Enviado a la página web de Redes Cristianas
Introducción, tradición y notas: Tomás Guillén Vera
Editorial Comares, Granada, 2012, 520 páginas
(publicado en EL PAÍS-BABELIA, 17 de noviembre de 2012)
Uno de las iniciativas de mayor relieve, al tiempo que intelectualmente más ambiciosas, del actual panorama filosófico español es el proyecto Leibniz en español, coordinado por Juan Antonio Nicolás, catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada, que engloba cuatro sub-proyectos: la edición de las ?Obras filosóficas y científicas?? de Leibniz (20 volúmenes), promovido por Sociedad Española Lebniz, de los que ya se han publicado seis;
la «Biblioteca Hispánica Leibniz» (BHL), que se propone la recuperación y puesta a disposición pública de todo lo publicado de Leibniz y sobre él en español y portugués desde 1878; la Red Iberoamericana Leibniz, cuyo objetivo es la coordinación y el desarrollo de los estudios de Leibniz en América Latina, Portugal y España; y la «Nova Leibniz», que pretende la publicación de investigaciones recientes del más alto nivel científico internacional. En el proyecto están implicados casi un centenar de profesores e investigadores de unas veinte universidades españolas y extranjeras. En la web www.leibniz.es puede encontrarse amplia información sobre estas iniciativas.
Lo que pretende este ingente proyecto es aportar un instrumento útil y de calidad para la discusión filosófica y constituir una comunidad científica de diálogo y de transformación de nuestra sociedad a través del estudio y conocimiento de la obra de G. W. Leibniz (1646-1716), considerado uno de los grandes genios de la historia de la humanidad y uno de los filósofos más influyentes en la filosofía moderna y contemporánea.
El propio Leibniz facilita el logro de estos objetivos ya que fue un hombre de diálogo y debate desde planteamientos filosóficos y científicos rigurosos y ejemplo de tolerancia tanto en el terreno político como en el religioso, en una época en la que la religión se había convertido en un campo de batalla y el continente europeo era un espacio de confrontación y de muerte. Lo que buscaban, en el fondo, sus teorías de la armonía preestablecida y de la característica universal era la concordia entre católicos y protestantes. Si no lo consiguieron, contribuyeron, al menos, a aportar un mínimo de racionalidad en los conflictos.
En Leibniz converge una pluralidad de saberes: científicos, filosóficos, históricos, culturales, en todos los cuales destacó por su originalidad y creatividad. Descubrió el cálculo infinitesimal, introdujo el método científico en el estudio de la historia, elaboró una teoría del inconsciente que desmentía la tesis cartesiana de que todo el saber está en la conciencia, fue uno de los pioneros de la unidad cultural de Europa.
Su obra filosófica más emblemática es, sin duda, la que Comares edita ahora con una excelente traducción y un buen aparato crítico de de Tomás Guillén Vera, catedrático de Filosofía de Bachillerato en Valladolid: Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. La primera edición apareció en 1710, seis años antes de su muerte sin el nombre del autor. Fue la única obra que publicó en vida y, sin duda, la de mayor difusión e influencia en la filosofía de los tres últimos siglos. Es un texto escrito con intención polémica ?como la mayoría de sus escritos- en el que responde a los planteamientos de Pierre Bayle en su Diccionario histórico y crítico -ejemplo de pensamiento ilustrado y de crítica moderna de la religión-, cuyo primer volumen acaba de ser publicado en una edición por la editorial KRK. Desde su publicación ha generado un intenso debate entre filósofos, teólogos y científicos.
En ella Leibniz analiza la importancia y función de la religión en la sociedad y su deformación al convertirse en ritos y fórmulas, que han derivado en una falsa concepción de Dios como poder despótico. Su principal aportación en esta obra es la reivindicación de la razón en el discurso teológico, como se da en el resto de las disciplinas filosóficas y científicas. Lo que buscaba era poner en los debates teológicos la racionalidad de la que con frecuencia carecían entonces, como carecen hoy en la teología dogmática, cuya única apelación es al dogma eclesiástico. Leibniz se muestra muy crítico con Lutero, al que acusa de rechazar la filosofía como si fuera enemiga de la fe religiosa. Ahora bien, como afirma Guillén Vera en la Introducción, la defensa de la razón en el filósofo alemán supone la defensa de la fe e implica la conformidad la conformidad entre ambas.
La clave de bóveda de la obra es Dios como idea y como ser real, como el único ser necesario, que crea el mejor de los mundos, ya que actúa conforme a la razón suprema. Pero en el mundo existe el mal en tres modalidades: metafísico, físico y moral ¿Cuáles son su rigen y su función en el mundo? A su vez, el ser humano goza de libertad. ¿Cómo hay que entenderla? Son las preguntas de fondo a las que intenta responder Leibniz desde un planteamiento racional en esta obra, que constituye el zenit de su sistema de pensamiento