. Acto cuarto: Lo que queda al final Casi nadie habla al día siguiente de la gran movilización política, también la fractura social se ha acrecentado, entre los afectados directamente y los simpatizantes y solidarizantes, que temen ser confundidos con provocadores y alborotadores, entre los que promulgan la lucha política sin recurrir al enfrentamiento con la policía y los que lo justifican o incluso promueven.
La amenaza de la desmovilización tras el éxito movilizador abrumador es hoy más que eso, es un verdadero problema a enfrentar. Un silencio estrepitoso se ha desatado en los mismos medios alrededor de los encapuchados, violentos provocadores unas veces, colaboradores con la policía otras, y como hemos visto en las fotos, practicando detenciones directamente con una carga de violencia y humillación inaceptables. La violencia engendra violencia, eso lo saben bien los mandos policiales y sus jefes políticos cuando entrenan, arman y ordenan a las UIP sus intervenciones. Y la violencia justifica violencia. Los encapuchados se enfrentan a la policía (no todos), pero actúan como ellos, comparten su violencia y su falta de respeto por quienes se movilizan. Su falta de identidad impide saber de quiénes se tratan, pero esta no es la primera ocasión, existe una experiencia internacional y una larga trayectoria en el nuestro, de que en estos grupos se integran policías infiltrados, para-policía, sicarios, militantes fascistas y quienes se autocalifican como movilizados, pero no asumen ni su organización ni sus prácticas. 22M – DIGNIDAD Y RUPTURAS pág. 6 Acto quinto: Debemos analizar y aprender de lo sucedido El régimen no puede plantear de forma abierta su estrategia de violencia, necesita mostrar movilizados violentos para justificar las leyes represivas y los métodos violentos. Provocar, generar o participar en esta clase de violencia es la base esencial para que el régimen desarrolle su estrategia.
Para el régimen es vital que las movilizaciones no crezcan y que la unidad de los movilizados no prospere. Los encapuchados que actúan violentamente en una movilización masiva acordada como pacífica, traicionan al movimiento, que basa su fuerza en la cantidad de personas movilizadas y en su unidad. La actuación de los encapuchados, protegiéndose entre personas que no tienen su capacidad para defenderse, no es heroica ni valerosa, es cobarde. Más allá, desacreditar y desmovilizar es un paso imprescindible para fracturar la sociedad y que se acepte la desigualdad como un hecho inevitable. Debemos organizar las movilizaciones para cerrar su final, de forma rotunda y señalar y expulsar a los encapuchados, de manera que los grupos de oportunistas que no aparecen en las asambleas, que no apoyan en los desahucios, que no contribuyen a los esfuerzos a inmensos de organización y coordinación que hacen miles de personas, no puedan aprovecharse de la atención que la sociedad pone en nuestros actos para montar el follón, desacreditarnos y facilitar a los medios desviar la atención de las protestas y hechos denunciados al circo de gladiadores que pretenden montar. Enlace al video http://barriodelpilar15m.wordpress.com