Una noche que hará historia -- Ana R. Cañil

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La que acaba de pasar ha sido una noche de esas de película, que será guión para Hollywood dentro de unos meses y tendrá más eco y éxito que aquella «Hoguera de las vanidades», el libro de Tom Wolfe que luego Tom Hanks, Melanie Griffith, Bruce Willis o Morgan Freeman interpretaron bajo las órdenes de Brian de Palma. O la historia documental sobre Enron «Los tipos que estafaron a América». Todos estos ejemplos, más los recuerdos que tienes en blanco y negro de las películas de la crisis del 29 en un Nueva York fantástico, se pueden quedar pequeños con lo que ha comenzado a pasar anoche. O mejor hace ya unos meses, incluso un año.

Formalmente, y de acuerdo con las definiciones financieras, un banco de inversión es «una entidad financiera especializada que introduce en el mercado nuevas acciones y obligaciones emitidas por empresas o por el Estado». Es decir, trabaja para otras entidades o patrimonios de enormes fortunas. No tienen depósitos ni cuentas de ahorros de un ciudadano normal. Por eso, decían esta mañana los expertos, el Gobierno americano ha dejado quebrar a Lehman. «Nunca se hubiera atrevido a hacer eso con el mismo Bank of America, por ejemplo» explicaba esta mañana un alto cargo de un gran banco esta mañana.

Hasta hace poco eran «Los intocables», los cinco grandes bancos de inversión: Citigroup In, JPMorgan Chase & Co, Lehman Brothers Holdings Inc, Merrill Lynch & Co y Morgan Stanley. Hace semanas – en agosto exactamente- que un colega de todos ellos, Goldman Sachs & Co advertía de que las cosas se complicaban al rebajar la calificación de todos ellos. Pero sobre todo, de Lehman.

La quiebra de Lehman no afecta sólo a los chicos de Wall Street

¿Qué por qué debe interesarnos esta película, si no tenemos un duro? Porque los bancos de inversión, aunque no tienen nuestro dinero ni nuestras nóminas ni nuestras hipotecas, sí que tienen las de nuestros bancos, cajas y demás entidades financieras. Ellos son los que han estado moviendo una inmensa parte de los grandes capitales, del dinero que tienen los bancos comerciales de todo el mundo, de las emisiones de deuda de las grandes empresas -incluidas esas que tenían dentro las famosas hipotecas basura (subprime)- y la quiebra de uno de ellos no va a hacer nada más que aumentar el pánico internacional de la economía mundial y más en un sistema donde la globalización es la reina gracias a internet. El 24 de octubre de 1929, el día del histórico y famoso jueves negro, cuando sucedió la debacle que abrió las puertas al Crack y la Gran Depresión, no existía ni siquiera un buen cable de teléfono transoceánico.

Esta mañana, el castillo de naipes ha tardado minutos en pasar de Wall Street a Tokio, Londres, Berlín o Madrid. Y si el pánico se extiende y el terremoto se expande, como ya está pasando esta mañana en nuestros mercados, ya puedes ir pensando que tu subida de sueldo, o el crédito que estabas pensando en pedir para comprarte un coche ahora que están bajando los precios, o tu puesto de trabajo si estás en una empresa vinculada a los sectores más afectados, se van a ver tocados. Da igual, de una u otra forma, esto te va a afectar, porque con este panorama ni los bancos, ni las cajas, ni el resto de los que tienen que prestar dinero para que no nos asfixiemos, van a mover un dedo para soltar un euro.

Lo único que de positivo puede tener el asunto es que por fin, las instituciones lentas como el Banco Central Europeo (BCE) tienen que reaccionar, como ha sucedido hace un rato, cuando el BCE ha tenido que salir al rescate de los bancos al ver cómo los mercados se derrumbaban en Europa.

Vale. Y ante tanto derrumbe y título catastrófico advirtiendo también del desastre en Europa y Asia ¿qué hacer? Estar atentos, seguir la película en la medida de lo posible. Porque también han comenzado a sucederse las noticias que cuentan cómo se intenta frenar el hundimiento. Así, mientras Bank of América no se ha quedado con Lehman, sí que lo ha hecho con otro banco importantísimo, Merrill Lynch. Infórmate. Por ejemplo, no hace falta ir a Harvard o a Deusto para interesarse por lo que dice un sabio, un profesor como Robert J. Shiller, el autor de «Exuberancia irracional», un título que construyó a partir de una expresión del que fuera famoso presidente de la Reserva Federal Americana (el banco central de Estados Unidos) Alan Greenspan. Decía Shiller en ese libro que había que tener muy en cuenta factores sociológicos -como la llegada de Internet a los hogares- y culturales para explicar el comportamiento de los mercados. Un montón de ciudadanos e instituciones que hace poco no se ocupaban de los mercados, ni de encontrar hipotecas a tipos más o menos baratos, habían convertido la inversión en acciones en «su única forma de inversión» y se endeudaban con una «exuberancia irracional», por eso era conveniente razonar y alejarse de la «euforia colectiva reinante». Y esto lo decía ya entre los años 2002 y 2003.

A quién leer, a quién seguir

Este mismo año 2008, Shiller ha publicado otro libro. The subprime Solution: How today´s global Financial Crisis Happened, and What to do about It (La solución a las subprime: como sucedió la crisis financiera y qué hacer con ella) en donde el profesor de Yale propone una «agresiva» respuesta a la situación ocasionada por las hipotecas basura, mediante una reestructuración profunda de las instituciones y de todo el sistema financiero. A la vista de lo que está sucediendo, no parece que le hayan hecho mucho caso.

Por supuesto, además de Shiller, se puede contactar con clásicos más conocidos, como George Soros que también se ha marcado una sobre «The Credit Crisis of 2008 and What it Means» o las columnas y las ideas siempre brillantes del gran Paul Krugman probablemente el único economista que escribe para que le podamos entender todos los mortales, sin complejos de tener que utilizar palabras alambicadas, que demuestren su sabiduría. Quien tenga ganas de seguirle (merece la pena), que entre en sus columnas del New York Times o en los numerosos medios españoles y latinos que siguen sus opiniones.

Y si terminas por aficionarte a la película ésta, entendiendo cómo y por qué sí que es de tu interés, otro nombre clave es el del economista Nuriel Rubini este sí, un turco de Harvard pero con una biografía apasionante con un talento inusual para predecir que Estados Unidos, más pronto que tarde, está a a punto de perder su primer puesto en el mundo como potencia económica.