Un comentario benévolo, pero certero, de la Carta Pastoral del obispo de Córdoba -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Demetrio FernándezDice monseñor Demetrio: «El cristiano recurre sobre todo a los medios sobrenaturales de la oración, de la confianza en Dios, del amor fraterno que Jesús nos ha enseñado. Y al mismo tiempo, trabaja y se compromete en la transformación de este mundo, mediante el compromiso político concreto que cada uno estima en conciencia». Los medios sobrenaturales, como la «oración y la confianza en Dios» no pienso que puedan hacer gran cosa. En realidad, como dice la palabra, los medios sobrenaturales lo son en la medida que sobrepasan las características de lo natural, sirven para la dinámica de la fe del que los usa, pero no producen gran efecto, porque no se ven.

El cristiano, entre otras cosas, tienen que ser «testigo del Reino, del Señorío de Jesús», los hombres tienen que poder verlos, y comprobar así su coherencia con la fe que profesan.. Los medios naturales recomendados por Jesús, «que viene de lo alto», es decir, que los recomienda porque tiene una conciencia por encima de lo Natural, son otra cosa: el amor fraterno; pero seamos serios, el amor a los demás, o bien al nivel de los judíos, «como a mi mismo», o al nivel de los cristianos, seguidores de Jesús, «como yo os he amado»; es decir, más que a uno mismo. Así como otros comportamientos que enseña e indica Jesús: el perdón, la misericordia, la justicia, la lealtad, la verdad.

Jesús no recomendó a sus discípulos comportamientos democráticos, porque no se estilaban por aquel tiempo, pero sí otros que llamaban la atención, y lo siguen llamando: la pobreza de Espíritu, no servir al dinero, no abusar del poder y la opulencia, «entre vosotros que no sea así», perdonar hasta setenta veces siete, no juzgar, no condenar, poner la otra mejilla, etc., etc. Para el cristiano no basta el compromiso político que estime en conciencia, esto sirve para todo ciudadano: el seguidor de Jesús no puede descaracterizar su condición de discípulo, ni dejar de dar el testimonio de la comunidad de «los seguidores de Jesús».

Dice otrosí: «Andalucía sabe lo que quiere y a donde va. Harta de promesas incumplidas, que la tienen a la cola en tantos aspectos, pide a gritos ser protagonista de su propia historia, y que no contradigan sus sentimientos más nobles». Menos mal que aunque tarde, ya que ha tardado casi cuarenta años, pero ¡más vale tarde que nunca!, los andaluces saben loe que quieren. Pero dudo, y casi todos los españoles dudan, de que quieran que la extrema derecha entre en sus instituciones. Este punto está más de acuerdo con algunos obispos que en sus pronunciamientos y proclamas se asemejan más al grupo de VOX, que al Evangelio, juzgando y condenando a los homosexuales, o a los que legítimamente, en una sociedad abierta y multicultural, son críticos con la diligencia de la Jerarquía Eclesiástica para la inmatriculación de bienes públicos, que están mucho mejor en el dominio de todos, del Estado, que en manos de la iglesia.

¿Para qué tanto bien, tanto inmueble, tanto poder? Yo no soy anti iglesia, Jesús de Nazaret, tampoco, Pablo de Tarso, tampoco, Pedro, tampoco, Francisco de Asís, tampoco, Francisco Bergolio, papa, tampoco, y ninguno de los citados merece ser llamado ni considerado «enemigo de la Iglesia», o de los «legítimos sentimientos religiosos», porque no piensen como el señor obispo de Córdoba en relación a la importancia, beneficio profundo, necesidad, o conveniencia.de una gran colección de bienes inmuebles en la Iglesia. O hasta de tanta procesión, y de tanta religiosidad alejada del verdadero sentido evangélico, cualquier ciudadano puede discrepar, sin por eso ser tachado de perseguidor de la Iglesia, y, menos, de Andalucía.

Y en otro ítem pontifica: «No se puede trocear España, sin que eso tenga un precio político. No se puede pretender eliminar el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, introduciendo leyes de ingeniería social que descomponen la persona y destrozan las conciencias. No se puede eliminar la vida inocente al inicio o al final de la vida, y esperar que encima los voten. Los andaluces son sensibles a todo esto, y han querido decir en las urnas cuál es el futuro que quieren para ellos y para sus hijos». No sabíamos que los que eliminan el derecho a los padres a escoger la educación de los hijos tuviesen su feudo en Andalucía.

Tampoco éramos conscientes de que los promotores de la despenalización del aborto y de la eutanasia tuvieran sus reales por tierras andaluzas, así como ignorábamos que los andaluces fueran tan sensibles, y tuvieran tan claro lo que quieren para sus hijos. Así como tampoco éramos conscientes de cómo el obispo cordobés sufría de tamaña alergia a los enunciados y postulados políticos de la Izquierda. Aprovecho para recordar a don Demetrio que en su diócesis hay mucho votante del PSOE y de Izquierda Unida, y de cómo tuvieron un alcalde de esta última sigla, y puede cerciorarse por sus propios fieles de su satisfacción con un edil comunista lector asiduo de San Juan de la Cruz, que los comunistas también pueden hacer cosas tan provechosas y bonitas.

Y para rematar. Los electores de Andalucía han demostrado que saben a quien votan ?? Los andaluces han dado un paso histórico para decirles a los políticos por donde quieren construir su propio futuro, y que no se lo den ya construido o deconstruido. Estoy bastante de acuerdo con monseñor, pero tengo que observar que no me es muy grato mezclar las consideraciones morales o éticas, con las políticas. Los políticos, buenos o malos, y no lo digo en sentido moral, sino profesional, realmente no tienen la vocación de construir el futuro de sus gobernados, sino de ayuda a la sociedad a eliminar obstáculos que impidan la normal y la más feliz posible realización de la vida de los ciudadanos, e, incluso, de favorecer esa tarea con medidas que resulten útiles, respetando la verdadera autonomía de la persona. Hay leyes, como la de dependencia, o la que prohíbe fumar en lugares públicos, que hacen la vida más halagüeña y placentera.

Y otras, como la excesiva permisividad con la violencia callejera, o la trata de mujeres, que consiguen efectos contrarios. Y otras medidas de gobierno que favorecen más a unas clases que a otras. Los cristianos estamos, o deberíamos estar, a favor de aquellas medidas que fomentan, y procuran, una justicia social. Y según esta premisa, no deberíamos de entrada oponernos a medidas fiscales más severas para las clases altas, y más benévolas para los pobres. Y esto no por ideología, sino por ser discípulos que quien dijo «felices los pobres en Espíritu, porque de ellos es el Reino de Dios». O devotos de la virgen María de Nazaret, que gritó en el Magníficat,»(Dios») ?? que derribó del trono a los poderosos, y exaltó a los humildes; a los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos los despidió vacíos». Y estas frases no denotan una ideología socialista o comunista, sino nos ofrecen la justicia de Dios.

(Nota: Espero que los andaluces no hayan votado con premeditación y alevosía, y anhelo fervientemente que no supieran quien era VOX, ni qué es lo que pretende. Será mejor, D. Demetrio, que corramos un tupido velo sobre la ingenuidad, o lucidez de los votantes andaluces, al regalar su voto a la extrema derecha.)