Una vida humana vale tanto como otra -- Jacques Gaillot, obispo de Partenia

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Partenia

El día en que fue dada a conocer la liberación de Ingrid Betancourt, que levantó un gran entusiasmo, había una concentración en la plaza del palais royal en París, a favor de Marina Petrella, ex terrorista italiana, refugiada en Francia y encarcelada desde hace dos años.
Ante las negativas sucesivas a la petición de la libertad condicional y las amenazas de una extradición a Italia, Marina entró en una depresión profunda y se encuentra en un cuarto de aislamiento psiquiátrico.

Así como otros terroristas italianos, ella disfrutaba de la acogida de Francia. Por aquel entonces, el Presidente Mitterrand se había comprometido a no devolver a estos refugiados italianos a su país si renunciaban a la violencia.
De este modo, Marina pudo llevar una vida normal en Francia, viviendo con su compañero y sus dos hijos, trabajando de asistenta social.

Todo iba bien hasta el día en que el gobierno italiano solicité la extradición de antiguos terroristas, entre ellos Marina. Faltando a su palabra, que honraba nuestro país, las autoridades francesas accedieron.

En la plaza du palais royal, yo me encuentro junto al compañero de Marina, que ahora es mi amigo.
Tomo la palabra también yo y me dirijo a las personas congregadas:
« Celebramos hoy la liberación de los rehenes, en especial la de Ingrid Betancourt. Pero estamos aquí por Marina que no se encuentra bien. Su vida peligra. Una vida humana vale tanto como otra.»

Un hombre joven vino hacia mí y me dijo: « Acepte que un no-creyente, un libertario, le dé un apretón de manos a un creyente.» Acepté sin dificultades??