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¿NOTIFICACIÓN A APARECIDA? Enrique Moreno Laval

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Proconcil

Sorpresa, desconcierto, confusión, provocó a mediados de marzo de 2007, en los pasillos de la facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile, la notificación vaticana que censuraba las enseñanzas del teólogo español, residente en El Salvador, Jon Sobrino.
Particularmente en uno de sus profesores, el jesuita Jorge Costadoat.
Y es explicable: sus cursos de cristología están basados de un modo importante en la obra cristológica de Sobrino.

La notificación se hizo pública cuando Costadoat ya había dado la primera clase de su curso, en la que presentó su programa que incluía la bibliografía de Jon Sobrino; pero la segunda clase se suspendió: la notificación estaba allí, sobre la mesa.
El profesor prefirió esperar, reflexionar, discernir y decidir qué hacer.
Vino la tercera clase: “Seguimos igual –dijo a sus alumnos– no cambia nada”.

Jon Sobrino, un sobreviviente

¿Quién es Jon Sobrino? Un español, nacido en una familia vasca, un 27 de diciembre de 1938. Va a cumplir 69 años de edad y desde los 18 pertenece a la Compañía de Jesús. Hace 50 años que está en El Salvador, nación centroamericana que ha sabido de su compromiso cristiano con los pobres y que supo de su cercanía con el arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980. Actualmente, es director del Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamericana (UCA), donde imparte clases de Cristología e Historia de la Iglesia.

Este teólogo jesuita, doctorado en Alemania, escapó a su vez de de la masacre del 16 de noviembre de 1989, cuando un grupo de agentes del Estado salvadoreño arremetió contra la casa de los jesuitas en la UCA, dando muerte a seis de ellos y a dos mujeres. Entre aquellos estaba el teólogo Ignacio Ellacuría, rector de la UCA. En esos días, Sobrino estaba fuera del país. Autor fecundo de libros y artículos, ha desarrollado sobre todo temas de cristología, eclesiología y espiritualidad de la liberación. Aunque la notificación no hace alusión a ningún tipo de medidas disciplinares en contra de Sobrino, el actual arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, un español miembro del Opus Dei y general de brigada del Ejército salvadoreño (fue obispo militar), le ha prohibido enseñar y publicar en centros eclesiales católicos.

La notificación vaticana

La notificación vaticana que pone en tela de juicio las enseñanzas teológicas de Sobrino está fechada el 26 de noviembre de 2006, por el cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el estadounidense William Levada, sucesor en ese cargo del entonces cardenal Ratzinger. Dicha Congregación señala que ha publicado esta notificación “para poder ofrecer a los fieles un criterio de juicio seguro, fundado en la doctrina de la Iglesia, acerca de las afirmaciones” del teólogo Jon Sobrino; “dada la amplia divulgación de estos escritos y el uso de los mismos en Seminarios y otros centros de estudio, sobre todo en América Latina”. Dos son los libros expresamente aludidos en dicha notificación: “Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret”, publicado por Sobrino en 1991 y “La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas”, publicado en 1999.

Continúa la Congregación: “Como resultado de tal examen, en el mes de julio de 2004 se envió al Autor, a través del R.P. Peter Hans Kolvenbach SJ, Prepósito General de la Compañía de Jesús, un elenco de proposiciones erróneas o peligrosas encontradas en los libros” de Jon Sobrino. En marzo de 2005, Jon Sobrino envió a la Congregación una «Respuesta al texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe», la cual fue examinada en la Sesión Ordinaria del organismo vaticano del 23 de noviembre de 2005. Dicha respuesta de Sobrino no satisfizo al Vaticano. El caso continuó siendo debatido por los examinadores doctrinales hasta concluir en la notificación de noviembre pasado, hecha pública recientemente el 14 de marzo de 2007.

El documento vaticano alude a “notables discrepancias con la fe de la Iglesia” que estarían afectando a cuestiones centrales del cristianismo como “la divinidad de Jesús”, “la encarnación del Hijo de Dios”, “la relación entre Jesucristo y el Reino de Dios”, “la autoconciencia de Jesucristo” y “el valor salvífico de su muerte”. Se discute también la afirmación de Sobrino respecto de “los pobres como un lugar para hacer teología”.

En una carta escrita por Jon Sobrino al prepósito general de los jesuitas, Peter-Hans Kolvenbach, a fines del año pasado, el teólogo hace sus descargos. Luego de señalar que varios connotados teólogos han leído los dos libros aludidos, y también el texto de la Congregación, “su juicio unánime es que en mis dos libros no hay nada que no sea compatible con la fe de la Iglesia”. Y agrega: “Todos estos teólogos son buenos conocedores del tema cristológico, al nivel teológico y doctrinal. Son personas responsables. Se han fijado explícitamente en posibles errores doctrinales míos. Son respetuosos de la Iglesia. Y no han hallado errores doctrinales ni afirmaciones peligrosas. Entonces no puedo comprender cómo la notificación lee mis textos de manera tan distinta y aún contraria”.

Un acoso antiguo y nuevo

En su misma carta al superior jesuita, Jon Sobrino denuncia un acoso antiguo en contra de su teología y de otros teólogos latinoamericanos. Dice textualmente: “Cuando Alfonso López Trujillo fue nombrado cardenal, dijo poco después en un grupo, más o menos públicamente, que iba a acabar con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Ronaldo Muñoz y Jon Sobrino. Así me lo contaron, y me parece muy verosímil. Las historias de López Trujillo con el padre Ellacuría, con monseñor Romero y conmigo son interminables. Continúan hasta el día de hoy”.

López Trujillo es un cardenal colombiano que trabaja en la Curia vaticana. Gutiérrez es peruano, Boff es brasileño y Muñoz es chileno, de la Congregación de los Sagrados Corazones. Sobrino agrega otro dato: “También (sé) de obispos que se han opuesto a que dé conferencias en España. Esta mala fama no creo que fuese algo específicamente personal, sino parte de la campaña contra la teología de la liberación”.

Y añade: «Desde muy pronto se creó un ambiente en el Vaticano, en varias curias diocesanas y entre varios obispos, en contra de mi teología y, en general, contra la teología de la liberación. Se generó un ambiente en contra de mi teología, a priori, sin necesidad de leer muchas veces mis escritos. Son 30 largos años de historia». El proceder de la Santa Sede en su contra lo considera «poco evangélico”, y dice: «Pienso que avalar esos procedimientos para nada ayuda a la Iglesia de Jesús ni a presentar el rostro de Dios en nuestro mundo ni animar al seguimiento de Jesús ni a la lucha crucial de nuestro tiempo, la fe y la justicia. Lo digo con gran modestia».

Hacia el final de su carta, un Jon Sobrino desencantado dice a Kolvenbach: “Termino. No es fácil dialogar con la Congregación de la Fe. A veces parece imposible. Parece que está obsesionada por encontrar cualquier limitación o error, o por tener por tal lo que puede ser una conceptualización distinta de alguna verdad de la fe. En mi opinión, hay aquí, en buena medida, ignorancia, prejuicio y obsesión para acabar con la teología de la liberación. Sinceramente no es fácil dialogar con este tipo de mentalidad”.

¿Notificación a Aparecida?

Un profesor de Teología de la Universidad Católica de Chile, en un diálogo informal, se pregunta: “¿Por qué esta notificación escrita en noviembre pasado aparece justo ahora? Algunos de nosotros en la facultad, pensamos que es una estrategia de política eclesiástica, por la cercanía con la V Conferencia de Aparecida”. Se refiere a la conferencia general que tendrá el episcopado de América Latina y el Caribe, del 13 al 31 de mayo próximo, en la ciudad brasileña de Aparecida. La quinta desde Rio de Janeiro en 1955, que fue seguida por las de Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992).

Entonces, la notificación a Jon Sobrino ¿sería más bien, o también, una notificación a Aparecida? Es decir, ¿querría ser un aviso claro y contundente de que no se aceptará en Aparecida ninguna eventual “desviación” hacia la llamada teología de la liberación? ¿Que, por lo tanto, Aparecida (sus obispos, sus teólogos, sus redactores), se dé desde ya por notificada?

El teólogo dominico brasileño Frei Betto escribe: “El papa Benedicto XVI, en vísperas de su primer viaje a América Latina, ha tenido un gesto que imprime un regusto amargo a todas las bienvenidas: condenó al teólogo jesuita Jon Sobrino, de El Salvador”. Y se lamenta: “Hoy es un día triste para mí. Me duele en lo profundo de mi corazón, en la médula de mi fe cristiana. Conozco a Sobrino desde hace mucho. Estuvimos asesorando a los obispos latinoamericanos en Puebla, en 1979, con ocasión de la primera visita del papa Juan Pablo II a nuestro continente. Participamos juntos en muchos actos, empeñados en alimentar la fe de las comunidades eclesiales de base que, hoy, convierten a América Latina en la región con mayor número de católicos en el mundo”.

Dicen que Jon Sobrino, antes de la notificación, tenía preparado ya un viaje a Aparecida, a fin de integrar un grupo de teólogos interesados en hacer aportes a la V Conferencia, desde una plataforma no oficial. Ahora no se sabe si viajará o no. Si no va, “hará mucha falta”, dice un teólogo del mismo grupo que sí irá. Es que Jon Sobrino es hoy todo un símbolo en la teología latinoamericana y su mayor exponente, “y lo que se ha atacado con esta notificación es precisamente un símbolo”.

Pasará el tiempo, y más temprano o más tarde, como tantas veces en la historia de la Iglesia, algún día quedará claro si la teología de Sobrino fue herejía o fidelidad al Espíritu Santo, y si Sobrino, sobreviviente de la matanza de la UCA, será también un sobreviviente de la sospecha teológica.

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