Viernes Santo -- Miguel Ángel Mesa Bouzas

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Ahora que dominan
las tinieblas,
sentimos que unas gotas
como de sangre ajena,
resbalan e inundan
las pantallas
y nuestros ojos.

Es el odio, la guerra,
la cárcel siempre injusta,
las cadenas de la incultura,
el hambre, la soledad,
la muerte.

Si volvemos la cabeza
y damos media vuelta,
quizá no sea tan dura
esta oscura sinrazón.
Si acercamos el oído
pueden salpicarnos
los gritos y el hedor
de este inhumano infierno.

Es el momento de arrojarnos
al huerto sin luna,
alzar la plegaria al Padre
cuyo silencio nos aplasta,
y la blasfemia contra los poderes
que oprimen a nuestros pueblos.

Ésta es la hora
de cumplir su voluntad a ciegas,
de arrojarnos en sus manos,
ante el abismo
imposible de cubrir
con nuestras propias fuerzas.

Saldremos aturdidos, doloridos,
desgarrados por tantos rostros
desfigurados, que parecen
cualquier cosa menos
seres humanos.

Y a la vez, esperanzados,
llenos de Espíritu, es decir,
con fuerza, paz y ternura,
anhelantes del Reino.

Esta noche de oración por la Vida,
rompe todas nuestras seguridades,
pero nos permite ser fieles
en la gratuidad.