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Madrid 2017.
XXXVII Congreso ?Mujeres y Religión??
Introducción
Pretender abordar el género en el marco de la teología de la liberación es un tanto
absurdo, pues históricamente sabemos que, justo la teología feminista de la liberación
hace una crítica a la teología de la liberación por no abordar el género y las sexualidades
de hombres y mujeres pobres de América Latina. Además de construir en los mismos
modelos epistemológicos y androcéntricos de la teología tradicional.
El enfoque de mi presentación tiene dos objetivos centrales: el primer objetivo es
analizar la excesiva violencia patriarcal como eje epistémico dentro del marco del
capitalismo neoliberal, y el segundo objetivo es mostrar y proponer algunas de las
líneas del feminismo decolonial que están emergiendo a lo largo de América Latina.
Para poder lograr mi cometido es necesario enmarcarlo en la contextualidad histórica
desde la que escribo: soy una mujer mexicana que vive en una de las sociedades más
violentas, y en una cultura ?tradicionalmente? patriarcal (machista), miembro de la
iglesia católica donde está negado el ministerio ordenado a las mujeres. Vivo en el
llamado ?tercer mundo? y a las mujeres mexicanas nos llaman en otros países
despectivamente: ?indias?.
El feminicidio es el último peldaño de la violencia patriarcal en México. Una de las
tareas de la teología feminista en su carácter de teología contextual y política, es la de
deconstruir los nudos epistémicos, sociales y religiosos que a lo largo del tiempo y a
través de diferentes discursos, han contribuido para reforzar los sistemas de violencia
que hoy viven las mujeres en la sociedad de ?los desaparecidos?.
El añejo sistema patriarcal se ha confabulado e instalado en el discurso religioso
dominante, promoviéndolo muchas veces como ?valor? cristiano o humano, por lo cual,
el feminismo pretende desenmascarar la perversión de ese discurso y las consecuencias
que genera en la vida de las mujeres y hombres no heteronormativos. Otro de los
objetivos de la teología feminista en México y en América Latina es el planteamiento de
cuestiones como: ¿cómo hacer una teología de la esperanza cuando matan a nuestras
mujeres, desaparecen a nuestros jóvenes, secuestran y violan a nuestras niñas, abusan de
nuestros pequeños y venden nuestra tierra? ¿cómo ha de ser el pensar y hablar de Di*s
de y desde nuestros cuerpos victimados de mujeres?
Palabras clave: feminicidio, víctimas, teología feminista, patriarcado, sistema patriarcal
añejo, deconstrucción, contextualidad, decolonización.
1. Patriarcado y violencia como eje epistémico
Patriarcado y violencia, ambos son los más antiguos males de la humanidad y según
Claudia Von Werlhof: El concepto que normalmente usamos para referirnos a esta
historia explotadora, violenta y sexista es ?patriarcado?. 1 Según ésta autora el
capitalismo es la última fase del patriarcado, pero por ser la última es la más cruel y
sanguinaria a mi modo de ver.
En el contexto de México habrá que decir que, es el lugar donde cada día son asesinadas
entre 7 y 8 mujeres, es el país donde se ha acuñado el concepto de feminicidio, lo que
significa que te asesinan por el simple hecho de ser mujer. Esta situación está inmersa
dentro de una realidad mayor: narcotráfico, narco-estado y narco-gobierno, cuyo
sistema implantado es el miedo, el terror, la muerte, la inseguridad, la desconfianza y la
ley de la violencia. Las formas como se implanta este sistema es mediante la
desaparición forzada, la trata de mujeres y niños-niñas, el feminicidio, la extorsión, la
mutilación de cuerpos, el tráfico de órganos, especialmente la violación a los cuerpos de
las mujeres, ya que nos encontramos en un estado de guerra permanente.
Los frutos del sistema de muerte y violencia son: el incremento de la injusticia y de la
pobreza, que llega a convertirse en miseria; el desempleo, la corrupción, explotación y
esclavitud laboral con dobles y triples jornadas. Ante todo ello la violencia se coloca
como un eje epistémico en el imaginario social. ¿A qué me refiero con eje epistémico?
A la lógica de la violencia y la dominación por el simple deseo de poder ¿Cómo
explicar que cada vez más va en aumento la violencia en vez de disminuir? Una de las
respuestas que encuentro es el sistema de pensamiento que se instala en el imaginario
social, político y religioso, dicho sistema es la violencia como emanación del
patriarcado.2
El pensamiento violento de imposición, dominación y acaparamiento se ha convertido
en el eje epistémico nuclear del pensamiento capitalista neoliberal, el cual según Von
Werlhof es ?la alquimia del patriarcado, especialmente en la amalgama de cristianismo
y capitalismo, ha transformado el mundo entero, poniéndolo de cabeza. Después de
todo, contaba con fe cristiana ?pura? y frío calculo económico ?puro? ?Dios y Dinerocomo
substancias ?abstractas, ?puras?, que fueran originalmente cosas separadas (y que
hoy todavía son presentadas así). Y entonces fueron reunidas en una boda profana,
erigida sobre el deterioro de la naturaleza y de la cultura de la mujer; transformadas en
?capital? ?dinero, comando, maquinaria- como prueba de la existencia de Dios??.3
La alquimia patriarcal entre capitalismo neoliberal y cristianismo del que habla von
Werlhof es un ejemplo del modo como la violencia se convierte en el fruto o hija de ese
matrimonio nefasto. El problema no radica solo en la alianza entre dos sistemas de corte
patriarcal, sino en que su hija, la violencia se coloca como el eje epistemológico en el
sistema interdisciplinario de las ciencias: filosofía, psicología, tecnología, y hasta en la
teología, de esta manera se implementa interseccionalmente en todas las áreas de la
sociedad. La política entonces, se convierte en el método de instalación de la violencia
por medio del uso del poder.
Por lo que resulta absolutamente necesario la deconstrucción del ejercicio del poder
desde la propuesta feminista, así como la decolonización del concepto theos, por estar
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1 Claudia von Werlhof, ¡Madre Tierra o muerte! Reflexiones para una teoría crítica del patriarcado
(México: El Rebozo, 2015), 35.
2 Claudia von Werlhof, ¡Madre Tierra o Muerte! Reflexiones para una teoría crítica del patriarcado
(México: El Rebozo, 2015). 44. 3 Claudia von Werlhof, ¡Madre Tierra o Muerte!, 65.
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asociado al modelo capitalista neoliberal y símbolo de la colonización que heredamos
los pueblos latinoamericanos.
El poder sobre y de carácter patriarcal: se caracteriza por un afán de dominio,
imposición y exclusión. Demanda competencia, rivalidad y concentración del mismo en
una sola persona, sea ésta mujer u hombre. Es por lo tanto, un poder de características
sistémicas jerárquicas, estructurarles y patriarcales. Es por supuesto un sistema que se
instala a través del ejercicio de la violencia y cuya lógica es la dominación-exclusión.
Todo ello a través de leyes que reglamentan nuestros estilos de vida.
El poder feminista: es el ejercicio de lograr que las cosas sucedan para el bien de los
más posibles: seres humanos y entorno ambiental; y se caracteriza por ser colectivocomunitario.
Es un poder compartido, holístico, participativo y reconocido en la
mutualidad por el bienestar conseguido para el grupo. Podría referirse a ésta practica
como poder comunitario propio de la propuesta feminista de Abya yala,
4 y cuya lógica
es la paridad entre hombres y mujeres para la consecución del buen vivir o suma
kawsae. La Mexicana Marcela Lagarde le llama a este tipo de poder: ?poderes vitales,
el cual elimina el dominio de género en cualquiera de sus contenidos y manifestaciones
específicas: sexual clasista, etaria, generacional, étnica o nacional, ideológica,
religiosa o cualquier otra condición vital.??5
Las mujeres hemos sido categorizadas como las ?sin poder?, y además nos han vendido
la idea que el poder es malo, y si es bueno, sólo es bueno en las manos de los hombres,
lo que ha conducido a una discriminación de género en el uso del poder. El poder tiene
género, y en el mundo capitalista neoliberal falocrático y falocéntrico, éste sólo puede
estar en manos de los hombres. Pero, el poder no puede ser ejercido por todos los
hombres, pues es privilegio de los hombres blancos, ricos y heterosexuales.
Una característica del poder masculino es la violencia, la arrogancia, la altanería y la
prepotencia. Así como la concentración del poder en sí mismo, es decir, el éxito radica
en no compartirlo de ninguna manera y demostrarlo a través de la genitalidad muchas
veces promiscua del patriarcado. Es un poder individualista, egocéntrico, generador de
rivalidades y de competencias .
El poder que proponemos las feministas es de carácter comunitario, compartido,
rotativo y no vitalicio, un poder ?desde abajo?. Un poder capaz de visibilizar a todas a
través de los pactos sororales como actitud política. El empoderamiento de las mujeres
nos ayuda a ser sujetas, y no a estar sujetas, ?el empoderamiento es un camino efectivo
y sólido de las mujeres hacia la salida de los cautiverios y a través de la eliminación de
los cautiverios que enajenan a las mujeres como género??.6
El poder de las mujeres es corporal, pero también es la experiencia de autoridad propia
sin necesidad de reconocimiento externo. Lo cual no significa que nos conformemos
4 Abya Yala es el nombre que tenían las tierras antes de la llegada de los colonizadores españoles a lo que
hoy se conoce como América, que literalmente significaría tierra en plena madurez o tierra de sangre
vital, el nombre fue dado por el pueblo kuna (pueblos de Colombia y Panamá ) y es un opuesto al mal
llamado ?nuevo mundo?.
5 Marcela Lagarde y de los Ríos. ?Política Feminista?? en Política Feminista (Ed.) Leonor Aida Concha
& Lídice Ramos (México: REDGE, 2014). 41. 6 Marcela Lagarde y de los Ríos, ?Política Feminista?? en Política Feminista, 42.
con auto-reconocernos. La autoridad se produce cuando se genera autoconfianza y
seguridad subjetiva y legitimidad. El empoderamiento implica la sororidad, es decir, la
hermandad entre mujeres, lo cual, no significa ingenuidad utópica, al pensar que todas
las mujeres nos vamos a querer y ser amigas; lo que implica es que, aunque difiera de ti
y me caigas mal, puedo establecer pactos contigo.
Los pactos sororales no son relaciones de melcocha o romanticismo, son pactos
políticos que acordamos todas, aún con nuestras diferencias, de ahí es que surge el
feminismo comunitario. ?para que no nos maten por separado, es que luchamos juntas??.
Claudia von Werlhof afirma que el patriarcado no ha desparecido con el progreso, sino
al contrario, el capitalismo es la última fase del patriarcado,7 y desde mi punto de vista
la más violenta a partir del modelo neoliberal, pues se funda en la escasez, y en políticas
de exterminio aniquilador. Tal es el caso de las guerras, las violaciones a los derechos
humanos, la mutilación de cuerpos, feminicidios y la desaparición forzada. La pobreza,
el desempleo o el salario mal remunerado que afectan principalmente a las mujeres.
Una de las estrategias de exterminio es a través del control del pensamiento, de la
educación y de una política de anulación del sentido crítico, y especialmente de los
sentimientos que nos conducen a no perder el sentido de humanidad: ?La tarea del
patriarcado es, así pues, romper tanto el poder de los sentimientos como el poder de
sentir, para así deshacerse de la esfera corporal en su totalidad y, junto con ella, de todas
las emociones y sensibilidades que festejan la vida. Lo que se quiere alcanzar entonces
es un embotamiento de los sentidos y el reemplazo del mundo sensual y del sentir
mismo por un mundo a ?sensual, sin sentido (s), un mundo en que toda sensibilidad se
ha perdido, un mundo que de veras ya no tiene sentido??.8
Una epistemología abstracta y sin sentido nos ha generado violencia para negar el
derecho a senti-pensar, y nos ha conducido a la destrucción de los cuerpos,
especialmente, el de la mujer y el de la tierra, y a ello, las feministas le hemos llamado
críticamente política capitalista patriarcal neoliberal. La cual ha de ser deconstruida
desde las teorías y teologías feministas.
El matrimonio nefasto: política y cristianismo
Regresando a la idea de ese matrimonio o boda profana entre sistema capitalista
neoliberal y cristianismo, ha de reconocerse en este hecho la perversión como clave de
interpretación, pues en este sistema a quienes han pactado es a las mujeres, a los niños y
niñas y a la naturaleza como bienes en disputa.
?Su meta no es nada menos que transformar el cuerpo femenino que da a luz en
una cosa que todo lo produce y que es universalmente re- producible; no se trata
sino del reemplazo del cuerpo de la madre por algo que ya no es corporal ni
femenino sino una maquina que entonces será declarada como meta y finalidad
de la historia humana??
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7 Claudia von Werlhof, ¡Madre Tierra o Muerte!, 36. 8 Claudia von Werlhof, ¡Madre Tierra o Muerte!, 46.
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Así pues el patriarcado se manifiesta como una sociedad sin naturaleza y sin
madre que culmina con la política de intentar reemplazar la madre/naturaleza
concreta con el padre abstracto/ segunda naturaleza?? el patriarcado empieza
con el matricidio y la matanza consciente de los animales??.9
La política y la religión han sido dos amigas cómplices en contra del género, es decir
los hombres han pactado sin las mujeres y en nuestra contra, y puede ser que las causas
de la ecología, la diversidad sexual y los pueblos originarios afro-amer-indios sean
aceptadas primeramente por la sociedad, la política, la cultura y la religión antes que los
postulados del feminismo. Una de las razones es que se piensa que el feminismo es una
causa privada y exclusiva de las mujeres; y que no incluye las otras causas o que puede
seguir esperando en el sueño de los justos por más tiempo. Otra causa del desprecio a
las mujeres es la educación, pues culturalmente se formó en el desprecio al cuerpo de
las mujeres y la tercera razón es llamar al feminismo ?ideología de género? con afán de
desprestigiar y despreciar la capacidad teórica y argumentativa con la que se exigen los
derechos de las mujeres.
Lo cierto es que, los cambios políticos que últimamente se han realizado en el
continente Americano, y especialmente en Abya Yala nos están urgiendo a repensar los
liderazgos políticos y el ejercicio del poder desde el análisis histórico crítico de género
y desde un feminismo más de corte comunitario que individual.
La filosofía feminista ha analizado que el pensamiento político moderno elabora dos
aspectos del poder masculino según Joan Cocks: ?uno basado en la familia, busca
asegurar el control de la reproducción de la especie; el otro, basado en la ideología,
desea la gratificación sexual??.
La teologa feminista Elisabeth Shüssler analiza el poder masculino como: ?En primer
lugar, el derecho patriarcal o derecho de padre, opera del lado del orden kyriarcal,
ejerciendo poder sobre esposas, hijos, riquezas, instituciones del saber e instituciones
sociales culturales y religiosas, por medio del ejercicio del gobierno político público y
el despliegue de la fuerza de la ley. En segundo Lugar, el poder masculino se ha
articulado como el derecho fálico sobre los objetos de su deseo. Está basado en el
físico masculino, en un tipo particular de cuerpo y en el pene, que representa el poder
masculino??.10
En el caso de las mujeres el modo de ejercer el poder en la mayoría de los casos es
masculino, primero porque es el único que se aprendió. Segundo, porque el falo es
simbólico, pues éste es sutituido por el dinero, el prestigio, los lugares de
reconocimiento o poder, lo que no significa que las mujeres no debemos tener poder,
sino ejercerlo de una forma horizontal e interdependiente. Esta propuesta decolonial es
la que se pretende desarrollar a continuación desde el enfoque del feminismo
comunitario de Abya Yala.
2. Algunas Propuestas de las Teologías Feministas Decoloniales
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9 Ibid. 41.
10 SCH?SSLER, Fiorenza Elisabeth. Cristología Feminista Crítica. Jesús, Hijo de Miriam, Profeta de la Sabiduría. Madrid: Trotta, 2000, p. 37.
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El feminismo decolonial en Abya Yala implica que el pensamiento decolonial tendría
como razón de ser y como objetivo principal la decolonialidad del poder. Para ello sería
necesario un giro decolonial (una descolonización o deconstrucción epistémica,
ontológica y práctica).11 La Colonialidad se refiere a un patrón de poder, que opera a
través de la naturalización de jerarquías raciales que posibilitan la reproducción de
relaciones de dominación territoriales y epistémicas, que no solo garantizan la
explotación capitalista de unos seres humanos hacia otros, sino que también desprecian
los conocimientos, experiencias y formas de vida de quienes son así dominados y
explotados. Es por ello que las feministas de Abya Yala proponen el feminismo
comunitario.
a. Las propuestas políticas del feminismo comunitario
El feminismo comunitario pretende una ruptura epistémica con el feminismo occidental
por ser heredero de la tradición colonialista. El feminismo comunitario en su carácter
de teoría critica tiene como punto nuclear la acción y la lucha política en defensa del
territorio y del espacio, partiendo del cuerpo sexuado de las mujeres y su significado en
la sociedad y en la historia. 12 El feminismo comunitario emerge desde las entrañas
relacionales de las mujeres de América Latina, especialmente de las mujeres pobres,
indígenas, luchadoras sociales y defensoras de los territorios que están siendo
devastados por el capitalismo neoliberal-patriarcal- hegemónico.
Julieta Paredes, una mujer Boliviana es la inspiradora de el feminismo comunitario, el
cual es un movimiento que surge en el contexto de la defensa de la tierra en Bolivia y se
extiende hacia el sur de México, y nos impulsa a pasar de la competencia y la
individualidad a establecer comunidad; pero no cualquier comunidad, sino una
hermandad política entre mujeres capaz de mantener pactos sororales, capaz de
conspirar juntas y ser cómplices de nuestros propios logros. La sororidad, afirma
Marcela Lagarde, es un pacto político entre mujeres, 13 y esto es lo que pretende el
feminismo comunitario, pues el poder y la política son un tema central para el
feminismo post-colonial. La post-colonialidad feminista tiene entre sus postulados la
deconstrucción de las formas del ejercicio del poder patriarcal, así como de la
organización de las políticas públicas, las cuales en su mayoría han estado en las manos
de los hombres y de muy pocas mujeres cuyo pensamiento es de corte heteronormativo,
jerárquico, patriarcal y dominante.
Metodológicamente el feminismo comunitario es un feminismo que surge desde ?abajo?
en los espacios de mujeres zapatistas:
?… Diciembre de 1993. Al irrumpir en la sociedad y en los imaginarios políticos
de los noventas, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLI{) incluye en
su primer boletín una Ley Revolucionaria de Mujeres, en donde las mujeres de
los Altos, de la Zona Norte, de la Zona Tzotz Choj, de la Selva Tseltal, y de la
Selva fronteriza hacen escuchar su voz de indígenas rebeldes corno parte de la
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11 MIGNOLO, Walter. El pensamiento decolonial: desprendimiento y
apertura. Un manifiesto. En El Giro Decolonial. Reflexiones para una diversidad
epistémica más allá del capitalismo global. Castro y Grosfoguel (Editores). Siglo
del Hombre, Bogotá 2007. 64.
12 PAREDES, Julieta. Hilando fino. Desde el feminismo comunitario. La Paz: DED, 2010. 13 LAGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela. ?El accionar político de las mujeres?? en Política Feminista
(Ed.) Leonor Aida Concha & Lídice Ramos. México: REDGE, 2014. p.19.
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lucha de sus pueblos. En esta ley autónoma, las mujeres de los Altos,
defendiéndose de los machismos institucionales o cotidianos, asientan con
determinación que las mujeres tienen derecho, sin importar su raza, su credo o
su filiación política, a participar en la lucha revolucionaria, a trabajar y recibir
un salario justo, a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar,
¡Participar en los asuntos de la comunidad, a la salud, a la alimentación y a la
educación, a elegir su pareja, a no ser golpeadas, a ocupar cargos de dirección
en la organización y a tener grados militares: a todo lo que millones de mujeres
en las comunidades y fuera de ellas, siguen sin tener??.14
La propuesta de este feminismo es una apuesta política: ?despachar al fantasma del
neoliberalismo? a partir de la recuperación de los cuerpos, historias y propuestas de
futuro de las mujeres para el país. Y es una metodología ?desde abajo? porque se va
generando en las luchas comunes por la defensa de la tierra, las economías solidarias
entre las mujeres pobres de las montañas, el retorno a los sistemas de salud de la
medicina tradicional de los pueblos ancestrales, todo ello como respuesta a las reformas
políticas que devastan el territorio, acaban con las especies, producen más pobreza y
sistemas económicos inhumanos, niegan el derecho a la salud, especialmente de las
mujeres en las zonas marginales.
Las feministas comunitarias son mujeres que creen en que el cambio del sistema es
posible, solo si lo hacen juntas, porque separadas les matan, les desaparecen, y les
acaban. Las metáforas que han utilizado para sus modelos de organización son tomados
de la forma como otras especies se organizan, por ejemplo: las abejas, las hormigas,
tejiendo la red o la telaraña. Ya que parece que el sistema organizacional de la especie
humana está en crisis y se tiene que volver a recuperar los sistemas de organización de
los ecosistemas y el entorno medio ambiental, que ha demostrado ser más sabio que el
de la razón patriarcal.
Este modelo de feminismo comunitario parece tener más cercanía con la reflexión
teológica feminista, pues la lógica comunitaria e inclusiva del evangelio de Jesús de
Nazaret proclamado para cambiar las relaciones de desigualdad en relaciones
equitativas y paritarias, se convierte en un elemento heurístico clave en la reflexión
teológica feminista y en el feminismo comunitario para deconstruir, reconstruir, y
liberar la dimensión política y el ejercicio del poder tradicionalmente en manos de
hombres de lógica dominante.
b. La dimensión política de la teología ecofeminista de Abya Yala
La teología feminista y ecofeminista en su carácter de teología política potencializa la
deconstrucción del sistema patriarcal capitalista neoliberal, a quien hace responsable de
la destrucción del planeta en su lógica de mercado y acaparamiento-explotación de los
bienes que producen los ecosistemas. Lo que ha generado en la explotación-esclavitud
de los seres humanos, especialmente de los más pobres: poblaciones afro-amer-indias,
mujeres, niños y niñas. El creciente empobrecimiento y explotación de los cuerpos y
vidas de las mujeres en la sociedad latinoamericana y en el resto del mundo muestra que
la mayor esclavitud es el sistema económico capitalista imperante.
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14 PAREDES, Julieta, 2014, p.13.
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Marcela Lagarde afirma que la libertad de una mujer comienza por el bolso,15 es decir,
por la autonomía e independencia económica, con lo cual una de las principales
apuestas del feminismo desde una posición política es la reivindicación económica del
trabajo de las mujeres en todos los espacios laborales: doméstico, profesional, social,
político y religioso.
Las mujeres con conciencia feminista y comunitaria que habitan las montañas, las zonas
más devastadas del planeta, y las más empobrecidas, están pugnando por sistemas
económicos no capitalistas, sino por sistemas económicos solidarios sororales, en los
cuales las ganancias sean para todas y sean repartidas equitativamente. En un proceso
no acumulativo, sino de autosuficiencia necesaria para un buen vivir. Lo que implica un
cambio en la mentalidad de mercado, para generar una conciencia critica feminista y
una actitud política económica solidaria y sororal.
Sin la conciencia crítica feminista comunitaria en la praxis económica solidaria y
sororal, no es posible avanzar, pues a la hora de las ganancias los grupos pueden
olvidarse de sus pactos y comenzar dividirse por la lógica de acaparamiento de las
ganancias. Por lo que primero es la conciencia crítica feminista comunitaria y luego los
proyectos comunes, ya sean estos económicos, políticos o religiosos.
El enfoque que interesa desarrollarse y deconstruirse es especialmente la dimensión
política analizada desde la herramienta heurística del género.
La política es un término y una práctica desprestigiada en todos los niveles, pues es
asociada a corrupción, dominación, falsedad, mal versación de fondos, robos, fraude,
mentira y asociación con grupos delictivos, entre otras muchas concepciones negativas,
no sin fundamento; pues ésta es la realidad de la política que ejercen la mayoría de los
hombres, por lo tanto, también la política es cruzada por la transversalidad del género.
La política feminista consiste en dignificar la política, según Marcela Lagarde: ?¿cómo
es la política que hemos reivindicado las feministas? ¿cómo es la política a la que
aspiramos?, es una política de honestidad, es una política de transparencia, es una
política de representación y de participación democrática, es una política libertaria. La
política feminista es libertaria???? 16 Para M. Lagarde la política primero debe ser
dignificada para que posteriormente las mujeres podamos incursionar en ella, pues de
otra manera, las mujeres solo nos sumaríamos al modelo establecido por la política
patriarcal y pasaríamos a sumar las filas de la política de corrupción y dominación
capitalista neo-liberal y patriarcal.
La teología política feminista tendría entonces que proponer la basileia como una
categoría política de equidad de género fundamentada en la propuesta de Jesús de
Nazaret, quien empoderó a las mujeres de su tiempo contra un sistema político imperial
que las desautorizaba, anulaba, excluía, y utilizaba sus cuerpos violentados para
humillar a los pueblos conquistados, demostrándoles a los hombres su incapacidad de
proteger a las mujeres, a los niños y a las tierras que habitaban.
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15 LARGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela. Claves feministas para la negociación en el amor. Managua:
Puntos de encuentro, 2001. p. 91-92. 16 LAGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela. ?El accionar político de las mujeres?? en Política Feminista
(Ed.) Leonor Aida Concha & Lídice Ramos. México: REDGE, 2014. p. 21.
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En el imaginario social de las mujeres y de algunas feministas todavía hay un cierto
temor al concepto empoderamiento, y la razón principal es la masculinización del poder
y de la política. Ambos poder y política son dos derechos que las mujeres hemos de
arrancar de las manos de los hombres, quienes les han utilizado como privilegio de
género, y le han negado como derecho a las mujeres. Hay terror de parte de algunas
mujeres al uso del poder en sus manos por miedo a ejercerlo patriarcalmente y con
mayor violencia e imposición. Lo cual ha declinado en continuar dejando o cediendo el
poder, la economía y la política al espacio masculino.
El miedo de las mujeres al ejercicio del poder muchas veces viene de la propia censura
de otras mujeres. Y es aquí donde se necesita la sororidad comunitaria del feminismo
crítico de las demás mujeres y hombres para el apoyo y credibilidad de quienes ejercen
este liderazgo.De un lado, sigue permeando en el imaginario social la idea dicotómica
del poder, es decir, si un hombre anhela la presidencia, el liderazgo de una empresa y
pone todo lo necesario para conseguirlo, este es reconocido como un hombre con visión
de futuro, emprendedor y hasta es catalogado como visionario; pero si una mujer trabaja
por un liderazgo, presidencia, puesto político o empresarial, ésta es catalogada como
una oportunista, ?trepadora? o ambiciosa. La cuestión es ¿porqué en un hombre la
ambición es bien vista y en una mujer es censurada?
Lo cierto es que la teología feminista tiene como una de sus tareas devolver los espacios
de poder y la praxis política re-dignificada a las mujeres desde la lógica del buen vivir y
bienestar de todos los seres que habitamos este planeta. Las mujeres necesitamos el
empoderamiento para lograr que las estructuras cambien desde lo cotidiano y desde la
experiencia comunitaria. El empoderamiento y la ambición son derechos y valores que
las mujeres hemos de re significar en sentido positivo, como un derecho, y no como un
privilegio o como algo ?malo?.
En la política las mujeres hemos de superar Lo que Marcela Lagarde llama ?mimetismo
político de género o adaptación trasvestista de género??,17 es decir, ?participar en un
sistema político patriarcal y no democrático y hacerlo desprovistas de una conciencia de
género y de una conciencia de la diferencia hace que avanzar y ocupar el espacio se
tome contraproducente. No realizar la critica ideológica ni la acción política
deconstructiva de género avala al sistema enajenante. Eso es lo que conduce a adoptar
lenguajes, maneras, estilos y formas políticas típicamente masculinas y autoritarias. Es
el mimetismo político de género??.18 Y las mujeres no podemos darnos el lujo de ser
ingenuas en un espacio de leviatanes solamente imitando como ejercen el poder los
hombres y creyendo que así es como debemos comportarnos para ser aceptadas en el
ámbito.
La adaptación trasvestista de género, dice M. Lagrade se da si no tenemos identidad y
una personalidad propias que nos permitan participar con una posición diferenciada y
entonces, para nosotras se vuelve en una nueva forma de dominación política que el
sistema nos impone. Se trata entonces, de democratizar la política y el espacio público.
Francisco, el obispo de Roma ha mencionado que o los cristianos somos políticos y
transformamos la sociedad o somos una especie en peligro de extinción y
enajenamiento. Por lo tanto, toda feminista es política o es incoherente con su discurso.
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17 LAGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela, 2014, p. 35. 18 LAGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela, 2014, p. 41.
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El nuevo paradigma político feminista es el poder compartido y la incidencia social de
lo personal en el ámbito público.
Conclusión
Proponer un nuevo paradigma del poder y de la política implicaría recrear un nuevo
modelo de relaciones que vayan más allá del modelo patriarcal, por ello es que
propongo un paradigma post-patriarcal, es decir un modelo comunitario como lo
propone el feminismo de las mujeres indígenas, las mujeres de las montañas y las
mujeres en lucha por la recuperación de los derechos de la tierra. No sólo la
consecución de los derechos ?paritarios?, sino de los derechos comunes, contra el
sistema de la jerarquía de derechos y de valores, ya que ese modelo sigue siendo
patriarcal.
No podemos seguir teniendo el patriarcado como modelo o paradigma de referencia,
pues me parece que ese ha sido un error, tenerlo como punto de partida. Nuestro punto
de partida es la comunidad cósmica, humana, relacional, y desde ahí es desde dónde
hemos de construir el bien común de todas y todos. ?Las feministas no hacemos política
para tener poder de dominación, ni para enriquecernos, ni para gozar de privilegios, las
feministas hacemos política para universalizar los máximos avances de genero que hay
en el mundo y lograr que estos estén en el mundo desde lo global hasta lo local??.19
Crear otro modelo de poder es posible si avanzamos y superamos el paradigma de
referencia que ha sido el modelo patriarcal, y crear otra política es posible no sin la
conciencia crítica de género y no sin los pactos políticos sororales de mujeres.
Para lograr la emancipación y nueva fundación de relaciones no dominantes la teología
ecofeminista propone las relaciones de interdependencia. La interdependencia que
propone el ecofeminismo no significa la total dependencia, como tampoco la total
independencia como expresa Rosemary Radford Ruether, ?tenemos que construir una
espiritualidad ecológica sobre tres premisas: la transitoriedad de los seres, la
interdependencia de la vida de todas las cosas y el valor de lo personal para la
comunidad??.20
La interdependencia entre todos los sujetos sociales implica compromisos y pactos
como afirma Marcela Lagarde. 21 La liberación en este sentido, nos conduce a
introducirnos en el campo de la ?comunión?. Si se apuesta por la interdependencia,
luego entonces, la liberación no es un proceso que suceda aisladamente, sino en
comunión con los demás seres humanos, con la tierra y el espacio-cosmos.
La teóloga Ivone Gebara propone como ?punto central de la teología ecofeminista la
interdependencia entre todos los elementos que tocan el mundo humano??. 22 Ella
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19 LAGARDE Y DE LOS RÍOS, Marcela. ?El accionar político de las mujeres?? en Política Feminista
(Ed.) Leonor Aida Concha & Lídice Ramos. México: REDGE, 2014, p. 30.
20 RADFORD RUETHER Rosemary. Gaia y Dios: Una teología Ecofeminista para la Recuperación de
la Tierra. México: DEMAC, 1993, p. 257. 21 LAGARDE Marcela ?Claves Feministas para el Poderío y Autonomía de las Mujeres.?? 22 GEBARA, Ivone. Intuiciones Ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión.
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Madrid: Trotta, 2000, p.74.
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sostiene que la relacionalidad y la interdependencia son dos de los elementos que
constituyen la experiencia humana. En mi opinión, cuando se aborda el tema de la
interdependencia, no solo se toca el mundo humano o las relaciones humanidadhumanidad,
sino que estamos ante experiencias que se entrecruzan entre las relaciones:
humanidad-humanidad, humanidad-naturaleza, humanidad-divinidad, naturalezadivinidad,
divinidad-humanidad-naturaleza.
Marcela Lagarde oborda la idea de una interdependencia equitativa: Para la
interdependencia equitativa es necesario el pacto. Las mujeres hemos estado
construidas como seres del no pacto, pero cuando nos planteamos la autonomía, nos
planteamos la capacidad de construirnos en seres de pacto con los otros. En la
formación tradicional, como seres del no pacto, se espera todo de nosotras; no hay que
pactar nada, es nuestro deber; es nuestra obligación natural cumplir con toda una serie
de postulados del deber ser?? Cuando nos planteamos el pacto, nos planteamos entrar
al mundo no de los deberes, sino al mundo de los compromisos y aquí es otro el orden
político que se establece en cualquier sentido: personal, institucional, organizativo,
etc.
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En esta propuesta de interdependencia equitativa como la capacidad de establecer
pactos y asumir compromisos, Marcela Lagarde nos sitúa ante una interdependencia
recíproca, en la cual las autonomías y las individualidades son capaces de establecer
comuniones entre sí y de crear lazos de corresponsabilidad. Lo cual no se hace
simplemente como un deber, sino como una actitud que surge desde la libertad que
implica el compromiso.
La interdependencia tiene como objetivo la construcción de un compromiso político,
social, comunitario y solidario contra las relaciones de dominio, superioridad y
jerarquización establecidas por la sociedad y la religión patriarcal. De acuerdo a esta
perspectiva ?la realidad debe ser interpretada como un círculo de interdependencia?,24
y constuir la tarea común de crear una comunidad interdependiente de seres humanos y
naturaleza.
La conexión que se establece a partir de la interdependencia entre todos los seres
humanos y no humanos con los ecosistemas, el espacio y la divinidad, no solo nos
conduce a la construcción de la comunidad, también nos sitúa ante el descubrimiento de
lo que Mary Mellor llama ?el realismo inmanente?25 o que en la perspectiva teológica
llamaríamos la creación de la comunidad post-patriarcal como espacio de liberación de
las mujeres y como resultado del mensaje de Jesús y de su relacionalidad, cuya
masculinidad no es hegémonica, ni heteronormativa, ni dominante.
Necesitamos deconstruir el término theos, decolonizar la experiencia de lo sagrado del
mundo patriarcal y del capitalismo neoliberal, para que emerga el reconocimiento de las
espiritualidades que por mucho tiempo estuvieron despreciadas, y lograr el diálogo de
espiritualidades interdependientes a favor del derecho al buen vivir como fruto de esa
experiencia.
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23 LAGARDE, Marcela. Claves Feministas para el Poderío y Autonomía de las Mujeres. Managua:
Puntos de encuentro, 1997.
24 PINTOS, Margarita María. ?Teologías Feministas,?? en Nuevo Diccionario de Teología, (Ed.) Juan José
Tamayo Acosta. Madrid: Trotta, 2005, p. 895. 25MELLOR, Mary. Feminismo y Ecología. México: Siglo XXI, 2000, p. 227.
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En México al día de hoy, las mujeres hemos tenido que aprender a pactar en contra del
feminicidio, de las desaparaciones forzadas, de la violencia, y construimos otra forma
de maternidad, una maternidad que lucha, protesta, busca a sus desaparecidos, clama
por los derechos de los migrantes, es interdependiente en las causas comúnes que
aquejan al país, pues o luchamos juntas haciendo pactos de interdependencia o el
sistema político, patriarcal neo-liberal nos desaparece. A esto le llamo la
decolonización del útero. Sin embargo, estamos urgidas a ir construyendo teologías
feministas decoloniales, comuniatarias, y queer?s.
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Bibliografía
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amor. Managua: Puntos de encuentro, 2001.
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Política Feminista (Ed.) Leonor Aida Concha & Lídice Ramos. México:
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