Religiosas en México acompañan a migrantes ‘atrapados’ por políticas de EEUU

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Fuente: Observatorio eclesial
Ciudad de México. Es difícil saber cuántos han pasado por el mural en el albergue administrado por las Hermanas Josefinas en Ciudad de México y han compartido el sentimiento escrito en la pared: «En un tren viajan
sueños sin miedo a cruzar fronteras».

Uno de los sueños compartidos por los miles que han
pasado por CAFEMIN, un albergue para mujeres y fa-
milias migrantes en Ciudad de México, es llegar con
bien a los Estados Unidos (EE.UU.).
Es algo que algunos desean tanto que los lleva a creer
que el presidente estadounidense Donald Trump cam-
biará su opinión sobre migrantes y su política hacia
ellos y les dejará entrar al país, dijo la hermana María
Magdalena Silva Rentería.

«No creo que veamos ese milagro, pero tenemos que
continuar acompañándolos porque tienen esa esperan-
za», dijo la hermana Silva, directora ejecutiva de CA-
FEMIN, le dijo a Global Sisters Report.
Junto con otras religiosas y un equipo de colaborado-
res, la hermana Silva acompaña y aboga por los mi-
grantes que viajan por México, lo que solía ser la última
parada en rumbo al sueño de muchos: Estados Unidos.

Pero la misión de la hermana se ha vuelto mucho más
difícil desde que Trump asumió la presidencia por se-
gunda vez a principios de este año, pues desmanteló
no solo las vías que muchos usaban para entrar a
EE.UU., sino que también recortó fondos de ayuda hu-
manitaria para migrantes.
«El 20 de enero marca todo un nuevo paradigma para el
mundo migrante», dijo la hermana Silva sobre el día en
que comenzó el segundo mandato de Trump.

El impacto afectó no solo a los migrantes que no pudie-
ron avanzar, sino también a los que les ayudan; y ha
sido profundo, dijo la hermana Silva.
En abril, la agencia de la ONU para los refugiados
(ACNUR) anunció el cierre de cuatro oficinas en México
después de que la administración Trump recortara el
60% de su presupuesto.

La Organización Internacional para las Migraciones
(OIM) también anunció despidos en el país debido a los
recortes, además de la dramática reducción de la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Inter-
nacional (USAID), que ayudaba a finan-
ciar la asistencia médica y psicológica
para migrantes.

Algunas de esas organizaciones colaboraban con per-
sonal capacitado para ayudar a migrantes que sufren
explotación, abuso físico y sexual, y con quienes com-
baten la trata de personas y otras formas de violencia,
dijo la hermana Silva.

Algunas ayudaban a los migrantes a regresar de forma
segura a sus países de origen cuando eran deportados,
mientras que otras les ayudaban a encontrar lugares
alternativos de refugio cuando no podían regresar.
Esto ha dejado a lugares como CAFEMIN intentando
cubrir necesidades que van más allá de la comida, el
alojamiento y el acompañamiento que brindan las her-
manas y otros ministerios de religiosas y religiosos.

Además, en lugares como México, se ha creado un
nuevo fenómeno al que hay que atender, lo que algu-
nos han denominado «migración al revés», algo que se
refiere a «los migrantes (que) abandonan su viaje hacia
la frontera entre EE.UU. y México, y comienzan a viajar
hacia el sur», de regreso a su país de origen, según
describe el Centro Niskanen en un informe publicado en
abril.

La información pública sobre el nuevo flujo de migran-
tes es escasa, según este centro, ya que muchos paí-
ses no han publicado cifras de las personas que van de
regreso, pero el fenómeno es evidente en lugares como
CAFEMIN y en un campamento cercano, junto a las
vías del tren.

En esos dos lugares, Mario Monroy, coordinador de in-
tegración local para CAFEMIN, escucha necesidades y,
ahora, sueños frustrados de los que no pueden ir ni al
norte ni al sur.

«Ya estuviéramos allá» en Estados Unidos, dijo con nos-
talgia una joven en el campamento, quien se identificó
como Yesenia, oriunda de Venezuela, cuya madre ha-
bía conseguido una cita a través de la aplicación CBP
One, algo que desapareció el 20 de enero.

La herramienta móvil se usó durante la administración
del presidente Joe Biden para conseguir una cita en los
puertos de entrada de EE.UU. y comenzar el proceso
de solicitar asilo. Miles de venezolanos, haitianos, nica-
ragüenses y cubanos la usaron para entrar a este país
de forma segura mientras buscaban refugio de proble-
mas políticos, económicos y de otro tipo en sus países
de origen.

Pero, al igual que el flujo de migrantes, la aplicación dio
un giro al comenzar el nuevo mandato de Trump y pasó
a llamarse CBP Home, instando a quienes la habían
utilizado a que regresaran a sus países.

Jesús Ricardo Rojas Romero, otro venezolano que es-
taba en el campamento, dijo que no tuvo la oportunidad
de presentar su caso porque nunca le ofrecieron una
cita. Y ahora, junto con otros migrantes, se ha quedado
atrapado en Ciudad de México debido a las restriccio-
nes del país, que limitan los movimientos de los migran-
tes y su capacidad para trabajar.

Intentando calmar al Gobierno de Trump y evitar el au-
mento de aranceles, el Gobierno de México ha tomado
medidas drásticas contra los migrantes que intentan
avanzar hacia la frontera con EE.UU.

Autoridades han acorralado a grupos de migrantes en
varias partes del país, incluso usando agentes militares,
para impedirles el rumbo al norte, dijo la hermana Silva.
Sin poder trabajar ni moverse, algunos migrantes tocan
música, piden limosna, venden comida o cualquier cosa
para sobrevivir día a día.

Monroy dice que les comenta a los que comienzan a
trabajar con el mundo migrante que su misión implica
enfrentarse al lado más cruel de la humanidad.
«La crueldad ha moldeado experiencias y cuerpos. Yo
le digo al equipo que trabaja conmigo que para dar fren-
te a esa crueldad humana (se necesita) bondad», afir-
mó.

Monroy, quien resultó herido cuando intentaba impedir
la violencia contra migrantes mientras las autoridades
avanzaban hacia una caravana, dijo que sabe exacta-
mente a quién defender, al igual que hermanas como
Silva, quienes afirman que no abandonarán a los mi-
grantes, aunque las condiciones empeoren.

«La vida consagrada se va mantener» con los migran-
tes, dijo la hermana Silva. «Son las que van a sostener
a como dé lugar, pero está fuerte», apuntó.
Monroy cuenta que una vez le preguntó a una hermana
del albergue cómo sabía que Dios existía y ella le res-
pondió que lo sabía porque Dios es amor y ella es testi-
go de constantes actos de amor en su ministerio con
los migrantes.

Monroy dijo que eso le hizo compadecerse de aquellos
en EE.UU. que pierden la oportunidad de experimentar
a Dios en esos actos de amor que se encuentran al
atender a los más despojados.

«Ella me dijo que Dios es un acto de amor y al final se-
remos juzgados por cuanto amamos», dijo. «Yo le diría a
la sociedad en Estados Unidos que pierden una gran
oportunidad de amar, pierden una gran oportunidad de
conocer a Dios, porque estas personas se aferran tanto
a la vida. Recorrieron miles de kilómetros, país tras
país, buscando sobrevivir. No son una carga», agregó.
Es cierto que hay obstáculos que parecen insuperables,
afirmó la hermana Silva, quien indicó
que «el sueño de llegar a Estados Uni-
dos es un sueño imposible» en estos
momentos.

Pero ella cree en la sabiduría de las personas y dice
que ellos saben por qué tomaron la decisión de irse de
sus países. Tal vez quienes acompañan a los migrantes
deban enfrentar ahora retos que los lleven a descubrir
nuevos métodos que no dependen de la ayuda de los
países más ricos, dijo.

«Yo digo, pues, bendito Donald Trump que nos ubicó en
nuestra realidad y que tendremos que ver este tema de
la sustentabilidad de los albergues para que no nos pe-
guen estas situaciones», manifestó esta religiosa y
agregó: «Esto es todo un replanteamiento».

(news.diocesetucson.org) 02/09/2025