Lc 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientra era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: ?Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan??. Jesús le contestó: ?Está escrito: ?No sólo de pan vive el hombre??. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: ?Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero.
Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo??. Jesús le contestó: ?Está escrito: ?Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto??. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: ?Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: ?Encargará a los ángeles que cuiden de ti??, y también: ?te sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece en las piedras??. Jesús le contestó: ?Está mandado: ?No tentarás al Señor tu Dios??. Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
1. El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto no nos presenta una historia, sino un misterio. El misterio insondable de la libertad. Constantemente amenazada por la triple tentación del poder: el poder del ?bienestar?? (convertir las piedras en pan); el poder de ?dominación?? (mandar en el mundo entero); el poder ?religioso?? (caer desde lo alto del templo, como llovido del cielo).
2. Jesús vio claramente que, por el camino del poder, no es posible realizar la misión que tiene que cumplir en este mundo. Porque él no vino a ?someter??, sino a ?humanizar?? a quienes siempre estamos acosados por el mayor peligro: la ?deshumanización??. La propuesta de Satanás ha sido genialmente formulada por El Gran Inquisidor (Dostoievski): ?La peor ignorancia de los hombres es desconocer que sólo alcanzarán felicidad cuando se sometan??.
3. El ideal de las religiones (también de la Iglesia) es que la gente se someta. El ideal de Jesús es que la gente se humanice, es decir, que sea libre, que no esté atada a nada ni a nadie. Son dos proyectos de felicidad diametralmente opuestos. La Cuaresma es tiempo oportuno para ver cuál de estos dos proyectos da sentido al proyecto de vida que cada cual ha hecho suyo.