TRIUNFO DEL LEVANTAMIENTO POPULAR EN GUINEA CONAKRY

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Umoya

Nuevos pasos. Un rumbo construido desde abajo por la sociedad civil
Batalla ganada a la corrupción
El pasado 10 de enero, las federaciones sindicales del país agrupadas en la USTG (Unión de Sindicatos de los trabajadores de Guinea) con apoyo de 15 partidos políticos de la oposición convocaron a una huelga a los trabajadores por la situación de evidente corrupción del gobierno y abusos de poder.

Instituciones religiosas, jóvenes y gran parte de la sociedad civil se unieron a unas protestas que fueron brutalmente reprimidas.

La crisis política y social se inició cuando dos ministros acusados de corrupción por robo de fondos públicos, fueron excarcelados tras 10 días de prisión. La corrupción latente en el partido que se ha mantenido durante 23 años en el poder y la grave crisis económica fueron las pancartas lanzadas a las calles del país.

Después de 18 días de protestas, la huelga experimentó un breve paréntesis cuando el presidente se comprometió a cumplir las demandas, entre ellas, el nombramiento de un primer ministro. El nuevo cargo lo ocuparía por designio del presidente otro de sus colaboradores y hombre de confianza, Eugène Camara, lo que fue calificado por los movimientos sociales de traición, y suscitó la reanudación de la huelga general, que exigía la salida del gobierno de Lasana Conté y el nombramiento de un primer ministro ajeno al círculo de poder del presidente.

El 12 de febrero, a 30 días del estallido social, el gobierno adoptó una serie de medidas de excepción que otorgaban amplios poderes a las fuerzas policiales, autorizaban registros sin necesidad de mandato judicial y restricciones a la prensa. Elementos de la guardia presidencial, la policía nacional, mercenarios enviados de la vecina Guinea Bissau y grupos rebeldes de Liberia protagonizaron una dura represión.

Tan sólo algunos diarios publicaron breves notas sobre este levantamiento popular, una protesta social sin precedentes, con más de 113 víctimas mortales desde el inicio de las protestas, la mayoría a consecuencia de la carga policial y algunos por la falta de asistencia médica e infraestructuras de comunicación para su traslado.

Finalmente, el 28 de febrero, el presidente Lasana Conté no tuvo otra elección que aprobar por decreto el nombramiento de uno de los cuatro candidatos propuestos por sindicatos y representantes de la sociedad civil. El nuevo cargo como primer ministro lo ocupará Lansana Kouyaté, un experimentado diplomático y antiguo secretario ejecutivo de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).

El panorama no es nada alentador después del gran paro masivo y del más de un centenar de muertos que sucumbieron ante la dura respuesta de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, según el centro de investigación ?Escuela de Cultura de Paz??, diversos analistas nacionales e internacionales señalan que el ex diplomático será capaz de iniciar las reformas necesarias para levantar el país si consigue trabajar de forma independiente, nombrando un nuevo gobierno que se aleje del actual. Una muestra de la voluntad de cambio del nuevo gobierno sería iniciar una investigación sobre las muertes ocurridas durante la protesta popular, la mayoría civiles desarmados.

A pesar de las promesas de cambio democrático, en las últimas semanas, plataformas de la sociedad civil guineana han denunciado que el proceso de instauración de un nuevo gobierno se encuentra paralizado y la actividad económica y social del país no se ha activado.

A finales de mayo, se realizará una conferencia de reconciliación y reconstrucción nacional en la capital del país, convocada por las tres principales centrales guineanas y promovida por la Confederación Sindical Internacional (CSI) Numerosos representantes de gobiernos, de la sociedad civil, de organismos internacionales como la Unión Africana y la Organización Internacional del Trabajo y líderes de las instituciones financieras internacionales se reunirán en Conakry para debatir el rumbo del país, pero, una vez más, la llamada comunidad internacional ha demostrado su incapacidad para tomar partido en la resolución de conflictos en África Subsahariana. Un silencio más.