Observación
Todas las cosas inertes, organismos vivos y seres humanos existentes en el Universo son incompletos, perecederos, imperfectos y limitados. ¿Pudieran esas características ser las causas de las catástrofes naturales, la eliminación de unas especies por otras y los conflictos entre personas y colectividades???
Es evidente que el ser humano aspira, individual y comunitariamente, a la plenitud integral. Pero tal vez, por las limitaciones indicadas, la realidad que nos encontramos los pueblos son de paz y de guerra, de abundancia y de escasez, de libertad y opresión, de justicia y explotación, de educación e ignorancia, de salud y enfermedad. Vivimos, pues, en un mundo contradictorio y caduco.
El escándalo ético está, a nivel nacional, en que las clases acaparadoras minoritarias, impiden a las clases desposeídas mayoritarias vivir dignamente; a nivel internacional son los países desarrollados los que empobrecen a las naciones en vías de desarrollo. Las estructuras del Estado, la política, la economía y la religión son hegemonizadas por las respectivas oligarquías para sus propios beneficios, perjudicando a las colectividades trabajadoras.
Las utopías revolucionarias
En todas las épocas históricas, las colectividades y pueblos explotados y empobrecidos, han aspirado a conseguir revolucionariamente otros sistemas laborales o políticos que atendieran las necesidades espirituales y materiales de las bases. Son innumerables los levantamientos, armados o pacíficos: de esclavos contra sus amos, de siervos contra sus señores, de obreros contra sus patronos. Unas revueltas eran solamente reivindicativas, pero otras revoluciones eran para cambiar el régimen político de explotación por otro sistema de justicia para todos. Sus millones de víctimas inocentes nos animan.
Muchas de estas utópicas luchas sociales o políticas, locales o nacionales, fracasaron. Otras, sin embargo, consiguieron avanzar equilibrando las fuerzas entre explotadores y explotados. Incluso, pocas, consiguieron el triunfo revolucionario.
Pero por las características humanas de su naturaleza incompleta, perecedera y decadente, o se corrompieron o se vinieron abajo. Nuevamente, al interior de los regímenes revolucionarios comenzó a surgir clases dominantes que oprimía, a clases trabajadoras.
Las revoluciones, pues, aunque triunfen, tienen su proceso de ascenso y decadencia, hasta su desaparición. En los nuevos regímenes que fueron revolucionarios, comienzan a surgir una minoría acaparadora que oprime a la mayoría empobrecida. Nuevamente, pues, surgirán otros revolucionarios que se pongan en proceso de liberación de los pueblos oprimidos.
Si no hay posibilidad de alcanzar la revolución justa, plena y permanente, ¿qué habrá que hacer? Seguir luchando por la justicia y la libertad constantemente, en todo momento; pues permanentemente habrá que perfeccionar lo conseguido y habrá que liberar a los empobrecidos contra los enriquecidos.
La utopía de la resurrección
Todas las religiones más afianzadas en la historia, hablan de una vida más allá de este mundo en el que vivimos, donde los buenos tendrán una vida feliz, plena y eterna con Dios. La religión judía afirma la resurrección de los muertos al final de la historia y del mundo.
Los evangelios cuentan que Jesús 1º murió, 2º resucitó, 3º se apareció, 4º fue al Cielo, 5º envió al Espíritu Santo. En definitiva Jesús nos redimió. Pero los teólogos modernos nos hablan de que a Cristo lo mataron sus enemigos explotadores del pueblo, por ponerse a favor de la liberación de los pobres aquí, en la Tierra. Cristo, en la cruz al mismo tiempo que murió, también resucitó, promovió la fe de sus discípulos (?apariciones??), fue exaltado al cielo, redimió a la humanidad y envió su Espíritu para que sigamos la defensa de la dignidad y de los derechos humanos de los empobrecidos. Pero solo se vio la muerte histórica, pues su resurrección y todo lo demás entran en lo escatológico, solo alcanzable por la fe.
En el cristianismo, si Jesús el Cristo e Hijo de Dios, murió y resucitó, también nosotros moriremos y resucitaremos. La resurrección de los muertos es individual. Como le ocurrió a Cristo nos ocurrirá a nosotros y nosotras, la muerte y la resurrección personal se dan al mismo tiempo y para siempre.
En la resurrección de los muertos, los seres humanos alcanzarán sus esperanzas de plenitud, justicia, libertad, igualdad, paz y solidaridad. Serán plenamente felices y eternos. Tendrán, no solo las cualidades humanas, sino también las divinas. Seremos como Dios, seremos hijos de Dios.
La redención que realizó Jesús, es un nuevo mundo, una nueva creación, donde el mal, la explotación, la caducidad y la muerte no tienen cabidar. Pero esta redención (revolución divina), ni se ve, ni se oye, ni se toca, ¡gracias a Dios! Las clases dominantes, así, nunca podrán corromper la resurrección como corrompen las revoluciones en los pueblos. La resurrección es para todos. La maldad que hay en cada ser humano desaparecerá y solo quedara la bondad.
Trabajar por la revolución en la Tierra, es el signo de la resurrección en el Cielo que nos aguarda.