Después de haber intervenido durante tres cuartos de hora, la palabra está en la sala. « No nos ha hablado de Dios, ni pronunciado la palabra Dios. ¿Por qué?»
Efectivamente, yo había evitado emplear esta palabra. Cada uno, cada una, somos portadores de imágenes de Dios muy diferentes que son, quizás, unas caricaturas. ¡Cuando oigo discursos sobre Dios, no me dicen nada o muy poco! Pero cuando alguien habla bien del ser humano, me dice algo de Dios.
La filósofa Simone Weil decía: «No es en la manera como un hombre habla de Dios como yo veo si él ha descansado en el fuego del Amor divino, sino en la manera como me habla de las cosas terrestres».
El teólogo Maurice Zundel gustaba repetir: « Cuando se me pregunta quién es Dios, yo respondo: ¡Dime primero quién es el hombre!»
Jesús no hablaba de Dios recurriendo a la Biblia, sino al gran libro abierto de la experiencia humana. Partía de la vida cotidiana y ordinaria, de las personas que encontraba y nos abría al misterio de Dios. ¿No somos imagen y semejanza de Dios? La fiesta de Navidad nos invita a ver a Dios en un rostro de hombre