Bien, veamos. De este Domingo de Ramos nos hemos quedado con la imagen de Jesús rodeado de niños, con ramos de olivos, montado en un pollino o burro y entrando en Jerusalén, victorioso. Casi, como si fuera una fiesta. Pues no.
A continuación de esa entrada en Jerusalén, Jesús se dirige al Templo y vuelca las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de animales y dice: «Mi casa es casa de oración y vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones». Dice el evangelio que los sumos sacerdotes se enteraron de ésto y buscaban cómo podían matarle.
Es curioso que en las lecturas del Evangelio de hoy no se hace alusión a esta parte «subversiva» de Jesús derribando las mesas y los puestos en el Templo, escena que está a continuación de su entrada en Jerusalén. ··· Ver noticia ···
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