La sinodalidad, esa forma de ser Iglesia siempre antigua y siempre nueva, supone un desafío para vivir la fe en este siglo XXI que va avanzando inexorablemente. Aunque algunos se empeñen en perpetuarla, la estructura eclesial piramidal tiene sus días contados.
Diversidad que enriquece cuando nos complementa
Somos Iglesia a partir de nuestro bautismo, algo que nos iguala en lo fundamental, aunque sepamos que somos diversos y asumimos ministerios y servicios diferentes. La diversidad enriquece, pero lo hace todavía más en la medida en que es motivo de complementariedad. Eso nos llevar a vivir la sinodalidad, a caminar juntos, como propuesta para vivir la fe, aunque no estaría mal decir como necesidad para vivir la fe. ··· Ver noticia ···
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