«Yo la ayudo y ella a mí; no quiero buscar el escándalo, sino evitar que se vea obligada, y contra su voluntad, a irse de aquí, cuando eso no es lo que quiere; lo único que me ha movido en este caso es un sentimiento de humanidad y de caridad». Ernesto Pazos Chaves, de 73 años y sacerdote desde hace 42 en las parroquias de Tomiño y actualmente en las de San Salvador, Santa María de Tebra y Vilameán, todas en la provincia de Pontevedra, decidió anotarse en el registro de parejas de hecho con la mujer que desde hace una década atiende su casa, le cuida, le hace la comida, lava toda su ropa y le da conversación.
La única intención de su rúbrica fue, según relata, ayudar a la brasileña Dilma Leite Arruda, de 56 años, a legalizar su residencia, después de que su permiso caducase el pasado 6 de octubre. No obstante, esta peculiar unión sólo consta, a efectos oficiales, entre los días 1 y 13 del mes pasado. La razón estriba en que este gesto de altruismo y generosidad no sentó nada bien en el Obispado de Tui-Vigo. Su titular, José Diéguez Reboredo, advirtió al eclesiástico de su fallo, y el cura diocesano y jubilado decidió dejar sin efecto la inscripción hecha en el departamento de Extranjería de la Comisaría de Vigo.
«Fue aquí donde me comentaron que el certificado de convivencia no era suficiente y que había dos opciones posibles: o le hacía un contrato de trabajo o lo que finalmente hice», comenta el clérigo. La primera alternativa se le antojó inasumible, con una pensión de 493 euros y 300 más que recibe por atender a tres parroquias. La segunda, le trajo problemas. «Cuando se enteraron mis superiores, lo rechazaron de plano y ahí justo fue cuando, tras darle cuenta de mis motivaciones, les recordé que igual que se hace se deshace».
El sacerdote decidió contratar a su empleada de hogar después de que, presentados por unos amigos, ella le contase sus problemas: se encontraba sin vivienda y sin empleo. ?l tampoco pasaba una buena época, dado que resistía como podía una dura soledad, desde la muerte de sus padres, con los que habitaba.
El caso, en los abogados
Un abogado trata ahora de cumplimentar la documentación para reclamar la doble nacionalidad de la asistenta, y evitar que tenga que ser expulsada. Los vecinos son partidarios de que se quede con el religioso. No la conocen mucho, porque se relaciona muy poco con el pueblo, pero saben que su compañía y ayuda ha ejercido un efecto beneficioso en el anciano. «Ha sido la cura del cura», dicen algunos.
Afirman que, antes de la llegada de esta ciudadana, el presbítero estaba alicaído, desanimado, deprimido. Recuerdan que hablaba sin mucho ánimo, que daba largos paseos con una mirada entristecida y pesarosa y que sus sermones apenas eran comprensibles para el auditorio, ya que le costaba vocalizar y concentrarse. Sin embargo, su apatía desapareció hace diez años, gracias a la ayuda y la compañía que le presta Dilma.