Qué es un intelectual -- Jaime Richart

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Hay una convención en cuya virtud «in­telectual» es todo aquel que, con mayor o menor fortuna, vive (o trata de vivir) de su pensamiento creativo, especulativo o estu­dioso. En este aspecto inte­lectual serían, por antono­masia, el escritor, y en particular, el filó­sofo, el ensayista y el literato, «profesionales» que viven del «pen­sar»… Sin embargo, todo aquel que hace un es­fuerzo mental para desentrañar, explicarse (y eventual­mente explicar) y valo­rar ?desalojado ya de la mente y del espíritu todo juicio adqui­rido, todo juicio dado, todo pre-jui­cio?, los proce­sos exis­tenciales, la interdependen­cia entre ellos y simple­mente los hechos y sucesos, tiene derecho a ser tenido por intelectual y ser llamado así.

Del mismo modo que artista es quien crea o recrea el fruto de su inspi­ración a través de su obra de arte, con independencia de que sea reconocidos o no su valía o su valor. Mitificar la figura del intelec­tual es un modo de disuadir a intentar serlo quienes no publica­mos con el afán de notoriedad o con el propósito de ganarse uno la vida,..

La mayor o me­nor proyección pública de la persona de su autor y de la obra pueden modular la importancia, la noto­riedad, la fama, coyunturales del artista y tam­bién del inte­lectual, pero no afectan ni alteran la índole, la onto­logía y la propensión creativas ni desvirtúan la condición de tales. De todo ello, el quehacer más pe­noso de la tarea intelectiva es evitar el «prejuicio» gra­bado a sangre y fuego en el inconsciente colec­tivo, por un lado, y de re­chazo en el subconsciente personal, por el otro…

En todo caso, pensar de manera «dife­rente» en busca de otra ma­nera de ver, de examinar, de enfocar y de conside­rar la realidad allá donde hayamos di­rigido la atención, es esencial. Pero aún hay más. El pen­sar dife­rente es peli­groso si no se hace acompañar de un propó­sito construc­tivo. El propósito de­berá pues ser siempre por lo menos neutral, y mejor aso­ciado a una vo­luntad noble o bien­hechora. Nunca nocivo para ningún ser viviente.

La excentricidad intelectiva se­ría una iniciativa men­tal desprovista de signifi­cado en sí misma y dirigida sola­mente a producir efec­tismos que, sólo a condición de estar dotada de gran plasticidad o de un alto valor estético en la cons­trucción de la expresión oral o es­crita, permiti­ría ser consi­derada como quehacer intelec­tual. En suma, podrá ser o no interesante, profundo, ameno, inteligible en el con­cepto de quienes le prestan atención o hacen de él crítica; podrá ser tenida su obra por un bodrio o por una in­sensa­tez… pero aun así sigo reivindicando la cualidad de inte­lec­tual para todo aquél o aquélla que se esfuerza en examinar y pensar los asun­tos de la vida, de manera dife­rente a la que acostum­bra el filisteo.

27 Enero 2003