Se confirmaron las peores expectativas. Los parlamentarios europeos aprobaron el martes, prácticamente al unísono, las enmiendas a la Directiva Europea de Telecomunicaciones que permitirán convertir a cualquier burócrata en espía y censor.
Así, las autoridades administrativas de cada país podrán decidir qué software es autorizado o prohibido, exigir determinadas implementaciones técnicas en las redes de comunicaciones para permitir el control de sus contenidos, echar de la red a quien comparta contenidos protegidos, etc. En definitiva: los políticos europeos ponen la alfombra roja a los «lobbies» del «copyright» y sitúan a los ciudadanos bajo esa alfombra para que además les pisen las pelotas…
Y si los usuarios somos víctimas, las empresas que requieran proteger secretos industriales o tácticas empresariales habrán de recurrir a técnicas de cifrado con lápiz y papel, libretas de un solo uso y transporte de informes en maletines esposados a las muñecas de sus ejecutivos. Porque a ver quién se fía ahora de que no vayan a espiarse, intervenirse o prohibirse también las redes privadas virtuales.