Una Iglesia sin clase obrera, o casi -- PagèsFerret, escriptors

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

A pesar de que la mala trayectoria de la dirección de la Iglesia ha sido histórica, como hemos hablado y hablaremos, hay un momento (un par de siglos) en que esta actuación ha sido trágica. La clase obrera, en general, ha huido de una Iglesia que no la quería, que solo quería a sus almas.

Todo ello se puede explicar. A lo largo del siglo XIX, conforme la presión patronal y ?liberal?? se fue manifestando en forma de bajos salarios y largas jornadas, la sociedad reaccionó de varias maneras. Hacia la mitad del siglo, fueron los compañeros anarquistas y socialistas quienes empezaron a organizarse y reclamar medidas de mejora social. A la vez que el sueño de otro tipo de sociedad, dirigida desde la base. En rigor, también había habido, sobre todo en Francia, un movimiento de intelectuales de signo más o menos cristiano, criticando el modelo de sociedad y proponiendo reformas. Pero no duró, ni dio lugar a una estrategia de lucha; era sobre todo intelectual.

La Iglesia católica esperó medio siglo más, pero, eso sí, lo hizo desde la dirección suprema: en 1891, el papa León XIII publicó la primera encíclica social, la Rerum novarum (las cosas nuevas).

No era revolucionaria, como lo empezaban a ser los manifiestos de anarquistas y socialistas (el Manifiesto comunista de Karl Marx, de 1848). Incluso criticaba el socialismo, como forma de gobierno, pero incidía con fuerza en dos aspectos fundamentales: salarios suficientes para mantener una familia, y ello como cosa por encima de los pactos entre las partes, garantizado por los gobiernos.

Y libertad de asociación: todavía no denominaba a las asociaciones como ?sindicatos??, sino como ?asociaciones profesionales??. Eran dos cuestiones contrarias a la política de los gobiernos todo a lo largo del siglo.

I… ¿qué pasó, en la ?católica?? España? Todos los obispos (excepto uno, como para salvar el honor de Catalunya) se negaron a divulgar ?aquella?? encíclica. Opinaban que el papa se desviaba de la fe (e incluso se organizaron plegarias para que Dios volviera el papa al buen camino). ¿Y qué debía de ser, para aquellos malos obispos, la ?fe??? En cambio, el doctor Morgades, obispo de Vic, no solo la divulgó, sino que hizo de ella una versión más extensa.

Pedimos disculpas por haber dado tantos detalles, pero nos ha parecido que hacía falta. Ahora bien, el caso es que León XIII era León XIII. Y con él, se acabó la estela.

La Iglesia tardó 40 años en volver a hablar del tema social: la encíclica Quadragesimo anno (Pío XI, 1931). ?Celebraba?? la encíclica anterior y avanzaba un poco, pero quedaba bien lejos de los programas de las organizaciones de izquierdas. Y el ritmo siguiente de publicaciones de encíclicas sociales fue más o menos: 30 años, por ejemplo. Pero la década de los 60 fue algo más movida: Juan XXIII, que duró tan pocos años, publicó dos, y Pablo VI, otra. Pero con una gran novedad: ya ambos entrando de pleno en el tema de la justicia en el terreno internacional.

Hay que decir que, de todos estos documentos, siempre había una ?segunda parte??: los resúmenes, que se denominaban Doctrina Social de la Iglesia. Puedo garantizar que estaban muy bien, eran ricos, porque acumulaban y resumían los principios de cada encíclica. Pero en algún lugar yo escribí que eran más un conjunto literario de hemeroteca que no un ?programa de combate??.

I… para acabar de acabar mal, primero el papa polaco (Joan-Pablo II) publicó, naturalmente, la Centessimus annos, como ?celebración?? de los cien años de la encíclica de León XIII. También añadía derechos, pero había un pasaje que me hizo sublevar: criticaba que la Seguridad Social fuera obligatoria, porque era, decía él, una injerencia excesiva del Estado sobre los derechos básicos de decisión de la familia.
Y la guinda de todo, ¿podría ser que el papa Francisco, tan querido, tan renovador, haya publicado 4 encíclicas y ni una sobre los trabajadores/as y la justicia social???

La Iglesia nunca ha querido a los trabajadores/as de una manera cristiana. Y se han ido, durante décadas y décadas. Ahora ya no se van, ya nacen fuera.