Ratzinger busca enemigos -- Jaime Richart

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Argenpress

El papado y la Iglesia vaticana siempre han tenido muchos enemigos. Los han tenido porque se los buscan. No quieren paz. Lo fingen. Aunque la pidan son enemigos de la paz. Se pasan su historia creando enemistad o atizándola. Ratzinger no hace más que seguir la estela de sus predecesores: busca más enemigos de los que ya tenía… El caso es que se hable de él y de su Iglesia.

Sus declaraciones en su visita a España son propias de impresentables. Que el laicismo en España es agresivo y equiparable al anticlericalismo de la II República -es lo que ha dicho- es una declaración insensata que ha de enardecer e indignar a los espíritus ecuánimes. Pero esto es lo que pretende: soliviantar, desencadenar enfrentamientos, crearse enemigos. Todo menos pasar desapercibidos, él y el catolicismo.

Porque esas declaraciones no pueden ser ni un descuido ni una imprudencia por falta de información. Es una provocación en toda regla. Pero también es un desesperado intento de tensar las conciencias poniendo frente a frente a católicos y contracatólicos.

Eso de que ?estás conmigo o contra mí??, ?la vida es milicia sobre la tierra???? y frases similares empapadas de hostilidad y hostigamiento han recorrido de punta a cabo la historia de la tragedia por motivos religiosos y han penetrado hasta los últimos recovecos de los evangelizadores, de los conquistadores, de los genocidas y de los fascistas. Lo que llama la Iglesia y el papado ?tibieza??, es decir, lo que nosotros llamamos ecuanimidad, liberalidad, generosidad, filantropía, respeto al pensamiento ajeno y respeto por las demás culturas, es perseguible de oficio por el Santo Oficio de cada época. En esa lucha contra el ?respeto?? no está Cristo: hay agresión, dominio, predominio.

El papa viene, digámoslo ya, a intentar vanamente recuperar el terreno perdido ocupado por el laicismo. Ni siquiera hay ya en España anticlericalismo. El clericalismo es apenas audible, pues ni los párrocos lo profesan. No practican voto alguno. Ni castidad, ni austeridad, ni pobreza, ni apenas obediencia, propósitos que antaño pudieron honrar su ministerio, les imprimen hoy día carácter. Se limitan a vivir y son muy pocos los que transmiten espiritualidad.

Y el laicismo que empapa a la sociedad española no es consecuencia de la laicidad y aconfesionalidad que debiera aplicar el gobierno español y que no aplica. El amplísimo laicismo existente se ha aposentado inmediatamente en cuanto ha desaparecido la opresión de un monarca absolutista o la de un dictador que impusieron la catolicidad a pistoletazos o a cañonazos. Pero también el laicismo está invadiendo la sociedad española por la manera demencial de entender, difundir, enseñar y practicar Ratzinger y sus purpurados el Sermón de la Montaña y tantas otras consolaciones del Maestro con las que, por cierto, el papado no ha hecho más que traficar. El laicismo, en España y en el mundo, se imponen naturalmente en cuanto desaparece la fuerza bruta que asienta la catolicidad porque carece de toda capacidad de persuasión.

Claro que Dios los cría y ellos se juntan?? Por eso no debe extrañar que Ratzinger vaya y venga buscando enemigos, como hacen los de su fe. La culpa, según ellos mismos, la tiene su fundador:

?No penséis que he venido a traer paz a la tierra, no vine para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en oposición al hombre con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra??. Mateo 10, 34, 35.

Esto lo explica casi todo. Y luego dicen del Islam…