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1.Sobre los nacionalismos – Rafael Narbona
2. Inesperado ? Félix de Azúa
3. Las trampas del bilingüismo ? Aurelio Arteta
4- Los costes del cuento separatista ?J.Borrell y .J. Llorach
5-Siempre hay tiempo, si hay voluntad ?Pedro Sánchez
6 ? Por una política posnacionalista ?Benjamín Forcano
1. SOBRE LOS NACIONALISMOS
Rafael Narbona
septiembre 18, 2014
??????Los nacionalismos siempre me han producido estupor y perplejidad, tal vez porque yo no soy capaz de sentir otra patria que la literatura, donde no hay límites ni exclusiones, salvo los que impone la sensibilidad, la imaginación y la inteligencia. Nunca he creído en el mito de las identidades nacionales, pues entiendo que la identidades ?al igual que los derechos- solo puede ser individuales. Hablar de derechos históricos y colectivos me parece tan peligroso y nocivo como manifestar vocación de imperio. En ambos casos, el individuo pierde su valor, convirtiéndose en mero instrumento de una idea superior. Imagino que ser español y europeo condiciona mi forma de pensar. De entrada, experimento cierto pasmo al reunir dos términos que ni siquiera hoy han logrado convivir, sin incomodarse mutuamente. ¿Por qué existe ese malestar?
Esbozo algunas hipótesis. Presuntamente, España mira hacia el pasado, lamentando su decadencia en el concierto de las naciones. Presuntamente, Europa mira hacia el futuro, soñando con el fin de las divisiones que ensangrentaron el continente en siglos anteriores. Presuntamente, ambos planteamientos son falsos y verdaderos, lo cual revela que la paradoja de Epiménides, poeta y filósofo cretense del siglo VI. a. C., aún constituye un reto sin resolver. Epiménides afirma que ?todos los cretenses mienten??. Epiménides es cretense; luego, su frase es falsa, pues es imposible afirmar que es verdadera, sin caer en una contradicción. Bertrand Rusell zanjó el conflicto, apuntando que se trataba de una frase autorreferencial, lógicamente inadmisible. El problema es que la lógica es un lenguaje sostenido por axiomas indemostrables y sus razonamientos exigen un acto de fe no menos temerario que los dogmas teológicos.
Supuestamente, España añora su pasado esplendor, pero desde hace varias décadas contempla a Europa como una tierra de promisión. ?Si España es el problema, Europa es la solución??, escribió Ortega. Yo pertenezco a la generación que ha crecido a la sombra de este dictamen y aún fantaseo con una Europa capaz de salvar a las naciones de sus peores demonios. Supuestamente, Europa es un proyecto de futuro, pero los nacionalismos, lejos de moderarse, no cesan de invocar el derecho de autodeterminación para multiplicar el número de estados y avivar viejas tensiones. No se trata de una reivindicación inocente, sino de una utopía basada en mitos y falacias, que a veces se disfraza de internacionalismo para esconder su lamentable localismo. España y Europa no se entienden porque aún no han resuelto sus propias querellas. La controversia entre tradición y modernidad es una aguja que sigue marcando la diferencia entre apertura y ensimismamiento. Ninguna nación europea ha superado ese conflicto. La España Negra no es un fenómeno aislado, sino un lastre que soportan todos los países. Hay una Francia profunda, una Italia profunda, una Alemania profunda. Ningún país europeo se libra de esta mancha, que se diluye o se extiende, según las épocas. La crisis económica y la inmigración han resucitado esa reserva de prejuicios e intolerancia. Por eso, la extrema derecha ha dejado de ser un vestigio pintoresco en las urnas y se ha convertido en una fuerza política ascendente.
España nunca ha sido un país tranquilo.
Cataluña y el País Vasco nunca han ocultado su anhelo de independizarse. Cataluña se considera una nación próspera y moderna, un emporio comercial lastrado por la indeseada compañía de un pueblo de cabreros, espadones, mitrados y latifundistas, que el 11 de septiembre de 1714 se impuso por las armas, ocupando una Barcelona reacia a los Borbones y al centralismo castellano. El País Vasco se considera el pueblo más viejo de Europa y fija en 1512 la fecha de su sometimiento al Reino de España, cuando Fernando el Católico invadió con éxito el Reino de Navarra. El País Vasco no asocia su identidad al comercio, sino a mitos telúricos y raciales, que acreditan una preciosa e inaudita singularidad. Curiosamente, San Ignacio de Loyola, nacido en Azpeitia (Guipúzcoa) y fundador de la Compañía de Jesús, contribuyó con sus Ejercicios Espirituales (1548) a forjar la identidad de la España del Siglo de Oro, exaltando las cruzadas, la devoción mariana, la obediencia a la Iglesia, el catolicismo romano, la vocación misionera, la lucha contra el Islam y contra la Reforma luterana.
Las ilusiones de los pueblos suelen desvanecerse al conocer su historia. Jorge Luis Borges afirmaba que los hitos históricos son hijos del sensacionalismo periodístico y no de la verdad, casi siempre discreta, pudorosa y perfectamente anónima. Las hitos históricos abundan porque ?una de las tareas de los gobiernos [??] ha sido fabricarlas o simularlas, con acopio de previa propaganda y de persistente publicidad?? (?El pudor de la historia??, Otras inquisiciones, 1952). Si los hitos históricos definen a un pueblo, yo debería sentir que las batallas de Covadonga y Lepanto son la expresión de mi idiosincrasia como español, pero no advierto nada de eso. Covadonga y Lepanto no me representan más que Lope de Aguirre, el vasco que enloqueció buscando El Dorado, desafió a Felipe II ?al que llamó ?cruel e ingrato con sus vasallos??- y mató a puñaladas su hija Elvira para que no yaciera con ?hombres ruines??.
Algunos dirán que la rebeldía de Lope de Aguirre es un ejemplo del carácter indomeñable de los vascos, pero muchos han señalado que su conducta contiene las pasiones más dañinas del temperamento español: ambición, crueldad, fanatismo, grosería, soberbia, intolerancia, desprecio por la vida ajena. No creo que exista un temperamento español, un temperamento vasco o un temperamento catalán. No creo en los mitos de Euskal Herria, los Países Catalanes o el Imperio español. José Antonio Primo de Rivera afirmó que ?ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en este mundo??. Aprecio la misma insensatez en esa frase que en la retórica altisonante de Sabino Arana: ?El vizcaíno no vale para servir, ha nacido para ser señor; el español no ha nacido para más que para ser vasallo y siervo??. Todos los nacionalismos convergen en la exaltación de una patria real o imaginaria, que ha sufrido incontables agravios y que sueña con recuperar su grandeza. Ese resentimiento alimenta el odio, lo irracional y lo atávico. Las hordas españolistas se identifican con el rojo y gualda; a veces incluso con el águila imperial. Las hordas vascas se emocionan con la ikurriña y el Arrano Beltza o Águila Negra del Reino de Navarra, no menos agresiva e imperialista que el aguilucho franquista.
Las hordas catalanas lagrimean al contemplar la señera, cuyo origen se disputan los reyes de Aragón y los condes de Barcelona. Pienso que las personas sensatas ?cada vez más escasas- prefieren abrir un libro, recordando que todos pertenecemos a la misma familia humana y que los rasgos en común superan ampliamente a las diferencias. El Quijote, Tirant Lo Blanc o los clásicos de la literatura vasca (Bernat Dechepare, Joanes Leizarraga ?traductor de la primera versión del Nuevo Testamento en euskera- o Juan Pérez de Lazarraga) son patrimonio de todos y, aunque todos reflejan los prejuicios de su época, su lectura no convoca a la unanimidad, sino al diálogo. Nunca he entendido la emoción que suscitan unos colores, pero no deja de sorprenderme la capacidad de las palabras para extraer lo mejor de nosotros mismos y acercarnos a los otros. No dejemos que la barbarie prospere. En el siglo XX, Europa sufrió terriblemente por culpa del nacionalismo, que elaboró su ideario con las tendencias más reaccionarias del Romanticismo decimonónico. Los lemas ?Patria o Muerte?? o ?Sangre y Suelo?? revelan que nazismo y comunismo beben del mismo charco envenenado.
Ser ciudadano del mundo es una utopía, pero es una utopía ética, bella y humana, que apuesta por la paz, la diversidad y la convivencia. Ser español, vasco o catalán no es algo serio, sino una circunstancia que adquiere un perfil trágico, cuando se convierte en el estandarte de una utopía excluyente e inhumana. Ser hombre sí es algo serio e implica usar la razón para combatir la peligrosa seducción de banderas, mitos y delirios étnicos, lingüísticos o telúricos. La luna de Atenas no es más brillante que la de Corinto. Solo es el mismo astro contemplado desde otro punto.
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Inesperado
Félix de Azúa
El País – 22 SEP 2015
Sabido es que los caudillos de la independencia catalana mienten más que hablan. Afirman la permanencia en la Unión Europea cuando hasta el jefe de bedeles les ha dicho que saldrán de ahí arreando. Que el pobre Casanova fue un mártir nacional, pero murió en la cama de viejo. Juran que no habrá corrupción en la nueva Jauja cuando su jefe histórico dirige una banda de cleptómanos. Que los españoles les robamos 16.000 millones de euros, que pagan más que los länder alemanes, que por eso el Estado no publica las cuentas, todo mentira. Ni una sola de las informaciones nacionales catalanas se puede tomar en serio. No es algo fuera de lo común, los políticos mienten, pero los separatistas han elevado el vicio hasta la bufonada y por eso sudó sangre Romeva en la BBC.
Ninguno de ellos leerá el riguroso Las cuentas y los cuentos de la independencia, de Borrell y Llorach, no vaya a ser que la verdad les estropee la siesta. Esa pareja ha cometido el peor pecado que cabe en este país. Han trabajado. Mucho. Acostumbrados a decidir lo que es verdad o mentira por la altura del tono de voz, no estamos habituados a comprobar los hechos. Borrell y Llorach han quemado horas y más horas llamando a embajadas, consultando servicios públicos, entrevistando ejecutivos, comprobando cifras?? Y han demostrado que todo el proyecto separatista es un enorme cuento sobre cuentas delirantes.
Los separatistas tienen por ignaros incurables o por idiotas a sus votantes, como Franco, y cuentan con la abulia de los políticos españoles que jamás comprueban nada porque da mucho trabajo. Lo que no podían imaginar es que dos catalanes les desmontarían el chiringuito. Su libro no es de ideas, es de datos. Estos sí que trabajan.
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Las trampas del bilingüismo
Aurelio Arteta
El Pais – 25 SEP 2015
Uno no sabe si la mejor receta política para este país es hoy el federalismo ni tampoco si el federalismo requiere el bilingüismo. De lo que estoy seguro es de que el fomento de las lenguas de España no se ha orientado tanto a fundar un Estado federal, como a hacerlo imposible. Uno se teme que, en este punto, los padres de nuestra Constitución pecaron de ingenuidad o de infundado complejo de culpa por los pecados franquistas. Bastantes no comprenden todavía que nuestros nacionalistas profesan un nacionalismo lingüístico, es decir, que su política lingüística ha sido y es el arma básica para resaltar su diferencia y lograr la secesión política anhelada.
Claro que el bilingüismo real entre nosotros se presenta en grados diversos, en unos lugares bastante y en otros casi nada. En el caso extremo, el catalán, al bilingüismo real se superpone incluso un monolingüismo oficial. Pero, en todos ellos, los partidos o Gobiernos nacionalistas del lugar han cultivado en exclusiva la llamada ?lengua propia?? (particular o peculiar), aunque fuera la ?propia lengua?? de pocos de sus habitantes. Esas políticas lingüísticas no han nacido, pues, del bilingüismo efectivo, sino de que no lo había en la cantidad deseable para los devotos de Arana o Pompeu Fabra y para que lo hubiera.
Por eso no puede ser indiferente al proyecto de un Estado federal el modo como se ha instalado, recuperado o reforzado tal bilingüismo. Se diría primero que esas políticas lingüísticas rivalizan en engañar a la ciudadanía por múltiples vías. Así, han extendido el indiscutible derecho de los hablantes de su lengua particular al más que discutible derecho de quien desea aprenderla por capricho. O sea, han subordinado necesidades más amplias, graves y urgentes de la población a necesidades imaginarias de una parte menor de esa población. Han apelado a razones históricas, como si el pasado ?a menudo fabuloso? tuviera derechos sobre el presente. Han tratado como cosa propia de filólogos, historiadores o eruditos locales lo que es ante todo una cuestión de moral pública: de justicia lingüística. Han pretendido ignorar que el castellano no sólo es la lengua común de todos, sino también la más común en las comunidades dotadas de otra distinta. Y apenas quedan sedicentes progresistas que no hayan sucumbido a proclamas tan reaccionarias.
Han apelado a razones históricas, como si el pasado tuviera derechos sobre el presente
Un efecto inmediato de tales premisas es la hipocresía allí reinante. Si lo que importa de una lengua no es su gramática ni cuántos dicen conocerla, sino su uso real, toca desvelar esa falsa apariencia en el País Vasco. Según estudios fiables, sólo el 13% de su población recurre habitualmente al euskera, mientras en sus territorios (salvo Guipúzcoa) los usuarios descienden a la mitad de esa proporción y en sus capitales (menos San Sebastián) a una minúscula mitad de esa mitad. No extrañará que el año 2011 suspendiera el 91 % de los funcionarios llamados a acreditar un dominio mínimo de su ?lengua propia??. Más equilibrada distribución se observa en Cataluña, aunque el uso del catalán alcance un 36% y el castellano predomine con ventaja en todos los ámbitos…, excepto en las relaciones civiles con la Generalitat. Ello no obsta para que estas y otras comunidades den la impresión de un bilingüismo sin fisuras. Publicaciones oficiales, rótulos viarios, topónimos, pancartas reivindicativas, etc. figuran en dos lenguas, por más que la mayoría sólo conozca o emplee una de ellas. O figuran sólo en una, que provocativamente no es la española.
Más allá de la sangría multimillonaria de sostener este bilingüismo de cartón piedra, lo peor es la incalculable injusticia pública de cada día y el sufrimiento que origina. Pongamos el sacrificio de generaciones en este altar educativo de la construcción nacional al que los padres envían a sus hijos por mandato legal (Cataluña) o por timorata decisión personal (Euskadi). Añádase el abuso asimismo consentido en el acceso al empleo público. Que se publiquen esos baremos para la selección del profesorado universitario, en que algún vago certificado de aptitud lingüística otorga al candidato mayor mérito que cualquier otro. Ahí tienen la sanidad vasca, en que el médico aspirante más euskaldún parte con una ventaja insalvable frente al más cualificado. O las atenciones de la sanidad de Cataluña, donde el personal ?siempre hablará en catalán, independientemente de la lengua que utilice su interlocutor??, incluso cuando el paciente tenga ?cierta dificultad?? de comprensión.
¿Bilingüismo?; vale. Pero que sea un bilingüismo verdadero, y no ficticio; libre, y no forzoso.
Aurelio Arteta es catedrático de Filosofía Política de la Universidad del País Vasco
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Los costes del cuento separatista
Josep Borrell / Joan Llorach
(El Pais 4 SEP 2015 )
Para algunos catalanes la independencia es un bien superior, cualesquiera que sean sus costes. Para el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, es ?una cuestión de dignidad??. Y Carme Forcadell, número dos de la lista unitaria Junts pel Sí, repite en sus mítines: ?Si podemos ser libres no debemos vivir como esclavos??. Pero no son bastantes para construir una mayoría social. Por eso presentan la independencia como promesa de prosperidad para todos, liberados de esa ?España nos roba?? al que se ha puesto la cifra mítica de 16.000 millones de euros.
Mas y Junqueras ofrecen a los catalanes el cuento de una independencia sin costes, que liberaría a Cataluña de un expolio fiscal único en el mundo, que solo aportaría ventajas, no afectaría las relaciones comerciales con su principal cliente, sería reconocida sin problemas por la comunidad internacional y no implicaría la salida de la UE y del euro. En nuestro libro Las cuentas y los cuentos de la independencia (Los Libros de la Catarata) hemos analizado estas cuestiones utilizando datos que demuestran que poco o nada de eso es cierto. Constatamos cómo las cuentas mal hechas se han convertido en certezas incuestionables.
A la sociedad catalana se la ha engañado con una inventada comparación con Alemania, el cuento de su balanzas fiscales y del límite constitucional al déficit fiscal de los länders, que en realidad nunca existieron.
Cataluña no dispondría al día siguiente de la independencia de los míticos 16.000 millones con los que evitar recortes o disminuir su deuda. Esa cifra esta calculada por un método que la sobrevalora de forma injustificada. La venta de esta fábula a la opinión publica ha sido un éxito de comunicación política para los independentistas. Pero es un engaño tan grande como la farsa de las balanzas fiscales alemanas.
El conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, ha elaborado otra estimación del beneficio fiscal que produciría la independencia y declarado que ?con los impuestos que actualmente pagamos podemos cubrir el coste de todos los servicios públicos que recibimos y todavía quedaría un pequeño excedente?? que para 2015 fija en 2.405 millones de euros. Y, sin embargo, el presidente Artur Mas y Junqueras han estado proclamando que la Cataluña independiente tendría el superávit presupuestario más grande de Europa??
La comparación internacional no justifica que Cataluña sufra un ?expolio?? fiscal. Según nuestros cálculos, es cierto que Cataluña tiene un déficit fiscal superior al que resulta de un razonable efecto redistributivo con el resto de España. Pero la diferencia es, en el peor de los casos, del orden de 1,5 % del PIB; no 16.000 millones, sino 3.000. ¿Y para solucionarlo hay que recurrir a una declaración unilateral de independencia?
El déficit fiscal de Cataluña es a lo sumo de 3.000 millones, no de 16.000
Es falso que se incumpla el ?principio de ordinalidad?? que establece el Estatut. Como consecuencia de su esfuerzo de solidaridad, Cataluña no pierde ni una posición en la clasificación de las comunidades autónomas por su renta per cápita. En nuestro libro argumentamos que en realidad la norma estatutaria está mal redactada y la referencia adecuada sería la financiación per cápita ajustada disponible antes y después de las transferencias del sistema autonómico. Y que entonces, sí que se altera el orden. Pero hemos calculado que su incidencia cuantitativa en la financiación es del orden de 160 euros por habitante y año. Tampoco parece que sea un problema tan grave que exija recurrir a la independencia para resolverlo.
La financiación autonómica tiene problemas, entre ellos la agraviante comparación con el sistema foral. Pero la financiación per cápita ajustada que recibe Cataluña por aplicación del nuevo sistema ha mejorado notablemente. Desde 2009 está casi en la media de todas las autonomías, que es hacia donde deberían converger todas, forales incluidas.
No es cierto que la comunidad internacional reconocería una declaración unilateral de independencia. Mas y Junqueras han comparado a Cataluña con países coloniales, sometidos a dictaduras o ocupados militarmente. Pueden considerar que la Constitución española es de ?baja intensidad democrática??, pero es la misma que tienen Alemania, Francia, Italia y EE UU. Ninguno de esos Gobiernos apoyaría la secesión de Cataluña. Tienen interés en evitar sentar el precedente de una secesión sin coste de una de sus regiones ricas.
Cataluña no sería reconocida y aceptada de forma automática como nuevo Estado miembro de la UE y de la unión monetaria. Ni siquiera podría presentar su candidatura. Lo han advertido todas las autoridades comunitarias. El Comité de las Regiones dijo en abril que en el caso de que una región europea obtuviese la independencia, tendría que solicitar su adhesión como miembro de la UE y esta requeriría un acuerdo unánime.
La promesa de subir las pensiones un 10% tampoco tiene fundamento. Argumentan que en los últimos 20 años la ?seguridad social catalana?? habría tenido un superávit de 20.000 millones de euros. Pero no tienen en cuenta que muchos pensionistas cotizaron en Cataluña pero cobran su pensión fuera de ella.
El precio de la independencia sería muy alto y los beneficios inciertos
Si Cataluña apareciese por encanto como nuevo Estado miembro de la UE y nada cambiase en las condiciones de su contorno económico-financiero-internacional, al ser hoy un contribuyente neto a la Hacienda española, la independencia le aportaría un saldo fiscal positivo, aunque mucho más pequeño que los 16.000 millones, unos 2.400 millones según Mas-Colell.
Pero hay que tener muy en cuenta los costes de transición hacia un nuevo Estado. Por la salida de la UE, la contracción de la actividad producida por la alteración de las relaciones comerciales con su principal cliente (el superávit comercial con España compensa su déficit comercial con el resto del mundo) y las deslocalizaciones de empresas (ocurrió en Quebec cuando la secesión fue una posibilidad real), creemos que en el medio plazo la independencia tendría un efecto muy negativo en la economía catalana. Los costes serían muy altos y los beneficios, inciertos,y a largo plazo, dependerían de la mejora en la gestión pública que los políticos independentistas no han sido capaces de hacer en los ya largos años han gobernando Cataluña.
Con las cuentas bien hechas, la independencia sin costes es un cuento. Hay soluciones más eficientes para resolver los problemas del encaje de Cataluña en España. Y se debe trabajar urgentemente para reparar la fractura social que se está produciendo y que el propio Mas anticipó en diciembre del 2011 cuando se oponía a una consulta porque dividiría la sociedad catalana en dos.
Las cuentas y los cuentos de la independencia está editado por Los Libros de la Catarata.
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LIBRO
las cuentas y los cuentos de la independencia
BORRELL / LLORACH
Un análisis crítico de los argumentos políticos y económicos utilizados por Artur Mas (CDC) y Oriol Junqueras (ERC) a favor de la independencia de Catalunya.
Principio del formulario
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Sinopsis :¿Qué hay de cierto y de falso en la narrativa independentista a la que contribuyen Mas y Junqueras? El objetivo de este libro es analizar críticamente los argumentos políticos y económicos a favor de la independencia de Catalunya, especialmente los utilizados por los líderes de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Artur Mas, y de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras. Los autores se propusieron escribirlo después de la atención que despertó su artículo «¿Dónde están los 16.000 millones?», publicado en enero de 2014, cuestionando la extendida creencia de que, con la independencia, Catalunya dispondría, de forma inmediata y permanente, de 16.000 millones de euros anuales adicionales
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Siempre hay tiempo si hay voluntad
Pedro Sánchez
25 SEP 2015
Unos, los inmovilistas, nunca ven el momento para dialogar con los separatistas. Los otros, los separatistas, creen que ya es demasiado tarde para hablar con nadie. Sin embargo, es imposible resolver los conflictos sin diálogo. Y como la única victoria política concebible es la que resuelve los problemas, solo podemos concluir que unos y otros han renunciado a la victoria. Se conforman con el sucedáneo de la victoria que consiste en ver derrotados a los contrarios, aunque los vencidos sean la mitad de sus conciudadanos, aunque esa victoria la tengan que celebrar sobre una sociedad dividida de una forma que desconocemos en democracia. Aunque la tengan que celebrar sobre una sociedad rota. Ese es un horizonte inaceptable del que debemos alejarnos todo lo que podamos y cuanto antes, por eso estoy convencido de que hay tiempo para el diálogo y el acuerdo, entre otras cosas, porque no hay ninguna alternativa realista al diálogo y al acuerdo.
Los socialistas no concebimos a Cataluña fuera de España. Entre otras cosas porque sin Cataluña, España ya no sería España. Los pueblos que conformamos la España de hoy hemos hecho tantos siglos de historia juntos que nos hemos fundido en una indudable identidad común. De tal modo que la falta de cualquiera de ellos afectaría a la identidad de todos los demás, dejándolos incompletos. Y el caso de Cataluña es, en este sentido, un caso singularmente importante. Porque la identidad de España está fuertemente marcada por los rasgos que aporta Cataluña al conjunto, por la singularidad de la lengua, de la cultura y de la historia catalanas. España es un país diferente de manera muy especial gracias a Cataluña. Nuestra pluralidad es nuestra mayor riqueza en un mundo que valora, cada vez más, la diversidad.
No se puede entender a España sin Cataluña, como no se puede entender a Cataluña sin España. Desconocer el sentimiento de identidad compartida catalana y española que tienen la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña es no comprender a la Cataluña real que convive cada día y que vive su diversidad como una riqueza irrenunciable. No me cabe la menor duda de que hay algunas personas que, en un extremo y otro, sienten un rechazo a esa identidad plural y compartida que nos ha legado la historia, pero esas personas son, objetivamente, una minoría. Sin duda unas minorías que merecen respeto y que tienen derecho a ser escuchadas, pero no a violentar de una forma abrupta e intolerante el sentir de la inmensa mayoría. Y no tienen derecho a imponernos la idea de que no tenemos tiempo ni nada de qué hablar.
Los socialistas españoles venimos diciendo, desde hace años, que deberíamos reformar la Constitución. No es un capricho ni es una pirueta política. Es una propuesta que nace de la comprensión de que algunos elementos clave de la organización de nuestra convivencia dan muestras de fatiga y de falta de adaptación a nuevas realidades, nuevos sentimientos, nuevas aspiraciones. Y uno de esos elementos, sin duda, se llama Cataluña.
Sabemos que esa reforma ni podemos ni queremos hacerla solos; sabemos que requiere tiempo, generosidad, consenso; sabemos que debe permitir que todos nos sintamos cómodos; y sabemos que debe abordar, a la vez, la mejora de la calidad de nuestro sistema democrático, la mejor garantía de los derechos y libertades y el perfeccionamiento federal de nuestro Estado autonómico.
Algunos elementos clave de la organización de nuestra convivencia dan muestras de fatiga
Desde el PSOE, estamos en las mejores condiciones para mirar a nuestra izquierda y nuestra derecha e invitar a todos a intentarlo. No vamos a detenernos porque el nacionalismo más radical en Cataluña haya decidido que las aspiraciones catalanas no eran ya compatibles con un proyecto de España común, plural y diverso y que su proyecto de futuro pasaba por la ruptura. Ni vamos a detenernos porque el nacionalismo recentralizador y escasamente sensible al carácter plural de España representado por el Partido Popular se haya convertido en el mejor aliado y la mejor coartada al planteamiento secesionista de Artur Mas y Oriol Junqueras.
Estamos convencidos de que, en el marco de una reforma constitucional de corte federal, podremos delimitar las competencias del Estado, de Cataluña y del resto de Comunidades, reconocer las singularidades, constitucionalizar los principios que configuren la financiación autonómica para garantizar su suficiencia, su carácter equitativo y la solidaridad interterritorial, disponer de un Senado federal que permita la participación efectiva de las Comunidades Autónomas en el gobierno del conjunto. Así lo manifestamos todos los socialistas de España en los acuerdos de Granada de julio de 2013.
Cuando la sociedad todavía sufre la dureza de los efectos de una crisis económica que ha devastado el trabajo, el bienestar y las esperanzas de tantas personas, los socialistas no olvidamos que la tarea de los gobiernos es procurar resolver los problemas vitales de sus ciudadanos. Por eso en nuestros objetivos como socialistas, además de mantener la cohesión territorial, resulta fundamental garantizar la cohesión social. Proteger el Estado de bienestar que Rajoy y Mas tratan reducir a su mínima expresión usando la crisis como excusa para imponer su ideología común, que es la ideología neoliberal de la supremacía del mercado.
Artur Mas se presenta emboscado en una lista, envuelto en la estelada, y engañando a su pueblo
Hoy Artur Mas se presenta emboscado en una lista, envuelto en la estelada, y engañando a su pueblo sobre las consecuencias de sus propuestas, para asíevitar dar cuentas de lo que ha hecho y no ha hecho durante todos los años que ha estado en el Gobierno de Cataluña. Sin embargo, sus propuestas, lejos de resolver los problemas de la vida de la gente, los agravarán. Artur Mas y quienes le acompañan en su aventura secesionista deberían tener el coraje de explicar a la sociedad catalana cómo, por ejemplo, la salida de Cataluña de la Unión Europea marcará el destino de toda una generación de jóvenes a los que, lejos de facilitarles la vida en un mundo globalizado, les aboca a un proyecto de un mundo pasado y limitado por nuevas fronteras.
Ni Rajoy es España, ni Mas es Cataluña; son solo dos gobernantes temporales. Sus intereses y sus ambiciones no merecen el sacrificio de la convivencia de millones de personas. Si ellos no han sabido representar el entendimiento y la convivencia en nuestra sociedad, es de ellos de los que debemos prescindir, y no de la convivencia ni de la diversidad y pluralidad que nos enriquece como sociedad. Y para sacarles democráticamente del gobierno estamos a tiempo, muy a tiempo.
Pedro Sánchez es secretario general del PSOE.
6
Por una política personal, democrática y multicultural posnacionalista
Benjamín Forcano
1.Primero de todo PERSONAS
Estamos zarandeando muchos conceptos sobre nuestra convivencia humana, individual y colectiva. Y no sé si, en medio de las prisas y pasión, tenemos sosiego para poner las cosas en su sitio, con el valor que les corresponde. Simplemente que nos paremos un poco a ponderar lo que somos y aquello por lo que luchamos, no sea que concentremos las energías allí donde todo es relativo y secundario y descuidemos lo esencial.
Unos y otros, desde nuestras respectivas perspectivas, no olvidemos que primero de todo somos personas con una dignidad , derechos y valores universales y, por tanto, irrenunciables, en cualquier lugar, cultura o país del mundo. Las fronteras, los territorios, las lenguas, las culturas, los credos y las religiones son relativas, no así la dignidad de la persona, que nos hace acreedores en todas partes a obrar como tales y a que se nos acoja y respete como tales.
Yo no sé si habrá habido algún momento de la historia en que los hombres se hayan relacionado tanto como en la nuestra. Pero sí sé que la intensísima relación de nuestros días no ha servido, como debiera, para que los hombres aumentaran el respeto , la justicia, la cooperación y la paz.
Nunca tanta riqueza y nunca tanta pobreza; nunca tanto intercambio sociocultural y político y nunca tanta desconfianza y hostilidad; nunca tanta comunicación y nunca tantas barreras para una veraz información; nunca tanta declaración de igualdad y soberanía de las naciones y nunca tan descarada práctica de invasión, dominación y guerra; nunca tanta proclamación de derechos humanos y nunca tanta conculcación de los mismos.
La conciencia de que ninguna nación debe prosperar a base de explotar y dominar a otra, crece; la conciencia de que ningún ser humano debe ser explotado por otro, crece; la conciencia de que ninguna religión es única y superior y debe imponerse a los demás, crece; la conciencia de que todo sistema económico, que no sirva para remediar las necesidades humanas de todos es injusto, crece; la conciencia de que los pueblos están llamados a entenderse, colaborar y solucionar juntos las grandes causas de la humanidad, crece.
La humanidad rechaza la omnipresente y voraz mercancía de la globalización neoliberal. Lo que no es bueno para todos, no puede serlo para uno o para una lista de grupos particulares. La humanidad es una y tiene vocación de justicia, de fraternidad, de libertad y de paz para todos.
Demasiadas veces en la historia nos hemos peleado a causa de nuestras diferencias. Nadie pretendía actuar desde el plano de la igualdad sino desde la superioridad y del dominio. Y, por mantener esa superioridad hemos perdido hasta la vida y hecho de la tierra, nuestra casa común, lugar de dolor y conflicto permanente.
Hoy, la conciencia avanza imparable por los caminos que hace 2.000 años, señaló Jesús de Nazaret: Dios no hay más que uno, el del Amor, y la vida de cada hombre vale lo mismo. El valor de la vida está en sí, en cada persona, sin ceder a ninguna idolatría de patria, raza, religión, clase o género.
Jamás hechos, circunstancias o notas accidentales pueden eclipsar o rebajar lo esencial de la vida. Y lo esencial es que, frente a la realidad pequeña de la patria, del territorio, de la lengua, de la cultura, de la religión, de la política, de los Estados, está la realidad grande, superior a todas las otras, de la persona.
Mi patria universal es la dignidad de la persona. Mi lengua universal son los derechos humanos. Mi religión es la que me religa a todo ser humano, me lo hace otro yo y me hace tratarlo como yo quiero que me traten a mí. Mi sangre y mi ADN universales me identifican con los anhelos de justicia, de libertad, de amor y de paz, bullentes en los miembros de la especie humana. Mi ciudadanía es universal y planetaria, no disminuida en ninguna parte, y brota de mi ser humano como la de todos los demás.
Los credos particulares quedan relegados a un segundo lugar. Todos, por encima de una u otra religión, por encima de una u otra raza, por encima de una u otra cultura, por encima de una u otra condición social, por encima de una u otra modalidad sexual , somos personas. Y, si personas, iguales. Y, si iguales, hermanos. Y, si hermanos, ciudadanos del mundo entero. Y, si ciudadanos del mundo entero, hijos de un único Dios, Padre y Madre de todos.
Las razas son relativas. Las religiones son relativas. Las lenguas son relativas. Las patrias son relativas. Las culturas son relativas. Lo absoluto es el amor a toda persona, el no querer el mal para nadie, el no explotar a nadie, el no humillar a nadie, el no discriminar a nadie, el no engañar a nadie.
La fraternidad es la genética constitutiva de la humanidad, genética que hace imposible la injusticia, el odio, la indiferencia, el orgullo, la insolidaridad. Uno se hace prójimo de cualquier necesitado cuando tiene compasión de él. Y tiene compasión cuando ve en su cara la cara de un hermano. Y ver en otro la cara de un hermano, es ver a Dios. ?Cuanto hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis??. Y hacer eso es cumplir, ni más ni menos, la voluntad de Dios.
Las falsas grandezas, las falsas apariencias, los mil huecos títulos han cedido a la verdad. Y la verdad es que, entre nosotros, no hay señores y esclavos, grandes y pequeños, mayores y pequeños, extranjeros y nacionales, sino iguales, porque todos somos hermanos.
2. Tiempos de posnacionalismo
Nadie elige el lugar donde nace ni las personas con las que vive. Ambas cosas, nacer en un lugar y cohabitar con otros nos es dado. Un hecho, por tanto, accidental y sobre el que no puedo enorgullecerme o menospreciarme. Nacer en Lugo, Badajoz , Badalona, Zaragoza o Bilbao y ser griego, alemán, cubano, chino o español no es elección mía. Ahora, el nacer en uno u otro lugar conlleva ser ciudadano de ese lugar y ser conocido con el nombre de dicho lugar. Y, en consecuencia , la convivencia de cuantos cohabitan en ese lugar supone construir un patrimonio con lengua, cultura y costumbres propias. Y esto marcará una diferencia con otros grupos que, aún relacionándose, dispongan de territorio y cultura diferentes.
Cuenta no menos el hecho de que todo humano nacido es persona y el ser persona es una realidad que implica la dignidad y propiedades específicas de un ser racional, libre y responsable; y unos derechos, tales como el ser libre, vivir con seguridad y sin discriminación, ser tratado con igualdad y justicia, elegir la vida privada y familiar, circular libremente en la sociedad y elegir residencia, tener una nacionalidad o cambiarla, poseer bienes individual y colectivamente, disponer de libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, de opinión y expresión, de reunirse, de participar en el gobierno de su país, de que le sean satisfechos sus derechos económicos, sociales y culturales.
Esta dignidad de la persona, con sus propiedades y derechos, no son accidentales, sino esenciales y, por lo tanto, universales. Tal dignidad personal confiere a todos un sitio en todo lugar y cultura, nos proporciona una identidad común, que está por encima de la identidad más relativa y pequeña de nuestro lugar de nacimiento y cultura.
Ser español o sueco o armenio no lo elijo yo y me aporta diferencias peculiares e importantes; ser implantado en el mundo como persona tampoco lo elijo, pero en todo lugar y cultura estoy obligado a actuar como persona y ser tratado como tal. Y la defensa del territorio y cultura de cada nación no puede hacerse con anulación, oscurecimiento o rebajamiento de la dignidad personal de nadie. La convivencia humana se funda sobre el pilar básico de la persona cuyo contenido esencial es universal, en tanto que lo nacional es particular y accidental.
La historia nos muestra el curso de los pueblos: su origen y desarrollo, sus luchas y conciertos, sus avances y aportaciones a la convivencia internacional. Y, dentro de esa historia, existen naciones cargadas de historia que se han formado integrando a diversos pueblos.
En esa historia, nos encontramos con los dos hechos descritos, el accidental en el sentido de que los nativos han nacido allí sin elegirlo y han elaborado una determinada cultura; y el esencial en el sentido de que todos los cohabitantes del lugar, nativos o foráneos, son personas y los hace reconocerse idénticos.
El problema siempre ha estado en no saber correlacionar lo esencial con lo circunstancial y lo personal con lo nacional. Lo personal es universal, lo nacional es particula.
Estos principios puede que ayuden a formular algunas conclusiones.
1. Los nacionalismos , cualesquiera que fueren, suelen demostrar incapacidad para compaginar lo que es esencial con lo relativo, lo personal con lo nacional.
2. Cuando se sobrevalora la particularidad del lugar y cultura propia, pasa a un segundo plano lo esencial y entonces se exagera lo accidental , incurriendo fácilmente en la tentación de menoscabar y destruir la dignidad y derechos de otras personas y pueblos. Es entonces cuando el nacionalismo se convierte en barbarie.
3. En el fondo, esa barbarie se alimenta de sentimientos que idolatran lo accidental con olvido de lo esencial de la convivencia. Los nacionalistas albergan en su mirada lo propio de su mundo particular y esa mirada se convierte en excluyente y fanática, si renuncia a reconocer la dignidad de todos los ciudadanos como personas.
Cuando se produce esta renuncia aparece delirante el proyecto nacionalista, que quiere implantarse sin el respeto prioritario de la persona y sin el subordinado de la diferencia particular. Los diferentes dejan de ser valorados como diferentes porque los que los valoran pierden primero su condición de personas y la niegan subsiguientemente a los en diferentes.
La historia de los nacionalismos resulta casi siempre la historia de una degradación ética sobre la correlación de lo personal y circunstancial, de lo principal y secundario. Una historia repetitiva de la que no se libra ningún nacionalismo, que se centra en negar a los diferentes, se los quita de en medio, para que allí, donde están ellos, no queden más que ellos.
La argumentación para rechazar a los otros y decretar la separación, o la sumisión, se revestirá de mil razones: históricas, económicas, comerciales, administrativas o políticas. En el fondo, sin negar la conflictividad a veces aguda, pero que debiera ir acompañada de una conciencia fuerte sobre la identidad común de unos y otros para dialogar, revisar, emendar y concertar nuevos modelos de acuerdo y convivencia, se exacerba la conciencia emocional de una y otra parte aduciendo razones de trato desigual y vejatorio, justificativo de los males , carencias y desajustes de todo tipo, imputados, cómo no, a los foráneos, a los diferentes , a los no cohabitantes del propio lugar y desvestidos de la propia lengua y cultura.
Los nacionalistas desestiman y posponen la identidad personal que a todos nos une y debiera guiarnos en la solución de los problemas y conflictos; y ensalzan como superior y garantía de un futuro nuevo , la identidad particular de su territorio, lengua y cultura.
Los nacionalistas niegan el derecho a la existencia de los diferentes, marginan y discriminan, niegan la pluralidad cultural, dividen y siembran la hostilidad, provocan sufrimientos y acaban siendo recordados en la historia por sus injusticias contra la dignidad de otras personas, a las que asiste el derecho doble de ser tratadas como personas y de conservar sus diferencias, en armonía con la pluralidad multicultural de la nación que los incluye o acoge.
El capitalismo en el trasiego incontenible de unos pueblos con otros ha globalizado las mercancías, el comercio, los mil bienes que la humanidad crea y ha sabido hacerlo con un sistema que garantice el logro de sus objetivos: la apropiación del capital y el incremento de sus ganancias y beneficios con el menor esfuerzo posible. No se ha dado paralelamente la globalización de la dignidad humana y sus derechos, haciendo que los Estados, las instituciones internacionales y los poderes financieros se constituyan y articulen para lograr satisfacer las necesidades básicas de todos los seres humanos, eliminando el cruel panorama de una desigualdad que oprime y atormenta a más de 3/ 4 partes de la humanidad.
Lo descrito es casual y se debe a que en el ordenamiento económico-político, rige la ley del más fuerte, del egoísmo y del dinero, del racismo y de la prepotencia, de la desigualdad y de la injusticia, y no del Derecho, del Amor, de la Justicia, de la Solidaridad, de la Igualdad y Fraternidad universal.
El principio, de que el ?hombre es hermano para el hombre ? se cambió por el de que ?es lobo??. El capitalismo cínico degrada a la persona a la condición de mercancía y, entonces, se la puede vender o comprar como una cosa más: no vales por lo que eres (persona), sino por lo que tienes (dinero). El dinero es el dios al que se sacrifican vidas y pueblos enteros, jugando muchas veces de oficiantes en el altar y ceremonia los nacionalismos.