La Verdad de Murcia
El teólogo Juan José Tamayo, que ayer habló en Murcia de cristianismo y laicismo, lamenta que la jerarquía católica española dé «respuestas del pasado a preguntas del presente»
«Una de las cosas que sorprenden hoy es la falta de intervenciones públicas, en concreto de la Conferencia Episcopal, en relación con la crisis económica actual, con la crisis financiera», dice el teólogo Juan José Tamayo, autor de Desde la heterodoxia. Reflexiones sobre laicismos, política y religión (Ediciones del Laberinto), que ayer ofreció en Murcia la conferencia Cristianismo, una religión laica.
-¿Cómo encuentra usted de ánimo a los católicos de a pie españoles?
Bastante desvinculados de la jerarquía católica, bastante ajenos a sus declaraciones y debates. A los creyentes de a pie lo que debería preocuparles es que la Iglesia Católica y las religiones en general tuvieran una mayor sensibilidad hacia los problemas sociales.
-¿Por ejemplo?
Uno de las cosas que sorprenden hoy es la falta de intervenciones públicas, en concreto de la Conferencia Episcopal, en relación con la crisis económica actual, con la crisis financiera. Están pronunciándose constantemente sobre la eutanasia, sobre la interrupción voluntaria del embarazo, sobre la fecundación in vitro…, que no son hoy cuestiones centrales dentro de los problemas de la sociedad y, sin embargo, muestran gran insensibilidad hacia estos problemas económicos que está sufriendo la gente.
Usted me dirá cuál va a ser la actitud de los inmigrantes, creyentes o no, ante la Iglesia Católica, cuando están viviendo las consecuencias de la crisis de manera más acusada y más grave que el resto, porque han sido los primeros que han perdido su trabajo. ¿Qué van a pensar de la jerarquía católica cuando observan, por ejemplo, que no denuncian a los culpables de esta situación?
-Pero sí hay mucha gente dentro de la Iglesia implicándose…
Sí. En determinadas organizaciones católicas se nota una preocupación, y parece ser que Cáritas está con una actividad frenética apoyando estas situaciones extremas de necesidad generadas por la crisis en los sectores que más la sufren.
Un fuerte malestar
-¿Le ha sorprendido la condena de los obispos de la práctica que ellos denominan bebé-medicamento?
Las declaraciones de la jerarquía católica española no me producen sorpresas, sino siempre una desazón, un fuerte malestar, porque pienso que los obispos españoles están dando siempre respuestas del pasado a preguntas del presente, y eso se llama anacronismo.
Y en el caso de esta denuncia que han hecho, me parece que es una falta de sensibilidad hacia unos padres y hacia el sufrimiento de un niño que, a través de ese medio, se puede curar, y además se cura sin perjudicar a nadie. Al bebé medicamento de los obispos, yo lo llamo bebé esperanza, bebé alegría y bebé salud.