Jorge Riechmann ha coordinado un libro con este título ¿En qué estamos fallando? En él se pregunta por qué el discurso ecologista, a pesar de todos los contundentes argumentos que presenta, es incapaz de producir un cambio significativo en el comportamiento de la sociedad. Creo que esa pregunta, ¿en qué estamos fallando?, nos la tendríamos que hacer toda la izquierda.
Si un marciano se asomara a nuestro planeta y viera lo ocurrido en él en estos tres últimos años, sin duda diría que el capitalismo nos lo ha puesto ?a huevo?? a la izquierda. No podíamos imaginar unas circunstancias en que apareciera más clara la incapacidad del sistema capitalista para dirigir la economía mundial con un mínimo de sensatez. Ni que apareciera más claro el insaciable carácter depredador de los señores del capital, a los que los políticos actuales son totalmente incapaces de ponerles coto.
En esas circunstancias parecería lo lógico que en este momento el capitalismo estuviera librando una lucha agónica para sobrevivir al cataclismo de su crisis. Pero evidentemente no es esa la situación. Más bien es la izquierda la que bracea desesperadamente para salvarse del tsunami causado por la crisis del capitalismo. En algo tiene que estar fallando para quedar totalmente desmantelada, cuando todo parece que está a su favor.
Si la pregunta la lanzamos entre los grupos de izquierda, seguro que escuchamos multitud de respuestas con un denominador común: los otros grupos están fallando porque?? le hacen el juego a la derecha?? son unos radicales?? son unos pequeñoburgueses?? son unos sectarios?? son unos burócratas?? son unos irresponsables?? son unos reformistas?? son unos dogmáticos etc. etc. etc.
Pero la realidad es que ni unos ni otros, ni radicales ni reformistas, ni partidos ni movimientos sociales, nos comemos una rosca. Por lo tanto tendremos que pensar, o bien que la humanidad es idiota, y en ese caso, ?comamos y bebamos que mañana moriremos??, o hay algo que no lo estamos haciendo nada bien. Como la confianza en los seres humanos es un presupuesto básico de la izquierda, tendremos que admitir que nuestras propuestas fallan por algún sitio, y que el fallo afecta a todas las corrientes de izquierda. El fallo debe, pues, estar situado en un terreno muy básico, muy de fondo.
Por lo que yo veo todos los intentos de repensar, recomponer o refundar la izquierda se quedan bastante lejos de ese terreno básico, de esas raíces del pensamiento de la izquierda. Bueno, mucha gente sí ha cuestionado con profundidad los principios de la izquierda, pero ha sido para virar a la derecha. Tanto que hoy se ha convertido en una derecha moderada (y eso mientras los mercados no ordenen mandar la moderación a hacer puñetas).
Me refiero a la izquierda que sigue considerando el capitalismo inaceptable y busca su superación. Dentro de esta izquierda es donde sería necesario plantear un debate en profundidad. Creo que es totalmente insuficiente limitarse a resaltar, una y otra vez, las indudables barbaridades del capitalismo. Tenemos que ir a una autocrítica muy seria. Indagar cuales son nuestras propias deficiencias. Como sugerencias para este debate propondría algunas cuestiones.
+La izquierda siempre ha visto el capitalismo como un sistema económico. Pero el capitalismo es mucho más que eso. Es también una cosmovisión, una visión global del ser humano, de la sociedad, incluso de la naturaleza. En la base del sistema económico está una antropología y una filosofía específicas. En la famosa obra de Max Weber sobre el espíritu del capitalismo aparecen incluso su relación con las creencias religiosas de las personas.
Todo ello ha ido formando un tipo humano muy determinado, el hombre burgués, con su racionalidad, sus valores, sus ideales, su cultura, su visión de la vida, su concepción de la riqueza y su idea de la felicidad. Si esto es así, considerar el capitalismo simplemente como un sistema económico supone no cuestionar todos esos otros terrenos, y nos lleva inevitablemente a perder la batalla ideológica.
+El gran movimiento socialista del siglo XX pretendía que el fundamento último del socialismo era científico. Dejando aparte las objeciones teóricas que se pueden hacer a esa pretensión, lo que es indudable es que una teoría científica tiene que someterse a la prueba del experimento. El socialismo científico se experimentó en la Unión Soviética y fracasó. Creo que la izquierda no se ha percatado de la trascendencia, incluso teórica, de ese fracaso. O por lo menos no ha dado muestras de haberse percatado. De hecho no ha realizado ningún esfuerzo serio para dotarse de un fundamento, una base, una raíz que pudiera tener la misma fuerza que el destronado socialismo científico.
+Creo que la motivación más fuerte que nos puede empujar a una superación del capitalismo es el impulso ético. En su núcleo más fundamental el ser humano es un ser moral. Una sociedad sin principios éticos se hunde en el caos. Hoy vemos un mundo capitalista con unos contrastes tan insultantes entre la miseria inhumana y la opulencia ostentosa, que es radicalmente intolerable para cualquier conciencia que no esté totalmente embotada. Y la exigencia ética es incondicional, no depende de las circunstancias, de las posibilidades de éxito, ni se hunde y desaparece con los fracasos. Además la ideología capitalista lo primero que destruye son los auténticos valores morales de la persona humana. Una regeneración ética supone ya un abandono de los antivalores capitalistas.
+Una dificultad seria en la construcción de un socialismo ético es que, en los países de tradición católica, llevamos siglos padeciendo unos autoproclamados maestros infalibles de moral, la Jerarquía eclesiástica, que, en realidad, ha traicionado principios básicos de su propia religión. Su discurso crea una gran confusión en el terreno moral al insistir en normas que dejan de lado los aspectos más fundamentales del mensaje de Jesús de Nazaret. Defienden una moral burguesa, que apenas toca los aspectos económicos, cuando todo el Evangelio refleja una clarísima opción por los pobres.
+También creo que otra consecuencia negativa de las posturas de la Jerarquía eclesiástica ?la alianza entre el trono y el altar que se dio en las viejas monarquías absolutas y se continúa en una evidente alianza entre la Jerarquía y la burguesía? es que ha provocado una actitud errónea de la izquierda en relación con el fenómeno religioso. Empujó al naciente socialismo a una oposición frontal ante el hecho religioso, a la proclamación de un ateísmo radical que, como el viejo socialismo, también se consideraba científico. Pero hoy es difícil seguir manteniendo que el ateísmo, como el socialismo, sean posturas científicas. Son opciones personales totalmente libres. De todas maneras sigue muy arraigada en las gentes de izquierda la vieja oposición a cualquier manifestación de la conciencia religiosa.
Pero en realidad es indudable el arraigo de unas ciertas creencias religiosas en una gran mayoría de la humanidad. Esto lleva a un enfrentamiento totalmente innecesario. El ateísmo fundamentalista, agresivo y trasnochado, que todavía se encuentra en bastantes elementos de la izquierda, lo que hace es crear unos enemigos muy numerosos y firmes entre la masa de los creyentes. Cuando la realidad es que casi todas las religiones contienen unos principios de justicia, fraternidad y compasión por el prójimo totalmente coherentes con los principios de la izquierda.
+La izquierda ha asumido el ideal de vida de la burguesía, el modelo de bienestar capitalista. Es preciso distinguir entre lo que llamamos Estado de Bienestar, que es un gran avance de la humanidad, por el que es preciso luchar para mantenerlo y mejorarlo. Y otra cosa es lo que podíamos llamar modelo de bienestar, una forma de vida que resulte totalmente satisfactoria, una vida buena, un estilo de vida que nos haga felices. Hoy vemos que el modelo de bienestar imperante es el ideal de vida burguesa, la posibilidad de un consumo sin límites, una riqueza que nos permita satisfacer todas nuestras apetencias. Uno y otro, Estado de Bienestar y modelo burgués de bienestar tienen detrás unos valores y una antropología totalmente diferentes. Pretender mantener los dos, como se ha hecho en los países socialdemócratas europeos, lleva a una contradicción insalvable y acaba cayendo el Estado de Bienestar.
La izquierda, mejor que hablar de ?decrecimiento??, un concepto poco atractivo, o de ese camelo verde del crecimiento sostenible, creo yo que tendría que plantear otro modelo de bienestar, con otras aspiraciones y otras fuentes de disfrute. Un modelo no sólo posible, sino mucho más satisfactorio y realmente sostenible, lo mismo en el terreno ecológico que en el social.
Debatir estos puntos, o los que se le ocurran a cualquiera, pero no seguir anclados en los principios de una izquierda decimonónica, cuando el capitalismo del siglo XXI nos arrasa.