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Hermanos:
Este cirio encendido y replicado en vuestras velas representa a Cristo resucitado.
Ha surgido de las tinieblas del mundo y del templo.
El Espíritu de Dios, desde siempre, puso a rodar la materia llena de energía:
evolucionando bajo su amor surgió la vida, la inteligencia, la libertad, la conciencia.
El ser humano no siempre encontró caminos de vida para todos:
se vio tentado a acaparar, a guardar para sí y para los suyos;
los más débiles, en inteligencia o en fuerza, fueron marginados;
la guerra por tener y ser más estuvo pronto servida.
La historia ?nuestra historia- es la lucha por la vida:
nuestro egoísmo es noche, es cárcel, es tiniebla… no tiene salida;
nuestro amor es día, es libertad, es luz… abre la mesa compartida.
En la historia ha habido ?y hay- profetas del egoísmo y del amor:
ricos, dictadores, violentos… son los voceros del egoísmo;
pobres voluntarios, servidores, trabajadores de la paz… son portavoces del amor.
Hoy, esta noche, evocamos a Jesús de Nazaret, al hijo de María y de José:
apareció por la orillas del Jordán empapándose del espíritu de Juan;
aprendió a vivir en sinceridad, en pobreza voluntaria, en justicia.
Junto al Bautista tuvo una experiencia extraordinaria:
en su interior notó que el Espíritu de Dios le ?llenaba?? las entrañas;
creyó (Hebr 12, 2) que él era el ?Ungido??, el Cristo, el Hijo de Dios verdadero.
Este Espíritu le empujó a través del desierto:
?con su fuerza vuelve a Galilea??, donde reconoce públicamente:
– ?que el Espíritu de Dios está sobre él;
– que le ha ungido y enviado a dar la buena nueva a los pobres,
a anunciar la libertad y la vista a esclavos y ciegos,
a proclamar el año de gracia del Señor?? (Lc 4, 1. 14. 18-20).
Invita a diversas personas a trabajar por la vida:
les pide la renuncia voluntaria a los falsos valores del dinero, el brillo y el poder;
les propone compartir, ser hermanos, servir solidariamente.
Sólo teniendo al Dios-Amor como rey:
encontrarán dicha, consuelo, ayuda mutua,
pan para todos, comprensión sincera, trabajo por la paz;
la persecución por el Amor será alegría compartida.
Ya sabéis el final de este profeta del Amor:
los hombres religiosos le creyeron un peligro para su institución;
ellos no vivían el reino de Dios que él predicaba;
en vez de convertirse al Espíritu de Jesús, se enfrentaron a él;
le acusaron de blasfemo y enemigo del pueblo;
pidieron al poder civil que lo quitara de en medio;
murió crucificado a la afueras de Jerusalén.
Esta noche (hoy) celebramos que el Crucificado tenía razón:
el Amor, sólo el Amor, tiene salida.
La muerte no pudo con el Amor:
– éste siguió vivo para siempre;
– él es la luz que celebramos;
– él es el agua que nos fecunda.
– es Jesús de Nazaret resucitado y vivo para siempre.
Nosotros hemos creído en el Amor:
por eso estamos viviendo en comunidades fraternales;
por eso compartimos con los necesitados;
por eso trabajamos por la libertad, la justicia y la paz.
Esta fe en el amor que Dios nos tiene las expresamos en el bautismo:
el bautismo es ?sumergirnos?? en el Espíritu de Jesús, en su amor;
el amor le llevó a él a dar la vida por todos;
el amor nos conduce a nosotros a dar la vida por todos.
¡Alegría, hermanos!: Dios es amor, Cristo es amor, el Espíritu es amor.
Nosotros vivimos en el Amor: nos ilumina su luz y nos empapa su fuerza.
?Consideraos muertos al egoísmo y vivos para el Amor,
como personas que viven en Cristo Jesús, Señor nuestro?? (Rm 6,11).
¡Felicidades, resucitados, vivos en el Amor de Jesús!
Rufo González