Violencia infame en Paris -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

0
64

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Acabo de leer, en Religión Digital (RD), escrito por su director, José Manuel Vidal, un artículo titulado ?¿Quiere Dios que lo dibujen???, con motivo de la salvajada llevada a cabo en París por iyadistas radicales y fanáticos. Lo recomiendo, pues se trata de un escrito ilustrativo de la tradición ?iconoclasta?? (sin imágenes) de la religión musulmana, influida, sin duda, por el judaísmo, como certifica fehacientemente el Antiguo Testamento (AT). En el caso del título, referente a Dios, la prohibición es clara y terminante. Pero aun en los personajes cercanos a Dios, como profetas, videntes, o incluso reyes, el AT provocó que tengamos, sobre esa época hebrea, un verdadero desierto plástico.

Pero el encabezamiento del escrito es poco claro. Habla de ?dibujar??, pero no especifica más. Aunque podemos concluir por lógica inductiva: si se acaba prohibiendo el dibujar, o reproducir, la imagen de las personas o cosas próximas a Dios en la conciencia del fiel, ¿qué decir cuando el dibujo es irreverente, o, por lo menos para la percepción del devoto religioso, resulta ofensivo y provocador?

No quiero que se me mal interprete. Los lectores de este blog saben de mi alergia, y rechazo total, a la violencia, incluso verbal, pero absolutamente reprobable si se trata de la violencia física. La salvajada de París sigue siendo la misma si sus ejecutores, verdugos sanguinarios, han actuado ?contra el derecho de información, o de libre expresión??, o, según su opinión, ?contra el ¡pretendido! derecho de insulto y ofensa! Es preciso recordar, y no debería hacer falta, que la libertad religiosa, y su respeto, está reconocida en la declaración de los derechos humanos, por lo que debe ser protegida de actuaciones que puedan suponer mofa, ridículo u otro tipo de excesos, verbales, o escritos, o promovido con cualquier tipo de imágenes. Y no se trataría de proteger la ?hora y gloria?? de Dios o de los seres divinos, que se supone saben protegerse solos, sino de la vergüenza y vejación de sus fieles.

Pienso lo mismo si un escrito o una viñeta ofendiese, según el criterio sensato de un ciudadano, a su padre o madre, o a él mismo, ridiculizándolo, o provocando la mora y el escarnio sobre él. Me parece oportuno, en las actuales circunstancias, que los europeos, ciudadanos de países secularizados, con la mayoría de sus habitantes alejados del sentimiento de transcendencia que provoca el respeto y la reverencia a su Dios, o a sus profetas, meditemos con sosiego y objetividad si, en un mundo globalizado, en el que las publicaciones se conocen y se propagan sin límites, no deberíamos ser más respetuosos con la sensibilidad religiosa de nuestros convecinos, aunque, según nuestra opinión, estuviera desfasada, o fuera de lugar, o, siempre según nuestro modo de pensar, hubiera sido provocada por una comedura de coco inaceptable en nuestros días. Debemos respetar ese sentimiento, excepto en el caso de que provoque, directamente, el mal, físico, moral o psíquico, a los restantes conciudadanos. Además, de comeduras de coco, y de valores sospechosos, está llena nuestra sociedad capitalista liberal de consumo.

No es el caso, evidentemente, de los fanáticos delincuentes que, tomándose la justicia por su mano, se han erigido en vengadores de la honra del Profeta, y del supuesto vilipendio que los diseñadores hayan podido hacer pasar a muchos fieles musulmanes. He oído a un imán en la tele condenar sin paliativos la matanza parisina, y afirmar que hay otros medios, legales y jurídicos, para combatir el insulto, la ofensa y la provocación de contenido religioso. Y al hablar así, reconocía que, efectivamente, en muchas ocasiones esa ofensa existe. Mi opinión es que debería estar claramente estipulado el límite de la libertad satírica contra realidades, signos, personas, históricas o actuales, que puedan causar perjuicio moral, existencial o psíquico a personas, también por motivos religiosos. Muchas de las viñetas que he podido ver serían ilegales en Brasil, por ejemplo. Por poder ser consideradas como un atentado a la libertad religiosa, un bien jurídico debidamente protegido. Y no pienso que, en eso, en Europa seamos más civilizados por ser más complacientes con los presuntos excesos de la libertad de expresión.

Pero de todo lo anterior, nadie deduzca que pretendo rebajar ni un milímetro la gravedad de la ?barbarie terrorista?? del atentado de París, como lo ha calificado el presidente francés, François Gérard Georges Hollande. ¡Viva la República Francesa!, y sus valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que son ya un patrimonio de la humanidad.